La amenaza de China de gravar con un impuesto del 25% a las importaciones de soja estadounidense en represalia a las medidas tomadas por el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, que prometen desatar una guerra comercial entre ambos países, ha generado una fuerte convulsión de la plaza sojera en estos días. Chicago reaccionó con un muy fuerte ajuste negativo en las cotizaciones de la oleaginosa por el volumen en juego. Como primera reacción, explicable.
Pero resulta difícil compartir la mayoría de las opiniones escuchadas que pretenden justificar las bajas en Chicago. En nuestra opinión, la cuestión amerita algunas consideraciones que, sin duda alguna, relativizarían dicha reacción. En primer lugar, siempre es importante recordar que el "mercado suma cero".
Veamos. En nuestra opinión, China superaría los 100 millones de toneladas de soja en sus importaciones del año calendario 2018, lo que representa más del 85% de sus necesidades, y del otro lado del mostrador solo hay tres proveedores posibles: EE.UU. (120 millones de producción), Brasil (117 millones) y la Argentina (este año con algo menos de 40 millones).
Además, como China pretende moler la soja "en casa" (favoreciendo su industria molturadora) y la Argentina cuenta con la industria aceitera más eficiente y competitiva del mundo (principal exportador cómodo de harina y de aceite de soja), el comercio de poroto de soja en China se circunscribe a los otros dos proveedores.
Ergo, si China no le compra a EE.UU. solo podría abastecerse en Brasil. Los precios del poroto brasileño subirían y quienes hoy compran allí (decenas de países) se volcarían a EE.UU. y las cotizaciones FOB de los proveedores mundiales volverían a equilibrarse. No hay otra. El "mercado suma cero".
Entonces, ¿por qué la amenaza china?; ¿por qué la caída de las cotizaciones en Chicago? La segunda respuesta es simple. Los fondos especulativos reaccionaron liquidando posiciones. "Buy the rumour, sell the fact", es el dicho famoso que describe a estos actores (comprar ante el rumor y vender con la noticia). En este caso el acto es el inverso.
En cambio, la primera pregunta nos lleva a sospechar de un cierto contenido de picardía por parte de los chinos por la oportunidad del anuncio.
Es habitual que EE.UU. sea su principal proveedor de poroto de soja en el período octubre/marzo y que Brasil lo sea en abril/septiembre (obvio, por la estacionalidad de la oferta). Es decir que China podría "aguantar" con la amenaza. También podría aducir que puede echar mano de sus stocks (no pareciera posible).
En definitiva, las especulaciones son muchas. Pero la gran perdedora es China y, además, "el tiro les puede llegar a salir por la culata" a los chinos en el mediano plazo, si la novedad genera una caída de área de soja en EE.UU. a manos del maíz (la decisión es ya, y el farmer puede equivocarse si no razona).
Porque está claro que EE.UU. igual va a colocar sus excedentes en el mundo y que los grandes perdedores serían las procesadoras chinas por mayores costos de aprovisionamiento. Los brasileños sacarían provecho del cliente "cautivo" y las fábricas argentinas podrían imaginarse colocando harina de soja en China. Claramente, la soja no es la indicada para tomar represalias con Trump.