Salvando la zona de influencia de Gualeguaychú, es difícil encontrar áreas de la provincia que hayan logrado superar los 50 milímetros, marca que, con buena voluntad, se podría considerar el cincuenta por ciento de la oferta normal. El patrón deficitario que se fue afianzando en el último trimestre del año pasado, comienza a generar una huella en el desarrollo de la campaña, la cual no da demasiado margen para evitar el impacto negativo en los rendimientos.
Durante la última semana del mes y específicamente durante el sábado pasado, algunas tormentas ingresaron por el centro oeste de la provincia y transitaron hacia el este definiendo un corredor con buena provisión de agua, con un máximo sobre el norte de Villaguay. También en las vecindades de Gualeguaychú, tormentas de escala reducida dejaron abundantes precipitaciones.
Este comportamiento inconexo de los sistemas precipitantes se vincula a una atmósfera que en niveles medios y altos presenta una estructura muy estable. Por sectores y en forma aleatoria, las perturbaciones logran quebrar el techo que impone el eje de alta presión y la nubosidad logra un rápido desarrollo. Bajo estas circunstancias aparecen celdas de tormentas con alta carga pluvial y que afectan áreas reducidas. Esto se traduce en una gran disparidad en los milimetrajes, aún entre zonas vecinas. Este comportamiento no viene siendo exclusivo de ER, sino que se repite en gran parte de la región pampeana.
Las perspectivas de corto plazo no plantean ninguna solución. El calor se afianza con el correr del fin de semana y las condiciones meteorológicas tenderán a fortalecer la sequía que persiste en la mayor parte de la provincia. Este panorama puede durar entre siete y diez días más, luego pueden aparecer las mejoras pluviales.
A lo largo del mes de enero la única zona que se ha mantenido relativamente a resguardo de la seca ha sido el sudeste de la provincia, aunque no en su totalidad. El entorno de la ciudad de Gualeguaychú representa un máximo de reservas para todo el territorio provincial, obviamente no es representativo y lo que marca el paso de la campaña es, lamentablemente, la sequía.
A esta altura de la campaña el año pasado, no se presentaba una situación muy sobrada incluso el centro noreste provincial, estaba en condiciones de sequía. El punto es que la zona donde se desarrollan los cultivos principales no estaba tan hostigada por la escasez de reservas. Esta circunstancia favorable se vio refrendada por un retorno oportuno de las precipitaciones que terminó sumando lluvias que superaron los valores normales. La diferencia de esta campaña es que antes situaciones de partida que no pueden considerarse tan lejanas, las perspectivas de la oferta de agua no reproduce el escenario del año pasado.
Esta descripción pretende definir el escenario de mayor probabilidad para la evolución del mes de febrero. La carga pluvial necesaria para revertir la seca es muy significativa y, como decíamos, no se perfilan soluciones favorables en el corto plazo. El mes de febrero de alguna manera ya hay que pensarlo mirando el desarrollo de la segunda década. No es que las precipitaciones estén descartadas por completo, el punto es que las mismas si se concretan, no serían de un volumen significativo.
Entendemos que el punto de quiebre para la evolución de los cultivos se verá con mayor claridad a partir del próximo informe. Par entonces ya se habrá definido la situación pluvial hasta finales de la segunda década y de alguna manera podremos perfilar qué suerte correrán los cultivos.