¿Cerraron así la puerta para que la oposición peronista, dispersa pero
pujante, tomara las banderas de la defensa de la clase media empobrecida? ¿O,
por el contrario, abrieron la compuerta de un dique para que el agua de la
protesta avance con una fuerza incontenible y el malhumor social se transforme
en una quita de los votos durante la próxima elección?
En la mesa chica de la administración oficial hay dos teorías. Ambas son
completamente distintas: una es más clásica, o, mejor dicho, responde a la
‘vieja política’. Es la que sostiene que es mejor tener a los aliados ‘adentro’,
porque, inexorablemente, el día de la elección, van a llevar a sus votantes a
elegir por la opción del oficialismo. Es también, la más optimista: porque
estima que Cambiemos tiene vida para rato, y que administrar las disidencias
internas es lo que hace fuerte a la coalición. La otra teoría, más novedosa,
sostiene en que sociedad actual, donde la opinión pública es tan volátil, los
embates de Carrió y otros radicales contra el líder de Cambiemos terminarán
provocando el desencanto de muchos electores. Los mismos electores que ayudaron
a Macri a ganar por un poquito las presidenciales de diciembre de 2015.
Los defensores de esa última hipótesis se muestran un poco fatigados por la
excesiva autonomía de Carrió. Afirman que la diputada usa sus divergencias con
el Presidente para alimentar su buena imagen en las encuestas, y de paso hace
quedar a Macri como un insensible, un defensor de los ricos y un protector de
figuras controvertidas como Gustavo Arribas, Daniel Angelici, Ricardo Lorenzetti,
Juan José Aranguren, Luis Caputo y Nicolás Dujovne. "Es pura ganancia solo para
ella, y va a terminar horadando la imagen de Mauricio tarde o temprano",
explican. Los diputados del Frente para la Victoria y sus circunstanciales
aliados del Frente Renovador, el peronismo no kirchnerista y el Partido Obrero
esperan ansiosos la semana que se inicia para volver a plantear la posibilidad
de discutir los aumentos de tarifas en el recinto. El presidente de la cámara
baja, Emilio Monzó, volvió a demostrar que es un gran estratega parlamentario, y
que maneja como pocos el reglamento para favorecer los deseos del Gobierno.
El Presidente, por su parte, ni siquiera se detiene a analizar estas
especulaciones políticas que mantienen en vilo a su mesa chica. El computa como
un gran logro no haber realizado cambios que pudieran haber afectado la meta
fiscal. Tampoco le parece mal que vuelvan al centro del debate de la boleta del
gas. El déficit y el ahorro de la energía son dos cuestiones que lo obsesionan y
que forman parte del cambio cultural que pretende imponer en el país. Macri
insiste para que los argentinos se den cuenta, de una buena vez, que la energía
es uno de los bienes más caros del planeta, y que si la siguen usando como hasta
ahora, su impacto en los gastos no bajará, por más ‘gradualistas’ que sean los
aumentos. La anécdota de cómo ‘se murió de frío’ en la casa de Santiago de su
amigo, el presidente de Chile, Sebastián Piñera, podrá escandalizar a Máximo
Kirchner y los chicos/grandes de la Cámpora. Sin embargo demuestra, una vez más,
que Chile está más cerca del mundo real que la Argentina, donde las estufas
eléctricas, la losa radiante, las calderas y los aires acondicionados se usan de
manera irresponsable, porque los argentinos seguimos viviendo la fantasía de que
la energía es un regalo de Dios, y no uno de los bienes más caros del planeta.
La otra obsesión de Macri es hacer entender a sus representados que existen
un montón de impuestos delirantes que transformaron al país en uno de los más
caros de la región, aunque su servicio, desde la infraestructura hasta la
producción y la calidad de sus alimentos y la indumentaria, sean, al mismo
tiempo, uno de los peores. Porque entre los impuestos más extravagantes, se
encuentran, sin dudas, los que recargan algunas provincias y municipios a las
boletas no solo de gas, sino también de luz, de agua, y hasta de alumbrado,
barrido y limpieza. Los altísimos incrementos en las facturas de gas sirvieron,
entonces, también, para poner el ejemplo de la intendencia de Luján, cuyos
funcionarios agregaron tres impuestos municipales al resumen que le llega a cada
usuario.
Además, el jefe de Estado, junto con su ministro de Energía, siempre podrá disponer, en el momento en que las papas vuelvan a quemar, el inquietante dato que, por lo menos hasta hace poco, aparecía en muchas boletas de los usuarios que pagamos la luz sin subsidio. Se trata de un ítem excepcional, destinado a compensar a los habitantes de Santa Cruz, por estar desconectados de la red troncal que abastece de energía a gran parte de la Argentina. La misma provincia que, como Venezuela, está a punto de explotar, y que sobrevive gracias a la ayuda del Estado Nacional, a cuyo gobierno la ‘revolucionaria’ Cristina Fernández combate a sol y a sombra. "Mi verdadera misión en la historia es dar vuelta un país que durante décadas vivió patas para arriba", se lo escuchó decir al Presidente, esta semana.