“Una mala aplicación de fitosanitarios era ignorada. Hoy, ya no”.
Esta frase de Eduardo Moavro, director de Cultivos Extensivos del Ministerio de Agroindustria, podría resumir la premisa del primer Congreso Nacional de Fitosanitarios que se desarrolló esta semana en la provincia de Salta. “El efecto del hombre sobre el ambiente y la salud escalan en la agenda pública y política”, continuó el funcionario quien fue uno de los oradores del evento organizado por la misma cartera agropecuaria, la Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (Casafe) y el INTA.
“Hay una gran cantidad de productores que hacen muy bien las cosas y que se preocupan por usar las buenas prácticas. El problema está en las ovejas descarriadas que a veces hacen mal las cosas y el impacto mediático es muy fuerte. En este punto queremos trabajar y poder llegar con el mensaje”, continuó esgrimiendo los motivos del congreso Federico Elorza, Coordinador Técnico de Casafe, a Clarín Rural, que llegó hasta la provincia salteña para cubrir los dos días en la que se basó en disertaciones y demostración a campo en Inta Cerrillos.
En este sentido, sobre la percepción de la sociedad sobre la aplicación de los productos, señaló que “hay mucho desconocimiento sobre lo que pasa tranqueras adentro”.
Y para contrarrestar esta apreciación negativa, el foco del congreso estuvo en las buenas prácticas agrícolas y el uso responsable de los agroquímicos. “No hay que demonizar a los insumos sino, más bien, a la mala praxis”, sentenció Ramiro Cid, Responsable del Módulo de Aplicación de Tecnología de Fitosanitarios en el INTA y quien fue uno de los principales protagonistas de la jornada.
Pero, ¿a qué se refieren cuando se habla de buenas prácticas en las labores de pulverización?
“Es un conjunto de prácticas que hacen que el trabajo que hacemos sea eficiente en el sentido de cumplir el cometido principal de controlar plagas, insectos o malezas con el agregado de no generar ningún inconveniente para el medio ambiente o para las personas siendo sustentable”, definió Cid a Clarín Rural.
En este sentido, en la segunda jornada, los más de 200 asistentes pudieron observar en detalle las principales cuestiones a tener en cuenta para una correcta aplicación.
Uno de los puntos centrales para resguardar la salud del operario es el uso del equipo de protección personal (EPP).
Esta temática fue profundizado por Juan Carlos Sedran, integrante de Casafe, quien puso énfasis principalmente en un elemento: la máscara. “Hay 4 puertas para que ingrese el agroquímico al cuerpo: nariz, boca, piel y ojos. La máscara cubre dos: nariz y boca”, detalló el ingeniero.
De ahí que hizo hincapié en cambiar periódicamente los dos filtros de carbono activado que tiene la máscara. “No se debe guardar en lugares con olores a los fitosanitarios porque acorta la vida útil de los mismos”.
De igual manera, Cid explicó que también se debe cambiar los filtros de carbono de la cabina de la máquina porque si están saturados, todo el aire contaminado ingresa a la cabina del maquinista directamente.
Otra cuestión a considerar es el triple lavado de los envases una vez que se agrega el producto a la maquinaria. Según especificó Fernando Langoni, técnico de Casafe, se debe vaciar el envase completamente y depositar agua limpia hasta un cuarto del volumen total del envase. Esta acción debe repetirse tres veces para luego invertirlo en el tanque. “Finalmente, se perfora el envase para que no se vuelva a utilizar y sea llevado a los centros de acopio para su reciclaje”, dijo.
Posteriormente, se hizo foco en el funcionamiento de las maquinarias. ”Siempre se piensa en la gota y se olvidan de la máquina, que es el cuello de botella para las buenas prácticas porque aquí se concentra el esfuerzo del trabajo”, destacó el especialista Luis Balestrini, de Balestrini y Cia.
Para ejemplificar, Balestrini mostró un trabajo realizado sobre 306 equipos de pulverizadoras. Y una de las principales conclusiones que sacaron fue que el 72% de los mismos no tenían una limpieza adecuada en los circuitos del pulverizador lo que genera que no haya una mezcla homogénea y que la aplicación esté contaminado con otros productos. Esta fue una de varias irregularidades.
Para paliar estas adversidades, Balestrini, junto a José Luis Tedesco, de Agricultura Certificada de Aapresid y Enrique Kurincic, de Iram, hicieron foco en la Norma Iram 14.130 que se basa en un manual técnico y legal para una mejor gestión y trabajo de cosecha, siembra y de pulverizaciones.
En esta línea, Cid hizo alusión a los contratistas, que tienen una participación de las labores en el campo de casi un 80%. “Lo que les interesa a ellos es barrer hectáreas. Y entran al lote sin pensar en las características de la aplicación”, dijo.
