Los agrominerales aportan múltiples beneficios y mejoran la calidad del suelo. El INTA junto con el Segemar (Servicio Geológico Minero Argentino) trabajan en diversos ensayos para su incorporación como enmiendas y fertilizantes en diferentes cultivos agrícolas.
De acuerdo con Marcelo Beltrán, especialista en dinámica de nutrientes del suelo del Instituto de Suelos del INTA, los más tradicionales son el yeso agrícola –aporta azufre y calcio como nutrientes y mejora la calidad del suelo–, la dolomita –aporta calcio y magnesio– y los carbonatos –funcionan como corrector del pH–. “Pueden ser utilizados para reincorporar nutrientes exportados durante las cosechas que no son aplicados tradicionalmente en forma de fertilizantes”, señaló.
En la Agencia de Extensión Rural San Antonio de Areco –Buenos Aires– comenzaron a trabajar junto con Fernando Mousegne y Fernando Jecke con zeolitas y diferentes tipos de arcillas, debido a que son elementos que pueden beneficiar la calidad física y química del suelo. “Además, estamos probando roca fosfática como aportador de fósforo, no para reemplazar fertilizantes químicos, sino como reposición y enriquecimiento del suelo”, expresó Beltrán.
Si bien son conocidos los beneficios que aporta el yeso, el especialista del INTA indicó que están evaluando las mezclas con dosis más bajas y más eficientes, sumado al uso de otro tipo de minerales que agreguen valor. “Buscamos que el productor pueda contar con un producto con las dosis justas para su campo”, aseguró.
En ensayos realizados en la unidad experimental del INTA San Antonio de Areco prueban diferentes formas de aplicación de yeso agrícola y roca fosfática en maíz y soja. “En cuanto a la dosis, aplicamos entre 60 y 90 kilos de yeso agrícola por hectárea como aportante principalmente de azufre”, especificó Beltrán y agregó: “La idea es repetir el estudio durante las próximas dos campañas y sumar a estas experiencias el cultivo de trigo”.
En la actualidad, trabajan en ajustar los ensayos para maní. “Es un desafío para nosotros, debido a que por el tipo de suelo donde se explota y, su forma de producción, tiende a ser un cultivo propenso a generar diferentes grados de erosión en el suelo”, manifestó el investigador del INTA.
En ese sentido, Beltrán ejemplificó: “En maní, además de un correcto manejo de las rotaciones con gramíneas, el uso de mezclas de agrominerales adecuados podría mejorar la calidad del suelo y aportar mayor resistencia a la acción erosiva del viento”.