Aunque ciertos comentaristas se sonrojen porque el país exporta soja, maíz, trigo, aceites, harinas proteicas o carnes y reclamen "vender con valor agregado", como si estos productos no lo tuvieran ya, las oportunidades concretas siguen estando en la agroindustria. Y esto no significa desmerecer otros sectores de la economía que también expanden la canasta exportadora, como los servicios (industria del conocimiento) o las pymes industriales, entre otros.
Esta semana, el Ministerio de Agroindustria anunció la apertura del mercado
mexicano para las exportaciones de trigo. Tras negociaciones llevadas adelante
por la secretaria de Mercados Agroindustriales, Marisa Bircher; el subsecretario
de Mercados Agropecuarios, Jesús Silveyra, y directivos del Senasa, se concretó
una operación por 30.000 toneladas. Según informó el ministro de Agroindustria,
Ricardo Buryaile, el embarque se realizará en diciembre.
A esa operación de trigo podrían sumarse nuevos embarques, ya que no hay cupos, según informó Bircher. Y también podrían agregarse embarques de maíz, tras los pedidos de los empresarios mexicanos que visitaron la Argentina en mayo pasado. A la venta de trigo a México se sumó la apertura de Canadá para la carne avícola. De acuerdo con lo informado por Agroindustria, en lo que va del año se abrieron 18 destinos para los productos de origen argentino.
Desde que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, expresó su interés de rever el acuerdo de libre comercio con Canadá y México firmado hace 23 años, sus socios comenzaron a buscar nuevos proveedores fuera de América del Norte. El deseo de Trump de volver a negociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta, en sus siglas en inglés) podría significar una suerte de "tiro en el pie" para la agroindustria de los EE.UU. Paradójicamente, fue el sector que apoyó la carrera del magnate neoyorquino hacia la Casa Blanca en 2016. Esta semana se realizó en Washington la cuarta ronda de negociaciones para volver a discutir el Nafta. Según el diarioThe New York Times, para entrar con sus productos en México los productores norteamericanos tendrían que pagar 25% de arancel para la carne bovina, 45% para los lácteos, 75% para el pollo, las papas y el jarabe de maíz de alta fructosa. Una coalición de asociaciones de productores e industriales de estos productos recorrió los pasillos del Congreso esta semana para advertir a sus legisladores del riesgo que supone dar marcha atrás con el Nafta. La Argentina debería estar atenta a estos movimientos.
El comercio internacional tiene otros escenarios igual de complejos. Las negociaciones por concretar un acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea es uno de ellos. Hace unas semanas, los negociadores de ambos bloques se reunieron en Brasilia y mostraron sus ofertas para la desgravación arancelaria. En carne vacuna, la UE propuso liberar 70.000 toneladas para el bloque regional. "Es muy poco", dijo el presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Luis Miguel Etchevehere, que participó como parte de las reuniones paralelas con el sector privado. "Queremos que mejore esa oferta de acá a diciembre", añadió el presidente de la SRA en referencia al plazo que se fijaron los negociadores para firmar el acuerdo. "Buscamos también que se abra el mercado para otros productos como el vino, las legumbres y la miel", entre otros, añadió.
Cada ventana que se abre es una oportunidad para generar divisas, inversión y empleo. Los empresarios de la carne que participaron en la feria de alimentación Anuga, en Alemania, lo comprobaron al tomar contacto con los importadores chinos de carne. Tienen interés por comprar cortes de más calidad y precio de los que hasta ahora se están enviando. En el Gobierno dicen que no falta mucho para que se concrete el protocolo para exportar cortes enfriados y con hueso. Con China, se sabe, hay que tener paciencia milenaria para concluir un negocio.
Puerta a puerta, mercado a mercado es la vía que elige el Gobierno para aumentar las exportaciones. No es un camino que asegure el éxito inmediato porque el proteccionismo está viviendo una nueva época de auge. Al mismo tiempo, la macroeconomía argentina tiene algunos puntos débiles, como el déficit fiscal, la inflación, la presión impositiva y el tipo de cambio. Y si el país quiere vender también debe aceptar que tiene que comprar.