La represalia china a las sanciones comerciales norteamericanas podría tener un efecto en el mediano plazo para la Argentina si la disputa se agrava e incluye a productos como la soja, el maíz, la carne vacuna o los lácteos.
"El primer efecto sería sobre los precios internacionales de la soja y del maíz", explica Gustavo Idígoras, director del Centro de Estudios de Comercio Internacional de la Universidad de Lomas de Zamora y exagregado agrícola ente la Unión Europea.
China es el principal importador de soja a nivel mundial y sus abastecedores de poroto son Brasil, Estados Unidos y la Argentina. En las sanciones anunciadas ayer no se incluyó a la soja, pero los operadores del mercado de granos hace semanas especulan con que la represalia incluya a la oleaginosa. Si eso ocurre, la Argentina no está en condiciones de incrementar en el corto plazo sus envíos de soja a China, ya que la actual cosecha cae 32,1% respecto del ciclo 2016/17. Sin embargo, provocaría un cimbronazo en las cotizaciones. En maíz, China no es un importador importante y aunque la Argentina tiene abierto el mercado, el abastecimiento lo concentra Estados Unidos. Otros productos que podrían tener mayor demanda en caso de que continúe el enfrentamiento serían el arroz y el algodón.
El segundo efecto que se provocaría sobre el comercio es si China comienza a aplicar barreras arancelarias a la producción agropecuaria norteamericana. "Cuando quiere aplicar sanciones, utiliza medidas fitosanitarias en sectores estratégicos al país que quiere castigar", señala Idígoras. En este caso podría hacerlo con la carne vacuna o los lácteos. Para la Argentina, China representa el principal mercado de destino de sus exportaciones de carne bovina. En 2017, las ventas ascendieron a US$523 millones de dólares, según datos del Indec. Hasta el momento son cortes de bajo valor, pero en los próximos meses se prevé la firma de protocolos sanitarios para exportar carne enfriada y sin hueso que incrementarían todavía más las colocaciones argentinas en China.
Más allá del efecto específico sobre los productos, Idígoras advierte que una guerra comercial entre las dos principales potenciales mundiales no es beneficiosa para el resto del mundo. "Habilita a que cualquiera adopte sanciones sin motivos razonables", apunta el especialista.
En tanto, en el Gobierno siguen con atención la disputa: "Nos tiene expectantes, son dos socios muy importantes para el país, y con ambos tenemos un muy buen diálogo político y comercial. Estamos haciendo algunos estudios sobre el eventual impacto", dijo a LA NACION Marisa Bircher, secretaria de Mercados Agroindustriales del Ministerio de Agroindustria.