Pensar y planificar la agricultura por y para la industria. De esta forma, el productor Daniel Muñoz ideó y viene ajustando desde el año 2005 su planteo productivo en Tandil, provincia de Buenos Aires.
El productor es ingeniero agrónomo de formación profesional y se especializó en proyectos agroindustriales. Sin embargo, reconoce, en diálogo con Clarín Rural, que “siempre tuvo vocación productiva”, por eso nunca olvidó sus orígenes paperos ni su Tandil natal. Durante su desarrollo profesional fue viajando por distintos países del Mercosur y por la Argentina armando plantas industriales agroalimentarias.
Pero hace doce años se produjo el punto de quiebre. Era tiempo de volver y refundar su pequeña empresa, Polder Produce, que hasta entonces manejaba de manera marginal y distante. Por eso, retornó con una misión clara: quería darle otra proyección al negocio.
“Decidí regresar y elegí como estrategia empresaria ser abastecedor de proyectos agroindustriales porque ya conocía las aristas de ese negocio a partir de mi vinculación con la industria alimentaria. Me encolumné detrás de este objetivo porque siempre entendí que de esa forma tenía más ventajas competitivas”, asegura Muñoz. A esto agrega que esas mismas ventajas eran las que lo diferenciaban de un productor tradicional y también las que le permitían competir y mantenerse ante las grandes asociaciones de siembra que reinaban hace más de diez años.
A partir de esta decisión fundacional sentó las bases sostenibles de su negocio actual que lo convirtió, entre otras cosas, en el mayor productor de avena del país.
Gracias a su visión, el productor empezó a gestar la construcción de una relación de confianza y la vinculación directa con Pepsico.
“Mi primer cultivo industrial fue el girasol alto oleico. Hace unos diez años no estaba extendida su siembra, pero la industria ya lo buscaba”, recuerda. Y, gracias a esta oleaginosa, acercó las primeras posiciones de la relación que mantiene hasta el día con la empresa.
Poco a poco fue agrandado su superficie de siembra, ajustando sus rotaciones y la escala de su negocio. Hasta que llegó el día en que se alinearon los planetas y Muñoz tuvo que pensar en otra dimensión para el cultivo que había conocido de chico, cuando su padre era productor agrícola, y que él sembraba de manera marginal en ese momento. Pepsico le sugirió que sea uno de los proveedores de la papa que necesita para la fabricación de sus chips y también de la avena con la que se fabrica este producto instantáneo y las barras de cereales.
Este fue otro paso más hacia la consolidación agronómica y empresaria que tiene el productor y se apoya en estos dos cultivos, más el maíz.
Hoy, trabaja un total 1.500 hectáreas bajo superficie cien por ciento alquilada entre Tandil y 25 de Mayo. En detalle, siembra 1.000 hectáreas del cereal de invierno, 320 de papa y unas 150 de maíz. Por volumen cosechado, la avena es el cultivo más importante para el productor; por facturación, es la papa y, por ser una alternativa estratégica está el cereal de verano. Asimismo, entre los tres también encontró el equilibrio dentro de su rotación.
“Siempre antes de la papa se siembra avena y luego de la hortícola vuelvo a sembrar avena o hago maíz, pero con la idea de ir ajustando para que la papa vuelva al mismo lote cada cuatro o cinco años”, señala.
Sin embargo, no solo de cuestiones técnicas se trata la frecuencia de siembra de papa en las rotaciones, sino también de buenas prácticas agrícolas. Muñoz tiene que respetar las exigencias establecidas en los contratos de largo plazo que mantiene con los dueños de los campos y también las requeridas por las tres certificaciones internacionales que obtuvo en los últimos años: Global Gap, Rainforest Alliance y la que consiguió recientemente, SFI (Sustainble Farming Iniciative, por sus siglas en inglés).
