"Todavía falta", admitió ayer el presidente Mauricio Macri , tal vez tratando de moderar el entusiasmo que le provocaron los nuevos datos de pobreza e indigencia que el Indec había difundido minutos antes, junto con varios indicadores de actividad económica que el instituto oficial de estadísticas difundió en forma simultánea. Al mediodía, el Ministerio de Trabajo había dado a conocer los últimos datos de generación de empleo, de enero pasado.
Lo que realmente mostró el clima que quiso transmitir el Gobierno fue la excepcionalidad de un acto con las características del de ayer para informar datos económicos. Aunque es cierto, bajar la pobreza fue el primer objetivo explícito del gobierno de Cambiemos, y el de ayer fue tal vez el primer dato consistente y de magnitud para mostrar.
El resto de las estadísticas conocidas van en línea con estas mejoras: la actividad industrial y la de la construcción aumentaron en febrero 5,3% y 16,6%, respectivamente, respecto del mismo mes de 2017. En el caso de la construcción ya no hay dudas: al fuerte empuje que el Gobierno le está imprimiendo a la obra pública vienen sumando las construcciones privadas, con el consiguiente impacto sobre el empleo del sector. Del lado industrial, cabe mantener algún reparo: es cierto que la actividad crece en 8 de 12 sectores relevados, con especial impacto en la industria automotriz, las ramas derivadas de la construcción (siderurgia y minerales no metálicos) y la industria metálica básica. Una vez más, se destaca el mal momento que vive la industria textil, que sufrió una caída del 11,5%, cuando se trata de uno de los sectores de los que más generan empleo.
El Presidente también mencionó el crecimiento del empleo que esto trae aparejado. Aquí empiezan a pesar los matices.
Según los datos difundidos ayer por el Ministerio de Trabajo, en enero de este año se mantuvo la tendencia de casi todo el año pasado: el total de trabajadores registrados creció un 1,7% interanual (había 12,3 millones de trabajadores en blanco). Sin embargo, los asalariados del sector privado crecieron 1,2% (casi 6,3 millones); los empleados de servicio doméstico, 1,9% (468.700), y los monotributistas, 3,2% (1,55 millones). Un dato curioso, en el contexto de ajuste del empleo público que viene pregonando el Gobierno: los empleados estatales aumentaron en enero 1,7%, en el mismo nivel que el promedio general (3,17 millones).
El consenso de los especialistas laborales muestra que, quitando los estatales, los puestos que más crecen son de carácter precario, al contrario de los que genera el sector privado, considerados de mayor calidad y permanencia.
Los especialistas también coinciden en que, más allá de la pelea entre ingresos y precios de la canasta básica, cuyo resultado es el que determina los niveles de pobreza e indigencia, la generación de más y mejor empleo es la mejor herramienta en la lucha contra estos flagelos, que, vale reiterarlo, más allá de los fríos porcentajes, afectan directamente a 13,5 millones de argentinos de carne y hueso.
La buena noticia de ayer, con datos del segundo semestre de 2017, puede no ser tan buena cuando se difundan los indicadores del primer semestre de este año que está transcurriendo. La inflación se aceleró en el primer trimestre que concluye el sábado y los salarios aún son "viejos" respecto de estos precios, al no haberse cerrado las paritarias. Otro dato del Indec de ayer: los salarios de la economía crecieron en enero 1,1%, frente a una inflación de 1,8%. Los que estuvieron más cerca fueron los trabajadores del sector privado formal (1,7%), pero los que están en negro apenas se movieron 0,6% y los del sector público, 0,4%.
Es cierto que a partir del segundo trimestre ya estarán vigentes los salarios "nuevos", con los aumentos recién pactados y los que vendrán. Pero deberán contrapesar las alzas de tarifas pendientes: a las del gas y del transporte que comienzan a regir este domingo de Pascuas habrá que sumar las del agua, en mayo, y otra vez el transporte, en junio. Todavía falta, efectivamente.