El año empezó con agitación. Primero ocurrió el temporal que dejó bajo el
agua a Pergamino, en la provincia, y que obligó a las autoridades municipales a
declarar la alerta sanitaria. Con apenas días de diferencia, otro fenómeno se
superpuso y la Cruz Roja Argentina movilizó nuevamente a sus voluntarios a otra
zona de desastre. Varios equipos de este movimiento humanitario, que en nuestro
país tiene 65 filiales, debieron asistir a los evacuados por un alud de barro en
las localidades jujeñas de Volcán, Bárcena y Tumbaya, que dejó el sistema de
cloacas y abastecimiento de agua potable colapsado, los servicios de
comunicaciones interrumpidos y cientos de evacuados.
La alarma siguió sonando durante lo que va del año en 24 oportunidades. Así,
según la organización, duplicó los registros del año pasado, cuando se atendió
un total de 11 eventos adversos.
Hoy es el Día Internacional para la Resolución de Desastres, declarado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) hace siete años con el objetivo de concientizar a los gobiernos y los ciudadanos de que tomen medidas que minimicen los riesgos ante cualquier emergencia o desastre. Y a contramano de las metas por alcanzar, este año resultó ser el más complejo de las últimas seis décadas para la Cruz Roja Argentina.
"La situación es preocupante porque todavía no transcurrió la temporada alta de lluvias en el país y ya estamos muy por encima de la media anual de emergencias que atendemos usualmente", explica a LA NACION Cristian Bolado, director de Respuesta a Emergencias y Desastres de la Cruz Roja Argentina.
Según los expertos de la organización, algunas de las razones en las que se sostiene este récord de participación son dos. "Por un lado, hubo una mayor recurrencia de eventos locales, sobre todo a raíz de fuertes tormentas que se superponen en períodos más cortos de tiempo. La afectación territorial también fue mayor que otros años, y las consecuencias en las comunidades que están en situación de vulnerabilidad se profundizan", señala Bolado.
Para que alguna de las filiales de la Cruz Roja Argentina ponga a sus equipos en acción, es necesario que haya un "vacío humanitario" que otros actores -a nivel municipal, provincial o nacional- no puedan cubrir. "Estos vacíos humanitarios dependen de la zona, del tipo de fenómeno y de los niveles de vulnerabilidad preexistentes de las comunidades -detalla Bolado-. Pero, generalmente, tienen que ver con cuestiones de agua y saneamiento, prevención de enfermedades y la recuperación temprana de vivienda y medios de subsistencia que permiten el desarrollo económico de esa comunidad. Otra cuestión importante, que se vio mucho este año, fue la necesidad de restablecer el vínculo entre las personas. Es decir que las familias puedan estar comunicadas, como sucedió en Jujuy con el alud. En esa ocasión, al cuarto día llegó el Ejército con su sistema de telecomunicaciones que es muy superior al de la Cruz Roja".
Para un desastre de la magnitud de las inundaciones en Comodoro Rivadavia, en marzo pasado, se abrieron varias líneas de trabajo. "Desde la municipalidad nos hicieron el pedido formal para trabajar en la temática de higiene de manos y la prevención de enfermedades productos del consumo de agua no apta. También activamos la línea que llamamos shelter, que involucra asistencia en los centros de evacuados, alojamiento temporario y la evaluación de daños en las viviendas", agrega Bolado.
¿Hubo más temporales, aludes, caída de granizo, crecidas y desbordes de ríos y arroyos que otros años? Para Mauricio Saldívar, meteorólogo y especialista en gestión del riesgo en desastres, lo que ha variado no es la intensidad de los eventos climáticos, sino que se profundizaron las consecuencias. "Hay que tener presente que estamos en uno de los ciclos húmedos que afectan al país cada 50 años, en promedio, y la oleada de eventos extremos que se sucedieron este año no necesariamente está vinculada al cambio climático. La mayoría ha respondido a la natural variabilidad del clima -señala Saldívar-. Los desastres son una construcción social. Hemos modificado el uso del suelo, nos fuimos a vivir cerca de las costas de ríos y mares y entubamos arroyos. Además, está comprobado que en estos últimos años las napas han subido, y por eso el suelo tiene menor capacidad de absorción".
Emilio Renda es el secretario de Protección Civil, organismo que depende del Ministerio de Seguridad de la Nación, y a través de la nueva ley del Sistema Nacional para la Gestión Integral del Riesgo articula el trabajo con todas las provincias ante cualquier emergencia o catástrofe. "Después de las inundaciones provocadas por el fenómeno de El Niño, este año esperábamos La Niña, pero se dio una fase neutra que generó intensas lluvias focalizadas. Tuvimos 13 provincias en emergencia simultánea, y a los eventos hidrometeorológicos se sumaron incendios, aludes y hubo tres volcanes en alerta amarilla".
Capacidad de respuesta
Tanto para la Cruz Roja como para la Secretaría de Protección Civil, tres de los desastres con peores consecuencias fueron los de Jujuy y Comodoro Rivadavia y las inundaciones en Lamadrid, Tucumán, donde se debió evacuar al pueblo completo, con más de 5000 personas. Hoy, en Jujuy aún quedan viviendas afectadas y hay familias que continúan en módulos habitacionales de carácter provisorio. En Comodoro Rivadavia, el impacto psicosocial sigue latente, y cada vez que llueve el temor vuelve a instalarse. "Se está trabajando en estudios para identificar las distintas vulnerabilidades", acota Renda. Y en Lamadrid, la reconstrucción de los hogares sigue a paso lento.
La acción de los gobiernos es determinante, pero desde la Cruz Roja no tienen dudas de que, de aquí en adelante, el trabajo que se pueda hacer desde las comunidades es clave. "Está comprobado que las comunidades más seguras son las que conocen y comprenden sus riesgos, se comprometen con la prevención y se preparan para poder afrontar situaciones adversas", afirma Pablo Bruno, director de Gestión del Riesgo de Emergencias y Desastres. Por eso, la celebración de esta fecha aparece en un contexto particular, ya que los fenómenos naturales fueron los protagonistas de este segundo semestre. Una sucesión de huracanes azotó el Caribe y ciudades costeras de los Estados Unidos. En paralelo, distintas localidades de nuestro país sufrieron graves inundaciones. "Hay amenazas naturales que no pueden evitarse, pero factores como la vulnerabilidad social, económica y ambiental pueden exacerbarlas -dice Bruno-. La reducción del riesgo es algo que nos compete a todos".
Una ley para regular el voluntariado
La ley que regula la actividad de la Cruz Roja en el país es de 1893. Según cuentan desde la institución, a más de un año de su presentación en el Congreso, el proyecto de ley todavía no fue aprobado para tratarse en el recinto y podría perder estado parlamentario. La institución reclama la protección especial del emblema; la derogación de impuestos; nombrar el voluntariado como carga pública para que puedan movilizarse ante las emergencias, sin que esos días sean descontados de sus sueldos, y que el Estado destine un porcentaje para su financiamiento -que hoy es sólo privado- para el pago de pólizas de seguro. "A lo largo de estos 136 años, Cruz Roja Argentina ha actuado de forma sostenida para prevenir y atenuar el sufrimiento de las comunidades en situación de vulnerabilidad. Además, tiene un rol auxiliar de los poderes públicos en sus actividades humanitarias. Por eso, es necesaria la aprobación de una ley que permita tanto fortalecer su trabajo como proteger al voluntariado", señala Diego Tipping, presidente de la institución.