Tal como expresamos en el anterior comentario, el USDA estableció la semana pasada un fuerte recorte en su proyección para la producción argentina. La redujo en 7 millones de toneladas. Así, el volumen estimado bajó a 47 millones.
Pero lo más importante viene de Brasil, donde se aguardaba un gran recorte. Y tan sólo fue de 1 millón de toneladas. Quedó entonces que la cosecha sería de 113 millones.
En cuanto a la realidad de nuestro país, la hora de la verdad está por comenzar. Algunas cosechadoras ya han comenzado a trabajar (con resultados paupérrimos).
En consecuencia, el mercado físico de Rosario se prepara para el enganche entre la vieja y la nueva cosecha.
Frente al inminente ingreso de la nueva cosecha, los precios han tendido a aflojar en los últimos días. Al menos, hasta hoy.
Y en el MATBA, los futuros han bajado y la distancia entre los contratos de los futuros más próximos y de la entrega en mayo se redujo notablemente.
Sin embargo, la baja tiende a desaparecer a medida que se alejan los futuros.
Ello nos da la idea de que el mercado no termina de digerir la reducción de la cosecha de Sudamérica, por el problema argentino.
En definitiva, nuestro país es el primer exportador mundial de harina y aceite de soja. ¿Más claro? Las exportaciones de harina de la Argentina significan el 45% de las globales. Y, respecto al aceite, el 50%.
El cuadro futuro para los precios puede parecer tan alentador como para el desánimo.
Es que con los fondos de inversión muy comprados (con una posición comprada del orden de los 15 millones de toneladas) pero con una producción por parte de nuestra región amenguada, el mercado internacional debería mostrarse ciclotímico.
Sin embargo, una vez pasado el período inicial de la cosecha argentina, uno se animaría a decir que el precio de la soja se afirmará.
En primer lugar porque en abril saldrá el nuevo reporte del USDA que seguramente muestre otra reducción productiva. En segunda lugar se conocerá con mayor precisión el daño ocasionado por la sequía.
Y… ¿en tercer lugar? Acá está el factor que viene del sudeste asiático, con China a la cabeza. Las proyecciones, para fin de la década, hablan de un nivel de importaciones por parte de China de 110 millones de toneladas de soja.
Con todo este panorama, la economía argentina durante este año será una gran perdedora por la baja en la producción. La cadena agroindustrial, obviamente, en primer término. Y las ciudades ligadas al agro, también.
Pero habrá perdedores mayores y menores. Los mayores serán aquellos ligados al volumen pero no a los precios, como es el caso de los transportistas.
Obviamente, para los tenedores de granos, quienes sepan en qué momento comercializar, las pérdidas económicas podrían no ser tan graves. Los próximos días invitarán a estar más cerca de la computadora que de cualquier otro lugar.