¿Cuál es la situación para nuestro país? Veamos…
Los pronósticos para el sábado pasado traían grandes esperanzas.
Pero el cuadro derivó en un gran fiasco. Las lluvias, al menos para la zona núcleo, apenas giraron en torno a 15 mm.
Sólo una limitada área, comprendida por el suroeste de Santa Fe, sureste de Córdoba y noroeste de Buenos Aires, se benefició con precipitaciones del orden los 40 mm.
Así, el país se encuentra en una situación extremadamente crítica. Ya no sólo se trata la agricultura. También, afecta a la ganadería: las pasturas y pastos naturales están casi desaparecidos por la falta de humedad, algo que habrá de repercutir fuertemente en las posibilidades del sector cárnico.
Cerca de la mitad de la superficie de las provincias que son mayores productoras de granos de la Argentina, esto es Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos y La Pampa, llega a este final de campaña con la más baja reserva hídrica de los registros de los últimos 50 años.
Por su extensión geográfica y duración, la BCR afirma que” es la peor sequía que ha sufrido Argentina en los últimos 50 años.”
Con este cuadro, no extraña que la soja en Chicago, para mayo, se encuentre en valores próximos a USD 380 por tonelada, cuando a mediados de noviembre era de aproximadamente USD 360.
No debería llamarnos demasiado la atención si al final de la campaña argentina, tal nivel llegue a superar USD 390.
Para el caso argentino, la diferencia de precios es dramática.
A mediados de noviembre el mercado físico registraba alrededor de $4.350 y hoy llega a $6.000. Se trata de un 38% más. Es cierto que parte de tal aumento proviene de la inflación y la depreciación del peso, pero aun así el aumento es muy fuerte.
Suponiendo una tasa de inflación del orden del 12% en tal período, el precio debería ser de casi $4.900.
La realidad, a la hora de esta cosecha, es muy dura.
Los lotes de soja de primera están mejores, claramente, que los de segunda. Pero tampoco están en buenas condiciones. Es cierto que hay excepciones marcadas por lotes que han llegado a 45 QQ por hectárea. Pero tales son escasos puesto que una mayoría muestran rindes de tan sólo 25 QQ.
Resulta muy difícil establecer la caída en la producción, porque los lotes tienen manchones de alta productividad y otros de bajísimo rendimiento.
En las zonas bajas, donde las napas de agua se encuentran a un nivel más accesible para las raíces, se producen los mayores rendimientos y en las zonas más altas, acentuado por la mayor distancia a la que se encuentra el techo de la napa, disminuyen los rendimientos.
Es un año donde la cuestión de las napas es fundamental.
Aquellas áreas con bajos y propensión a formar lagunas muestran una realidad patética, con rindes extremadamente débiles.
A vuelo de pájaro puede calcularse un volumen de cosecha cercano a 39 millones de toneladas.
Es que todavía las máquinas no han empezado a recorrer las hojas más oscuras del libro de esta campaña: las de la soja de segunda.
El actual escenario no sólo preocupa por la producción de esta campaña, sino que ya está generando un frío temor por la nueva, dada la escasez de humedad y las napas a gran profundidad a tal punto que los molinos de viento muestran problemas para extraer el agua debajo de la tierra.
¿Y el mundo?
El mundo revela una tendencia a la suba de los valores.
La soja en suba, por compras técnicas y con el panorama de una magra cosecha en nuestro país. El maíz, también en alza a consecuencia de los bajos registros de temperaturas y humedad en el Medio Oeste de EE.UU. Y no escapa a las subas, el trigo que recorre una mala campaña en Planicies de este último.