Uno de los cultivos de maíz aprobados incorpora múltiples genes para el mayor control de insectos lepidópteros, como así también tolerancia a los herbicidas glifosato y glufosinato; el otro, posee resistencia a los herbicidas 2-4D y ariloxisfenoxi.
El déficit hídrico y las elevadas temperaturas ponen en jaque a las principales actividades productivas del país. Así, al tiempo que afecta el crecimiento de los cultivos, aumenta la aparición de plagas y enfermedades. Entre otras, se destaca el trips del poroto Caliothrips phaseoli, un insecto que suele encontrarse sobre hojas de distintas especies vegetales, como la soja, que provoca grandes pérdidas.
Evangelina Perotti, investigadora del INTA Oliveros, Santa Fe, especificó que “si bien se trata de un insecto que está presente durante todo el ciclo de desarrollo del cultivo de soja, las campañas con condiciones de estrés hídrico y térmico potencian su desarrollo con picos poblacionales en el período de floración”.
De acuerdo con la especialista, las condiciones ambientales extremas provocan que las plantas concentren su contenido celular en las hojas, lo que facilita su consumo por parte de los insectos. “Sin quererlo, la planta se adecua a lo que el insecto necesita para acelerar su tasa de reproducción”, aclaró.
“Los trips generan un daño indirecto sobre el cultivo: rompen las células superficiales y succionan los jugos vegetales de las hojas de la soja. Aparecen, entonces, pequeñas manchas blanquecinas que son células vacías. De esta manera, las hojas se ven plateadas o grises y, luego, amarronadas-rojizas”, puntualizó Perotti, quien agregó: “Este daño incrementa la pérdida de agua de las plantas y, en condiciones de sequía, anticipa la senescencia del cultivo”.
A su vez, la plaga reduce el tamaño de los foliolos, induce una caída anticipada de las hojas y disminuye la tasa de fotosíntesis hasta en un 50 %, lo que repercute en el llenado del grano y en los rendimientos del cultivo.
“Es una plaga que pasa desapercibida por su tamaño pequeño, pero provoca importantes disminuciones de rendimiento”, aseguró Perotti quien no dudó en asegurar que “se la suele subestimar”.
La plaga comienza desde estadios tempranos y avanza, colonizando todos los nudos de la planta y, para cuando la tengamos en el estrato superior, será muy difícil manejarla.
En este sentido, advirtió: “La plaga comienza desde estadios tempranos, avanza colonizando todos los nudos de la planta y, para cuando alcanza el estrato superior, es muy difícil de manejar”.
Para tomar decisiones de manejo, la técnica de Oliveros recomendó evaluar plantas en floración en forma, invertirla –con las raíces hacia arriba– y observar detenidamente el reverso de las hojas en el estrato inferior y la presencia de individuos en el superior.
“Si se observan larvas o adultos en el estrato superior y coloraciones plateadas en la parte inferior de la planta, es el momento para controlarlo”, refirió la especialista. A la fecha, los tratamientos con mayor eficacia de control son las aplicaciones con productos de la familia de los inhibidores de la síntesis de la quitina (IGR, por sus siglas en inglés).
Un pequeño gran enemigo
Los trips adultos son muy pequeños y pueden ser de color amarillo, pardo o negro con manchas plateadas, según la especie. Esta plaga presenta seis estados de desarrollo: huevo, larvas de primer estadio, larvas de segundo estadio, prepupa, pupa y adulto. Los estados de prepupa y pupa ocurren en el rastrojo o en los primeros milímetros del suelo.
Las larvas y los adultos se alimentan de tejidos vegetales en lugares protegidos o se ubican en las hojas inferiores del cultivo, según las especies.
Cuentan con un aparato bucal con estiletes con los que succionan la savia y originan la decoloración característica (plateado y bronceado), seguida de la caída de las hojas. Los adultos se dispersan por vuelos en masas y pueden recorrer grandes distancias favorecidos por los vientos.
Fuente: INTA