Con un escenario más favorable, debido a la eliminación de las políticas
públicas que tan negativamente afectaron su cultivo durante las últimas
campañas, el trigo ha vuelto al centro de la escena.
Con una nueva expansión, durante el ciclo 2017/18 se confirmaría el cambio de tendencia iniciado en la campaña anterior, arribando a 5,5 millones de hectáreas. No obstante, la evolución reciente del clima pone bajo un marco de incertidumbre las posibilidades de concretar el total de las intenciones de siembra relevadas.
Las abundantes lluvias caídas en regiones sobrecargadas de humedad provocaron
anegamiento e inundaciones en una gran cantidad de lotes sobre el centro de la
región agrícola. Cerca de 100.000 hectáreas inicialmente destinadas a este
cereal de invierno en Córdoba, sur de Santa Fe, norte de La Pampa y centro-oeste
de Buenos Aires, se encuentran actualmente afectadas por excesos hídricos.
Aunque estas regiones están recién comenzando a transitar la ventana óptima de
siembra, que se extenderá por los próximos dos meses (ver gráfico de siembra de
trigo), si la situación climática no mejora en las semanas siguientes gran parte
de los lotes comprometidos podrían no ser implantados.
Para comprender la situación actual, es importante analizar la evolución del clima durante los últimos años. Desde el ciclo 2013/14 al presente hemos transitado 4 años climáticos neutros pero con abundantes precipitaciones (2012/13, 2013/14, 2014/15 y 2016/17), y un año niño (2015/16). En consecuencia, durante las últimas campañas hemos convivido con importantes áreas afectadas por inundaciones en diferentes sectores del país y épocas del año.
Con el fin de comprender las perspectivas del trigo a nivel nacional es importante incluir dentro del balance la recuperación de superficie prevista en el NOA, NEA y centro-norte de Santa Fe, como así también en los núcleos trigueros ubicados al sur de la provincia de Buenos Aires.
En el caso de las provincias del norte argentino, que ya se encuentran avanzadas en sus planes de siembra, las expectativas de implantación se mantienen en torno a las 660.000 hectáreas. Gran parte de estos incrementos se deben a las buenas condiciones ambientales en sectores del NOA y NEA, regiones que durante el ciclo previo no pudieron consolidar la recuperación del área bajo el nuevo esquema regulatorio debido a la falta de humedad durante la ventana óptima de siembra.
En el extremo opuesto de la región agrícola, los núcleos trigueros del sur de Buenos Aires también prevén una recuperación de superficie en regiones que no pudieron concretar sus intenciones durante la campaña previa, como consecuencia de la demora en la cosecha de soja. De mantenerse una buena oferta hídrica durante los meses de junio y julio, el sur bonaerense podría incrementar hasta un 25% su intención de siembra, compensando, junto con las regiones del norte, parte del área que no podrá ser implantada por la situación climática descripta. Dentro de este contexto y comprendiendo las limitantes para la siembra presentes hoy en día en las zonas más afectadas por inundaciones, las perspectivas para el total del área nacional permiten pensar en un nuevo incremento de la superficie.