En 2016, una fuerte caída de precios avanzó sobre los principales
agroquímicos. Sobre los valores vendidos en 2015, 2,4-D, atrazina y haloxifop
bajaron en precio un 15%. Cletodim lo hizo un 29% y el glifosato descendió un
13,8%. Son datos del consultor Luis Mogni.
Esos productos representan casi el 45% del mercado. Cualquier variación impacta sobre el resto. En el caso del glifosato, un relevamiento de Grupo Agros indica que la baja fue mayor y, con respecto a 2016, es del 26,83 por ciento.
El año pasado, el mercado de agroquímicos en general movió US$ 2482,5
millones, una variación positiva de apenas 0,4% con respecto a 2015. Fue una
leve suba en valor cuando en volumen, con la recuperación del trigo y el maíz
más la problemática por malezas resistentes, hubo una mejora del 17,1%. De
nuevo, la explicación viene por los precios, que tuvieron una merma promedio
para todo el mercado del 16,8 por ciento.
Para los productores, según cálculos del sector empresario, la baja de precios les significó un ahorro de US$ 400 millones (sólo en glifosato fueron US$ 200 millones). Además, siempre por menores precios, se estima que con los fertilizantes tuvieron otro ahorro de US$ 200 millones.
Varios planetas se alinearon para la baja. En primer lugar, hubo una presión de las multinacionales involucradas en los procesos de compras y fusiones a nivel global por vender más sobre fin de año y cumplir compromisos con sus matrices. Se pusieron muy ofensivas en términos de ventas no sólo colocando altos volúmenes en los canales de distribución, sino agresivas bajando precios. Algunas estimaciones indican que para diciembre pasado había stocks no vendidos en manos de los distribuidores por US$ 500 millones.
En segundo lugar, las condiciones climáticas adversas hicieron que la demanda por parte de los productores se ralentizara. Así, una demanda tranquila con una oferta abundante exacerbaron el mercado.
En tercer término, hubo otro elemento que gravitó sobre los precios: la importación. Sumando principios activos y productos formulados, los dólares totales por las importaciones bajaron un 6,2% y representaron US$ 1190 millones. Sin embargo, los volúmenes importados treparon entre un 10 y un 15 por ciento.
En tanto, según Ciafa, sólo en productos formulados en volumen se pasó de una importación de 56,9 millones de litros/kilos en 2015 a 71,1 millones de litros/kilos en 2016. Hubo un alza del 25 por ciento.
Según fuentes del mercado, unas 41 empresas "nuevas" habrían comprado en el exterior en 2016 tras el fin de las trabas para importar que había con el anterior gobierno. Son firmas nuevas o que luego de haber tenido problemas con la importación volvieron al ruedo. Se trata de empresas que se sumaron a los importadores de siempre.
Si bien habrían concentrado sólo el 3% de la masa importada, su presencia alteró un mercado ya sobreofertado. También se notó un mayor movimiento de empresarios chinos acercándose para tratar de hacer ventas directas que hoy canalizan por importadores. Desde China habría unas 500 plantas en condiciones de proveer al mercado argentino.
Controles
La depresión parece a pedir de una estrategia de bajar todo lo posible el costo al productor. Pero en esta historia aparece otro capítulo con el Senasa, porque para empresas del sector faltan controles más rigurosos sobre la mercadería importada. "Están controlando menos del 5% de lo que ingresa cuando en los Estados Unidos controlan todo y en Brasil un 30%", contó un empresario. "Entra cualquier cosa desde China, productos sin la concentración de ingrediente activo declarada o con impurezas o contaminados o que vienen de una planta productiva que no es la nombrada en la declaración jurada", agregó la fuente.
Para Luis Francisco Calvo, de Grupo Agros, en la presión de sobreoferta hubo empresas que trajeron productos más allá de la cantidad que iban a poder vender. Añadió que hoy "las barreras de entrada" para los importados "están muy bajas". "Hay que hacer cumplir los controles. En Brasil, por ejemplo, se cumple con la ley y no cualquiera puede sacar un registro e importar", indicó. El Senasa responde que se hacen los controles (ver aparte).
En este contexto, una pregunta se impone: ¿la baja de los precios pudo ser aprovechada por los productores?
