La agricultura –al menos la extensiva- está dramáticamente ligada a los cambios climáticos. Ello no es un secreto, para nadie.
Esta actividad, en muchas ocasiones, es similar a la moneda que cae. Puede ser que toque cara o seca. Pero, difícilmente que caiga de canto.
Hemos pasado un invierno y primavera con exceso de agua. Cuando llegó el verano se instaló una cruenta sequía. Y ahora ha empezado a llover y, según los pronósticos, las precipitaciones serán una constante en los próximos días.
Los que están ajenos a la actividad suelen burlarse de los agricultores: “Pero… ustedes nunca están satisfechos. Cuando llueve, protestan por el agua. Y cuando no llueve, dicen que hay seca”
La agricultura es así. Lleva a vivir en la incertidumbre.
Hoy paradójicamente, el productor se asusta frente a los problemas de humedad que podrían surgir, especialmente por falta de piso, para la trilla de soja. Y simultáneamente, se alegra por las lluvias por cuanto ellas abren un horizonte positivo para la siembra fina y la recuperación de pasturas.
Por el momento, no hay razón para tener demasiada preocupación. Pero es obvio que si siguen las lluvias, los problemas aparecerán, algo que sobre lo que, hasta la fecha, el mercado no ha tomado nota, pues los precios desde hace unos días tienen cierta tendencia, aunque muy suave, a debilitarse en el mercado local.
Aunque, justo es decirlo, lo razonable era esperar que suceda la baja dada la ausencia de lluvias a lo largo de los primeros 20 días de abril que ha permitido una trilla acelerada para la soja de primera.
La cuestión es que, en la zona núcleo, casi se ha cosechado toda la superficie de la de primera.
El Ministerio de Agroindustria ha reportado su primera estimación oficial de producción.
Proyecta una producción de soja 2017/18 total de 37,6 millones de toneladas, en base a una superficie sembrada de 16,7 millones de hectáreas y cosechada de 15,8 millones. Se trata de un volumen 32% por debajo del de la campaña anterior.
Con estos números, el interés por parte las fábricas de harina y aceite de soja de mercadería asegura mucha dificultad para se produzca una visible baja de valores, en el mercado interno.
Una cosa es muy importante: los precios de la soja nueva se ubican arriba del nivel de USD300. Es un precio elevado, si miramos la historia de la soja. Por lo tanto, como probablemente, no se repita un año tan malo, bien vale la pena operar sobre futuros.
Ahora viene un período donde lo que ocurra en EE.UU. será gravitante para la formación del precio. Estamos en la primavera del hemisferio norte y las siembras se aprestan a largar la campaña. Según evolucione el clima en este país, el precio de la soja habrá de comportarse.
Muchas preguntas sin respuestas. La incertidumbre es grande. Sin embargo, resulta muy difícil que se dé, por ahora, un escenario de valores en precipitada baja.
Pero, tampoco, se debería apostar a subas de consideración, ya que la producción de Brasil es más que buena.