Los sediciosos tiraban piedras, tuercas, bombas caseras y botellas de vidrio. Durante esas tres horas, apelando a las cuestiones de privilegios, una legión de diputados del FPV, de la izquierda y del massismo, mentían descaradamente ante las mismas cámaras de televisión diciendo que había que suspender la sesión porque estaban reprimiendo al pueblo.
Claramente asistimos a un acto de sedición intentando impedir que funcione uno de las instituciones del estado como es el Congreso de la Nación. Y también pudimos ver que esos sediciosos no eran jubilados achacados reclamando por sus jubilaciones. Eran grupos de choque que directamente se levantaron contra el orden constitucional.
Lo más patético es que todo ese accionar sedicioso no fue por una reforma de fondo, que obviamente tampoco se hubiese justificado. El debate era solo por un cambio en la forma de ajustar las jubilaciones. Ni siquiera era un debate para cambiar el sistema de reparto y volver a la jubilación privada.
Nadie puede ser tan ingenuo como creer que lo ocurrido fue un acto espontaneo de protesta y que hubo reacción de la gente ante una agresión desmedida de la policía. Todos sabemos que esto fue organizado por alguien que usa como excusa el ajuste de las jubilaciones para tratar de cubrirse de la lluvia de juicios que se le vienen encima por corrupción y traición a la patria.
Ahora bien, es evidente que todos los argumentos que se vienen esgrimiendo en favor del gradualismo para que no se produzca un conflicto social quedo desmentido por lo que vimos el jueves pasado y ayer. Los conflictos sociales, en la mayoría de los casos en Argentina, son organizados. Impulsados por sectores políticos. Y más cuando ese sector político advierte que va a tener que rendir cuentas ante la justicia.
Dicho esto, con lo que se vio ayer en televisión, el peronismo en general y el kirchnerismo en particular perdieron más imagen ante la población. Pero el gobierno pagó un costo político por no explicar adecuadamente el problema previsional y negarse sistemáticamente a presentar un plan económico consistente. Un plan bien articulado.
Tener dividida la administración de la economía en tantos ministerios es un delirio, pero mucho más delirio es, considerando la herencia económica recibida del kirchnerismo.
Me parece que Macri debería tomar nota de lo ocurrido y advertir que tiene que poner al frente de la economía a alguien que tenga un plan global en su cabeza, con un equipo económico que inspire confianza y, por sobre todas las cosas, sea más docente que ministro de economía para explicar con claridad, ante la población, los problemas económicos. Uno de los errores más groseros de este proyecto de ley modificando el ajuste de las jubilaciones es que nadie del gobierno supo explicarlo con claridad. Les falta hacer docencia económica para que la gente entienda las medidas que se adoptan.
En vez de dilapidar el capital político recientemente obtenido en las elecciones de octubre discutiendo cómo ajustar las jubilaciones o si las gaseosas azucaradas van a pagar más impuestos o menos impuestos, luce más lógico apostar el capital político en encarar un mínimo de reformas estructurales que le den sustento de largo plazo a la política económica.
Es más razonable tomar deuda para financiar la reforma del estado de manera de bajar el gasto público y equilibrar las cuentas del sector público, que tomar deuda permanentemente para financiar un bache fiscal que lejos de reducirse aumenta por el costo de financiamiento que genera el gradualismo.
En síntesis, al momento de diagramar su política económica, el gobierno debería tener en cuenta que el gradualismo no es la medicina adecuada para enfrentar la terrible herencia recibida del kirchnerismo. Que cualquier cosa que haga en materia de política económica, los sectores políticos que siempre conspiran, ahora tienen más razones para conspirar ante el tsunami de juicios que tienen que enfrentar. En ese contexto político, es claro que el gobierno va a recibir el apoyo de buena parte de la población si presenta un plan económico consistente y explicado con toda claridad por un ministro de economía que sea más un docente que un tesorero del club.
El salvaje ataque sedicioso al Congreso de la nación perpetrado por ese grupo de delincuentes que enfrentan juicios, debería hacerle reflexionar a Macri sobre su estrategia económica.
La gente tiene paciencia y apoya. Pero no tiene toda la paciencia del mundo.
Fuente: Economía para Todos