Con la siembra norteamericana en la recta final y sin mayores dificultades,
los mercados agrícolas fueron tomando nota de un inicio de campaña favorable.
Tal es el caso de la soja que, ante la expectativa de que los productores
destinen una superficie similar a la prevista para maíz, los precios se
debilitaron hasta tocar mínimos en 14 meses.
No obstante, en la semana que finalizó, las condiciones climáticas
encendieron el alerta entre los operadores, siendo que en las regiones del norte
de las planicies de EE.UU. comenzaron a formarse focos de sequía, más
precisamente en los estados de Dakota del Norte y Dakota del Sur. Si bien dichos
estados no son determinantes para la cosecha gruesa, sí tienen una gran
preponderancia en la producción triguera, más precisamente en las variedades de
primavera.
Es aquí donde el mercado climático cobra mayor relevancia y se convierte en
unos de los fundamentos centrales en la operatoria. En este contexto, la soja
reaccionó con seis ruedas consecutivas de recuperación producto de sucesivas
cancelaciones de posiciones vendidas. De acuerdo a los datos aportados por la
Comisión Reguladora de Futuros y Opciones (CFTC) al martes pasado, los fondos
especulativos contaban con una amplia posición neta vendedora de 124.319
contratos, la más elevada desde febrero de 2016. La sola idea de que el déficit
hídrico se extienda al núcleo agrícola generó una ola de coberturas que abrieron
paso al repunte de la oleaginosa.
Seguidamente, el monitor de sequía oficial confirmó la agudización de las
condiciones secas en las planicies y un ligero contagio hacia el norte del
estado de Minnesota. En efecto, los precios añadieron una prima climática que
podría acentuarse de continuar las escasas precipitaciones y consolidarse las
temperaturas cálidas. Más allá de las especulaciones, hasta el momento las áreas
centrales del Medio – Oeste gozan de patrones de humedad aceptables, siendo la
zona de planicies la que concentra el déficit hídrico.
Este panorama hizo que las estimaciones de oferta y demanda difundidas por el
Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA) este viernes quedaran en segundo
plano, más aún considerando que el organismo prácticamente no introdujo
modificaciones en las hojas de balance.
Puntualmente en el caso de la soja, el principal ajuste se dio en los stocks
finales de la campaña en curso para EE.UU. que pasaron a conformar unas 12,25
mill.tn. El reporte arrojó una suba del 3,5% respecto a su cálculo previo
explicado por un recorte en la demanda de crushing, liberando un tonelaje
adicional que quedaría como remanente final de campaña. Desde el mes de febrero,
el ritmo de trituración del poroto sufrió una desaceleración y registró bajas
evidentes respecto al año pasado en igual período. La mayor competencia
sudamericana en materia de subproductos no fue ajena a este comportamiento.
Por otro lado, la demanda de exportación quedó inalterada en 55,79 mill.tn.
algo que llamó la atención en los operadores, siendo que los compromisos
anotados al momento ascienden a algo más de 58,50 mill.tn. Por lo tanto, el
organismo deja entrever que prevé anulaciones por un monto cercano a 2,80
mill.tn. siendo que el ciclo comercial finaliza el próximo 31 de agosto. De no
concretarse las cancelaciones citadas, es inminente un ajuste en el guarismo de
exportaciones.
Siendo que no se llevaron adelante modificaciones en las variables
correspondientes a la campaña 2017/18, el aumento de stocks se traslada de lleno
al nuevo ciclo, pasando de 13,06 mill.tn. a 13,47 mill.tn.
Por otra parte, hubo nuevas revisiones para la cosecha sudamericana, tanto
para Brasil como para nuestro país. En el primer caso, luego de recolectadas
casi el total de hectáreas, la producción quedó prevista en 114 mill.tn.
consolidando el récord productivo (vs. 111,60 mill.tn. del mes anterior)
mientras que para Argentina se reveló un incremento de 800.000 tn. a 57,80
mill.tn.
En referencia al mercado de maíz, las renovadas preocupaciones en torno al
desarrollo de los cultivos llevaron a las cotizaciones a los valores más altos
en prácticamente un año. Los cultivos están emergiendo y atraviesan las fases
iniciales de crecimiento.
A diferencia de la oleaginosa, el cereal transita un repunte más gradual y
sostenido desde hace varias semanas, en momentos en que las sucesivas lluvias
impedían el curso de la cobertura en la ventana ideal de siembra.
En cuanto a las cifras del USDA, no hubo revisiones en el balance de oferta y
demanda para EE.UU. El organismo consideró rindes tendenciales a la hora de
confeccionar sus proyecciones, al mismo tiempo que el mercado no anticipaba
cambios referidos a la superficie. Las proyecciones actualizadas las tendremos
al concluir el mes de junio con el informe trimestral de área y stocks.
Una de las novedades del reporte abarca a la cosecha en Brasil que fue
aumentada a 97 mill.tn. (vs. 96 mill.tn. del reporte de mayo). El estado de la
safrinha refleja un panorama más optimista y daría lugar a una campaña
agronómicamente exitosa, tras el fracaso observado el año pasado ante la
ausencia de precipitaciones en etapas críticas del cultivo.
Las alzas externas se vieron trasladadas a la plaza local a mediados de
semana, cuando los valores por soja con entrega inmediata alcanzaron los 4.000
$/tn. Este nivel de precios actuó como disparador para un significativo
incremento en el monto de operaciones, principalmente en la cantidad de negocios
que fueron priceados. Cabe recordar que la particularidad de la presente campaña
es la histórica proporción de negocios pendientes de fijación. Un 45% de las
ventas aún no fueron fijadas, mientras en 2016 a esta altura del año esta
proporción equivalía al 28% de los negocios totales.
Bajo estas circunstancias, para las próximas semanas es de preverse una mayor
dosis de volatilidad atada a los vaivenes climáticos. Pese al lógico
protagonismo que adquiere esta variable, no se deben dejar de lado otros
aspectos a monitorear como los márgenes de molienda en China, la evolución del
real brasileño, el contexto financiero global, entre otras cuestiones.
Por Eugenio Irazuegui; Analista de Mercados - Zeni
Fuente: Centro de Gestión Agropecuaria