“Nos enorgullece ser la primera empresa argentina con certificado SFI. Todas estos certificados implican muchas normativas y cumplir con determinados protocolos de trabajo entre los que hay diversas garantías de sustentabilidad que abarcan el uso racional de todos los recursos, la minimización en el uso de la energía, la inocuidad alimentaria, trato justo con los trabajadores, vinculación con la sociedad, trazabilidad en las aplicaciones de agroquímicos y solo aplicarlos cuando hacen faltan y también el monitoreo de variables ecofisiológicas”, especifica.
Estos años de vinculación con la industria no solo dotaron a Muñoz de un negocio sólido, sino también de oportunidades y más desafíos.
“Tengo dos líneas de trabajo que me gustaría seguir fortaleciendo. Una de ellas es agrandar el abastecimiento de papa a la industria y la otra es colonizar algunos mercados del mundo con avena certificadas ya que existen las oportunidades para hacerlo”, sostiene en referencia al valor agregado en el que está planeando. Y, al respecto, ya comenzó a trabajar con inversiones dirigidas a largo plazo.
“En una superficie propia, que compré hace cuatro años como inversión estratégica, tengo una planta de silo, galpones de maquinaria y la balanza. Allí construimos una cámara frigorífica para almacenar la papa de cosecha temprana. Esto me permite recolectar de manera anticipada las variedades que son más sensibles al frío y mantenerlas en los almacenes bajo atmósfera controlada”, cuenta.
Esta misma inversión está en línea con las exigencias de las certificaciones respecto al consumo de la energía. “Importé un sistema holandés de almacenado de papa que aprovecha al máximo la refrigeración con aire externo. Se trata de ventilar lo más que se pueda para no usar la electricidad”.
Otra de las tecnologías básicas en las que Polder Produce apunta a buscar mayor eficiencia energética y en en la que tiene una importante inversión es el riego, sobre todo destinado a la papa.
“Tenemos seis pivots centrales y cuatro cañones de riego extensivo que me garantizan el menor consumo de energía por unidad de área regada y también menos mano de obra”, afirma.
Ahora, la firma está llevando adelante otro proyecto de negocio con la construcción de una planta de lavado de papa para entregar a la industria un tubérculo totalmente limpio.
“Quiero seguir creciendo en valor agregado de mis materias primas y hacerlo en alianza estratégica con los clientes”, analiza.
Por el lado de la avena también hace diversas apuestas.
“Este año realicé un ‘screening’ de diez variedades con valor industrial ya que de rutina solo me manejo con tres. Esa es una dirección de avance tecnológico en la que estamos investigando distintas aspectos agronómicos. Además, debido a que formamos parte de la cadena de abastecimiento del cliente también estoy buscando abastecer a la industria de un producto más puras y con menos descarte en el molino”.
En el caso de este cereal, el productor cuenta que este año, y también como parte de las certificaciones ambientales, realizó un trabajo asociado a la captura de carbono en el ciclo de la avena. Una ficha vinculada a la trazabilidad del cultivo.
“Ahora conocemos que por cada kilo que cosechamos, el cultivo toma de la atmósfera 2,2 kilos de dióxido de carbono”, aseveró la investigación llevada adelante por un equipo de científicos especializado.
Uno de las cuestiones que Muñoz destacó sobre su empresa, además de la adopción tecnológica y fortaleza en la visión empresaria, estuvo asociada al peso que tienen los recursos humanos.
“Cuando comenzamos estabámos trabajando un tractorista y yo. Hoy, ese tractorista sigue en la empresa y también trabaja su familia. Y, de ser dos, ya somos unas treinta personas todos los meses entre personal fijo y temporario. Por eso pienso que Polder es una firma generadora de trabajo genuino para personas capacitadas y comprometidas con la sustentabilidad”, consigna.
Finalmente, el productor reflexiona sobre lo que viene.
“Nuestra industria papera y la de avena, que son las que conozco por visitar distintos países, tiene muchas oportunidades de abastecer al mundo de productos procesados , ya se por las calidades de los productos como por sus capacidades productivas. Por eso, me gustaría que estemos más presentes en el radar global en estos cultivos en los próximos años”, concluye.