Para Carlos Grosso, de VMV Siembras, atenuó la mayor necesidad de insumos por el aumento de las distintas problemáticas, pero no generó una mayor inversión propiamente dicha. "Los insumos que bajaron de precio son básicamente artículos de primera necesidad, los incluidos en una canasta básica de demanda inelástica al precio. Lo que tracciona la demanda es la necesidad. La frecuencia de uso y dosis de graminicidas dependen más de la problemática que del precio del insumo", dijo.
Sostiene que ante el aumento de resistencias y tolerancias el mayor "costo" no debe ser visto como una inversión en tecnología para aumentar la productividad, sino como un mayor costo para defender el potencial del cultivo. "El amaranthus resistente nos obliga a gastar de 25 a 50 dólares más por hectárea para su control y la máxima aspiración de éxito es lograr la misma productividad que antes de la problemática", ejemplificó.
El año pasado, para esta época, la soja estaba entre US$ 280 y 300 dólares. A tres toneladas/ha de promedio nacional hoy, por diferencia de precios ,la facturación bajó entre US$ 100 y 150. Por ello, Grosso argumentó: "A pesar de las bajas de insumos, la ecuación sigue negativa con respecto a años anteriores y desalienta las verdaderas inversiones".
En la industria observan que el mayor uso se dio por la problemática de malezas y suba de área en trigo y maíz antes que por el precio.
Desde la visión del productor, Francisco Iguerabide, presidente de Aacrea, analizó: "Como productor el hecho de adquirir un producto a menor costo tiene un impacto que se traduce en ser más competitivos, invertir más y en consecuencia ser más productivos. A mayor inversión es posible realizar una expansión de la frontera agrícola, es decir, poder agrandar más la torta en relación a la agricultura. Pero más allá de cuestiones particulares, como argentinos tenemos que generar las condiciones necesarias para que nuestra industria sea competitiva, y no sólo abastecer el mercado local".
Lo que hace el Senasa
Ante una consulta de LA NACION, el Senasa informó que controla la calidad de los productos inscriptos mediante la extracción de muestras y análisis de laboratorio de los productos que se importan o exportan. La Dirección de Agroquímicos y Biológicos, dependiente de la Dirección Nacional de Agroquímicos, Productos Veterinarios y Alimentos, interviene en la entrega de los certificados de autorización de importación/exportación quedando los cargamentos sujetos a extracción de muestras para certificar la calidad.
El muestreo se realiza en forma dirigida o al azar teniendo en cuenta la estacionalidad y los orígenes de los productos. La toma de muestras es en el lugar físico específicamente acondicionado declarado por la empresa. Se toman tres muestras a analizar, dos quedan en poder del organismo y la tercera para el inspeccionado. La autoridad competente está autorizada para interdictar mercadería si es necesario.
En medio de la polémica por la importación, para Luis F. Calvo, de Grupo Agros, "si bien para el productor es una buena noticia (la baja de precios), hay que encontrar un balance que permita un costo razonable al productor y cuidar la industria de fitosanitarios".
Radiografía del mercado de agroquímicos
US$ 416 millones
fue el ahorro para los productores en agroquímicos producto de la baja de precios en el mercado en general. La mayor caída de valores fue en el caso del glifosato con US$ 226,9 millones. La caída de precios en fungicidas representó 15,9 millones de dólares, en herbicidas selectivos US$ 145,9 millones y en insecticidas 18,1 millones de dólares, entre otros productos clave.
US$ 500 millones
Es la suma que en equivalente en stocks habría quedado en los canales de distribución hacia fin del año pasado, lo que llevó a una política agresiva de las empresas para desprenderse de productos. Hubo presión de las multinacionales involucradas en los procesos de compras y fusiones a nivel global por vender más a fin de año y cumplir así con los compromisos de sus casas matrices.
18 por ciento
cayó el año pasado la exportación de productos formulados del rubro. De 76,9 millones de litros de 2015 se pasó a un volumen de 63,2 millones de litros. Las exportaciones de formulados de la industria vienen en caída desde 2013. Ese año, el sector había exportado por un nivel de 101,2 millones de litros y 490.5 millones de dólares. En 2016,en valor se exportó por US$ 324,6 millones.