Su desaparición física y la particular situación que hoy vive el ex presidente Carlos Menem, condenado a siete años de prisión por contrabando de armas a Croacia y Ecuador durante su gestión presidencial -condena que llevó a debate su postulación a su reelección como senador por La Rioja- parecen unirse para conmemorar una época de la historia argentina, signada tanto por una de las aparentes reconversiones ideológicas del peronismo, con su abrazo a las ideas del liberalismo y las privatizaciones, como por los escándalos de corrupción de los años 90 y la llamada cultura de la pizza con champagne.
María Julia Alsogaray había nacido el 8 de octubre de 1942 en Buenos Aires, hija del recordado Álvaro Alsogaray y de Edith Gay. Su familia estuvo marcada por una tradición militar: su tatarabuelo, que luchó junto al almirante Guillermo Brown; su bisabuelo y su abuelo, de conocida actuación en el golpe contra Hipólito Yrigoyen, fueron militares. Su padre pasó por el Colegio Militar y la Escuela Superior Técnica del Ejército, aunque dejó la carrera de las armas con el grado de capitán, para estudiar Ingeniería en Córdoba. María Julia siguió sus pasos y se recibió en la Universidad Católica Argentina, carrera que por aquel entonces pocas mujeres elegían.
Al igual que su padre, se dedicó a la política desde muy joven. En 1972, lo acompañó en la fundación del Partido Nueva Fuerza, que un año después compitió en las elecciones presidenciales en las que triunfó el justicialista Héctor Cámpora. Sólo alcanzó el 2% de los votos con Julio Chamizo como postulante presidencial.
Casada con el conservacionista Francisco Erize Arata, con quien tuvo dos hijos varones, pasó a dedicarse full time a la política cuando su padre fundó la Unión del Centro Democrático (Ucedé) en 1983. En 1985 llegó a la Cámara de Diputados, desde donde defendió sus ideas liberales y la necesidad de achicar el Estado. El ideario liberal sedujo a un mayor número de electores, de la mano de los desaguisados económicos que vivía el país hacia fines de los años 80, con el proceso hiperinflacionario que golpeaba a los argentinos y al gobierno de Raúl Alfonsín .
En 1989, Álvaro Alsogaray fue candidato presidencial por la Alianza de Centro, que sumó a ucedeístas, demoprogresistas y conservadores. En esas elecciones, que consagraron a Menem como jefe del Estado, logró su mayor cosecha: el 6,5% de los votos en el orden nacional. María Julia fue candidata a senadora nacional por la Capital Federal; ocupó el tercer puesto, detrás del radical Fernando de la Rúa y el peronista Eduardo Vaca. El voto de los electores de María Julia fue clave para llevar a Vaca al Senado y postergar a De la Rúa.
Fue ése uno de los primeros síntomas del acercamiento entre los Alsogaray y el menemismo. A poco de asumir Menem la presidencia, el ingeniero Alsogaray fue nombrado asesor presidencial. Y en 1990, su hija fue designada para llevar a cabo las privatizaciones de la acerera estatal Somisa y la Empresa Nacional de Telecomunicaciones (Entel). Más tarde pasó a ocupar la Secretaría de Medio Ambiente.
Aunque sorprendió a muchos, no se trató del primer acercamiento de los Alsogaray al peronismo. Durante el primer gobierno de Juan Domingo Perón, el ingeniero Alsogaray había sido nombrado presidente de la Flota Aérea Mercante Argentina, precursora de Aerolíneas Argentinas, aunque se alejó pocos meses después. "Eran tiempos en que no se sabía muy bien qué era el peronismo", se justificaría Alsogaray más tarde.
Rápidamente, María Julia cobró inusitada notoriedad. A las versiones que la sindicaban como una de las funcionarias que más influían en Menem, sumó una sonada controversia cuando posó para la tapa de la revista Noticias, aparentando estar desnuda debajo de un tapado de piel. "Todos tenemos derecho a una cuota de frivolidad de vez en cuando", explicó luego.
Durante su gestión recibió innumerables críticas, aunque logró su cometido de privatizar Somisa, que pasó a un consorcio liderado por Techint, y Entel, que fue dividida y adquirida por Telefónica de España y France Telecom. De su trabajo al frente del área de Medio Ambiente, lo que más se recuerda es su incumplida promesa de "limpiar el Riachuelo en mil días" y de que se "tiraría a nadar" en ese río hasta hoy contaminado.
Memorables resultaron las luchas internas protagonizadas entre la hija del fundador de la Ucedé y la blonda dirigente Adelina Dalesio de Viola, que alguna vez le hicieron confesar a Álvaro Alsogaray ante este cronista: "¡Qué bueno sería tener un partido sin afiliados...! ¡Y sin mujeres!" La participación de los Alsogaray en el gobierno menemista terminó por dividir a la Ucedé, haciéndola desaparecer del mapa político.
Concluido su paso por la gestión pública, vendría lo más difícil para María Julia Alsogaray, con su constante desfile por los pasillos de Tribunales. Como no ocurrió con otros funcionarios del gobierno menemista, fue conducida a cinco juicios por diversos actos de corrupción y enriquecimiento ilícito. Entre 2004 y 2015 recibió tres condenas, fue absuelta en una causa y sobreseída en la restante por prescripción de la acción penal. Como consecuencia, cumplió 638 días de prisión efectiva y varios años en forma domiciliaria. En un intento por justificar su enriquecimiento, conmovió a buena parte de la clase política cuando admitió que todos los ministros del gobierno de Menem cobraban sobresueldos, desatando una polémica que ni el ex presidente logró esclarecer. María Julia Alsogaray llevó la peor parte.