En un contexto de déficit hídrico, es necesario repensar las actividades para enfrentar los nuevos desafíos planteados por las condiciones climáticas y obtener los mejores resultados. Desde el INTA proponen alternativas viables para enfrentar la sequía y disminuir el impacto de las inclemencias, demandas del establecimiento ganadero y situación financiera, según cada zona.
Aníbal Fernández Mayer, especialista en nutrición animal del INTA Bordenave –Buenos Aires–, se refirió a los suplementos energéticos y aseguró que, en situaciones de crisis –sequía o inundación–, se puede usar maíz, sorgo, cebada, trigo y avena, tanto para leche como para carne.
En aquellos casos que se deba suministrar grano “a voluntad” en silos comederos o comederos tradicionales, recomendó suministrarlos siempre enteros y asegurar un buen acostumbramiento, que debe durar entre 12 y 15 días. Además, junto con el grano, se debe agregar fibra de cualquier origen, rollos, rastrojos o pastos naturales.
En este sentido, Fernández Mayer consideró clave realizar un manejo de grano más fibra y permitir, desde la etapa de acostumbramiento, que los animales tengan acceso libre y a voluntad a la fibra, mientras consumen el grano.
A su vez, consideró importante monitorear el estado de las heces o bostas y, cuando aparece alguna diarrea, trasladar a esos animales afectados a otro potrero con pastos naturales, rastrojos o pasturas sin granos hasta que las bostas sean más firmes.
En cuanto al afrechillo de trigo, el nutricionista del INTA Bordenave lo consideró un suplemento muy apto para suministrar desde vacas de cría en producción, terneros de destete hasta novillos. Para esta última categoría es conveniente agregar algún grano de cereal, especialmente si se busca terminar animales, con el objetivo de incrementar el consumo de almidón (energía) y, con éste, el engrasamiento.
Mientras, el afrechillo de maíz es un suplemento de alto valor energético con un nivel de grasa no inferior al 4 % y entre 10-12 % de proteína bruta, pero de baja disponibilidad en el mercado.
El de arroz, en cambio, contiene el pericarpio que rodea a la semilla, parte de harina y el germen con niveles de energía entre medios y altos, con un alto contenido en grasas y en almidón. Mientras, el contenido en proteína varía entre el 11 al 15 %.
Asimismo, Fernández Mayer señaló que los suplementos proteicos y, entre ellos al pellet o harina de girasol, son un “excelente suplemento proteico que surge como subproducto de la extracción del aceite a la semilla de girasol, a través de solventes orgánicos que se destaca por su alto contenido en proteína bruta”.
En este sentido, lo consideró muy adecuado para alimentar desde vacas lecheras hasta animales en crecimiento y terminación. “Lo ideal es agregar a la dieta algún grano de cereal para aportar el almidón que éste carece. Esta combinación es una ración equilibrada energía-proteína que permite altas producciones de carne o leche, siempre que esté acompañada de sales minerales y una fuente fibrosa apropiada”, aseguró el técnico del INTA.
En cuanto al pellet de cebada, aconsejó implementar aquel compuesto por raicillas de cebada y grano de menor calibre, por su nivel proteico que varia del 20 al 26 y un adecuado nivel de energía. Y agregó: “Esta opción es considerada como uno de los mejores alimentos balanceados naturales que existen en el mundo para cualquier categoría de animales”.
A su vez, se expresó sobre el poroto de soja cruda, sojilla o cáscara de soja y explicó que hasta al 0.3 % del peso vivo, se puede emplear cualquiera de ellos sin ningún problema. “Cualquiera de estos subproductos tiene un alto contenido proteico y energético. Además, de grasa y un adecuado nivel de minerales”, subrayó.
Fuentes fibrosas: cómo elegir la adecuada
Para decidir cuál es la mejor fuente, Fernández Mayer recomendó “evaluar la magnitud del estado de emergencia que se encuentra el campo, la disponibilidad o no de reservas forrajeras (henos o silajes de planta entera) y la situación financiera de la empresa”.
“Después de haber evaluado diferentes fuentes fibrosas, desde rollos de entre buena y mala calidad hasta pastos naturales como paja vizcachera y pasto puna, puedo afirmar que en todos estos casos tuvimos excelentes resultados en producción de carne”, indicó el nutricionista de Bordenave.
Las de menor calidad como los rollos de rastrojo o cola de maíz, de sorgo granífero o forrajero tienen, en término medio, un nivel de materia seca entre 86-90 %, de proteína bruta 4- 6 %, de digestibilidad 45-55 % y un contenido de fibra entre 65-75 %. Al tener menor precio, son ideales ante situaciones de crisis.
Para Fernandez Mayer, “el mejor momento de calidad del rollo es cuando se corta la planta con la panoja o espiga embuchada o recién emergida”. Y agregó: “Cuando se desea hacer un silaje de planta entera, el único inconveniente que tiene es el bajo nivel de materia seca”.
Por ello, el técnico consideró “ideal” cortar el cultivo en este estado fenológico, como si se estuviera por hacer rollos, se deja orear en el potrero unas horas hasta que se eleve la materia seca al 30-35 % y, luego, se la debe picar.
“De esa forma, se logra un silaje de planta entera de cebada, trigo o avena de altísima calidad que sirve para cualquier categoría de animales, en especial, aquellos de altos requerimientos como lo son los terneros de destete precoz, anticipado hasta vacas lecheras de alta producción”, indicó el nutricionista.