Los precios de las cervezas más populares de la Argentina no deberían subir, al menos no por el impacto de la reforma tributaria que regirá desde marzo.
El Gobierno rebajará, mediante la reglamentación de la reforma, el impuesto interno que aprobó el Congreso hace algunas semanas. Según confirmaron encumbradas fuentes oficiales a LA NACION, descenderá del 14% al 10% (dos puntos porcentuales por encima de lo que estaba antes de la reforma).
Días atrás LA NACION publicó que los ministerios de Producción y de Hacienda analizaban el cambio. Incluso, que los negociadores de Quilmes (AB InBev) habían visitado la cartera que conduce Nicolás Dujovne el mes pasado para explicar la relación de sustitución que existe entre el vino (no quedó gravado por el impuesto interno) y la cerveza. Advirtieron, además, que subirían los precios y caerían los volúmenes de venta de sus productos. Además, afirmaron que ambas empresas (AB InBev y CCU) son inversores extranjeros (belga-brasileño y chileno, respectivamente) con fuerte desembolso en el país.
Según pudo saber LA NACION, ayer en Quilmes aún no habían sido notificados de la decisión de reducir el impuesto interno.
Más allá de las presiones empresariales, cerca de Dujovne ya pensaban en modificar la dinámica impositiva entre las bebidas alcohólicas, luego de que las negociaciones políticas para aprobar las reformas impositiva y previsional terminaron desbalanceando la estructura impositiva del sector, con bajas al vino y al champagne y subas a los licores y a la cerveza.
El artículo 111° de la reforma tributaria promulgada modificó el artículo 25° de la ley de impuestos internos y estableció un incremento al 14% (desde el 8% anterior) para las cervezas, lo que implica una tasa efectiva del 20,48%. No obstante, las versiones artesanales quedaron gravadas con un 8% (sin cambios), lo que benefició sobre todo a muchas pymes del sector. Ese porcentaje seguirá sin cambios. En tanto, quedaron exentas del impuesto las cervezas que tengan hasta 1,2 grados de alcohol en volumen.
Con el rumor dando vueltas en los últimos días, creció el malestar en la industria del vino y entre los licoreros. Las bodegas, que compiten directamente con la cerveza, esperaban mantener la diferencia competitiva. Los licoreros, en tanto, fueron los más perjudicados con las subas de las alícuotas.
"Buscaremos equidad en la ventaja que le den a la cerveza para no impactar los precios relativos entre productos sustitutos, la cerveza y los tragos", afirmó Gonzalo Aguirre, presidente de Diageo. La Cámara de Licoreros se reunirá hoy para tratar este tema.
"El debate en el Congreso fue muy rico y positivo, y reflejó la realidad del mercado", afirmó Sergio Villanueva, director de la Unión Vitivinícola Argentina a LA NACION. "La cerveza es una actividad muy concentrada, de grandes ganancias y pocos dueños. El vino, en tanto, tiene una gran base agraria. Querríamos mantener la diferencia tributaria. Eso fue lo que se discutió y ahora se distorsiona por el lobby", concluyó Villanueva.