Por lo que recomendó que antes de comenzar cualquier aplicación, “hay que tomarse una pausa, mirar el entorno, analizar, medir las condiciones climáticas, saber qué humedad y temperatura hay, desde dónde vienen los vientos, si hay situación riesgosa con cultivos sensibles o peor aun, si hay escuelas o viviendas cercanas al campo”.
En paralelo, también se mostró la cama biológica, una innovación sueca que evita que el derrame de productos en el suelo durante la carga del tanque. Se trata de una biomezcla en un pozo con un piso de arcilla y dentro del mismo se agrega paja (lignina), compost y suelo. “El hongo de la pudrición blanca descompone las partículas”, señaló Sebastián Blanco, también técnico de Casafe.
Por último, Cid enfatizó las tecnologías que ayudan a eficientizar las pulverizaciones. En primer lugar, hizo referencia a la aplicación selectiva de herbicidas a través de las tecnologías Weed it y Weed Seeker. ”Están pensados para utilizar menos herbicidas. Es bueno desde el punto de vista económico porque es un ahorro para el productor”, destacó.
Asimismo, resaltó otra tecnología que hasta el momento tiene poco difundida que son los sistemas de modulación por ancho de pulsos. “Son sistemas que interrumpen y abren muy rápido el paso del líquido en cada uno de los picos sin variar la presión y esto permite regular desde la cabina la cantidad de litros que se pulveriza pero con la característica de que uno no modifica la presión con lo cual no se modifica el tamaño de las gotas”, concluyó Cid.
Para un uso eficiente de los fitosanitarios
Uno de los temas que se tocó durante el primer Congreso Nacional de Fitosanitarios que se derrolló en Salta fue la utilización de las Buenas Practicas Agrícolas en el uso de productos fitosanitarios. En este punto, el ingeniero agrónomo Juan Pablo Timpone, Responsable Global de Adjuvantes para Rizobacter Argentina hizo foco principalmente en el uso del agua y adjuvantes.
Haciendo referencia a la primera temática, el experto destacó que la dureza, la turbidez y el PH son los tres parámetros más directos que se puede medir e inferir si van a ocasionar algún inconveniente en la pulverización posterior. Y en consecuencia, esto puede provocar sobredosis de productos que no matan el problema y obligan a reaplicar en los lotes.
Según el referente de la empresa pergaminense, los valores de dureza peligrosos son desde 120 partes por millón hacia arriba. (120 partes de carbonato de calcio por cada millón de partes de agua).“Todo el país puede tener riesgos de dureza”, alertó Timpone.
En este sentido, especificó que la dureza puede redundar en agroquímicos tradicionales inactivados como glifosato, dicamba, 2,4-D y otros de uso común en los productores. “La turbidez hace algo parecido y se puede perder productos sobre todo los que son afines a esas partículas que normalmente son paraquat, (producto desecante) y graminicidas, principalmente”, advirtió.
El último parámetro a tener en cuenta en el agua es el PH. “La idea es modificar la cultura que existe sobre esta problemática. Si hay buen secuestro de dureza, una buena inactivación de la turbidez, el ph lo define las fórmulas de agroquímicos que el productor utiliza. Solo hay que ponerlo en un valor seguro que es muy posible que es entre 4,5 a 6,5”, definió.
En referencia a los adyuvantes, Timpone aseguró que esta tecnología puede lograr caldos mas homogéneos para que no haya focos de malezas que pueden resurgir e infestar el lote. Del mismo modo se puede aplicar a insectos y hongos. “Hay un crecimiento importante del mercado de adjuvantes. Significa mas gente entendiendo para qué lo necesita y cuánto lo necesita”, concluyó Timpone.
Más aplicaciones con tecnología selectiva
La tecnología fue también uno de los ejes del primer Congreso Nacional de Fitosanitarios que se desarrolló en Salta esta semana.
“La aplicación selectiva va a ser una tendencia que se tiene que establecer mas allá de los beneficios económicos que genera porque también es muy bueno desde el punto de vista ambiental”, destacó Juan Manuel del Cerro, representante de la firma Metalfor para el norte argentino. Y agregó: “En la zona norte se adapta perfectamente porque hay extensiones muy largas y hoy en día están apareciendo malezas resistentes muy difíciles de combatir”.
En este sentido, el representante de Metalfor, empresa que trabaja con Weed Seeker, expresó que todavía la gente esta reacia a animarse a la tecnología pero los que probaron dicen que los resultados son extraordinarios.
Por ejemplo, contó, dos de los clientes de la firma de Metalfor en el norte, de 7.500 hectáreas y 9.800 hectáreas de aplicación en la campaña anterior, se ahorraron un 74% y 84% de productos en barbecho, respectivamente. Y puntualmente, uno de los productores se animó a aplicar en soja crecida, con 40 centímetros de altura, para maíz gaucho, logrando equilibrar el equipo. “En 3.000 hectáreas el gasto de la tecnología se amortiza en una campaña o en una campaña y media”, aseguró.