WASHINGTON.- Mauricio Macri será el segundo presidente de América latina en ser recibido por Donald Trump en la Casa Blanca y el primero que tendrá una agenda de trabajo completa en Washington, que incluye un encuentro privado en el Salón Oval, una reunión bilateral, un almuerzo y una visita al Congreso.
Hoy, el Presidente iniciará su visita en Houston, donde se reunirá con
empresarios del sector petrolero, como parte de su apuesta al desarrollo de la
potencialidad energética de la Argentina.
Mañana, Macri será el primer presidente de la región en la era Trump en alojarse, junto con su mujer, Juliana Awada , en la residencia oficial, la Casa Blair, lo que puede ser visto como un gesto a Macri, que goza de buena imagen y respaldo en Washington.
Revelan una novedad: Macri tendrá una visita "normal", un encuentro bilateral típico entre dos países que han vuelto a ser socios.
Antes de encontrarse con el republicano mañana, el Presidente cumplirá su primer día en EE.UU. en Houston, donde mantendrá una agenda colmada de reuniones con empresarios petroleros y otros sectores de la producción. A la tarde, Macri y su esposa partirán hacia la capital estadounidense.
Peter Schechter, vicepresidente del Consejo Atlántico, dijo que la visita muestra la pompa, la agenda y la importancia acorde con un presidente "exitoso, un país importante, pero no un país que sea un problema grande para Estados Unidos". Eso, en el contexto actual, es positivo, agregó.
"Todo el mundo desea que la Argentina sea un modelo, un ejemplo de contrapeso populista. Pero eso todavía no está escrito, hay elecciones en octubre", recordó Schechter. En Washington, agregó, todos quieren que al gobierno argentino le vaya bien. "Es como si fuéramos todos espectadores en una cancha hinchando para el mismo equipo, pero todavía el partido no se ha acabado y hay que jugarlo hasta el último segundo", graficó.
Una fuente diplomática latinoamericana de larga trayectoria en esta capital hizo otra distinción: con la visita, la Argentina gana espacio y se diferencia respecto de Brasil, otra novedad. El tema regional sobresaliente durante las conversaciones bilaterales será Venezuela.
"Macri le está comiendo el pastel a los brasileños. La ausencia visible de Brasil en la relación con Estados Unidos, en el vínculo bilateral o hemisférico, la están capitalizando otros, como México, pese a los desafíos, Chile, la Argentina o Perú", señaló la fuente.
En el gobierno estadounidense ven esta visita como una oportunidad para reforzar la relación y arraigar el giro que cobró el vínculo durante el gobierno de Barack Obama luego de la elección de Macri, tras años de distanciamiento durante el kirchnerismo.
En Washington ven a la Argentina como uno de los líderes en una región a la cual se le suele prometer más atención, pero nunca se le ha dado prioridad: la Casa Blanca siempre ha llevado la mirada, primero, a otras regiones del mundo, sobre todo cuando está en manos de los republicanos. Pero existe la expectativa de afianzar la cooperación.
Con todo, Macri viene a ver a Trump, y con Trump nada es nunca del todo normal. La visita les dará una oportunidad para definir su agenda y profundizar un vínculo personal con condimentos atípicos: ambos se conocieron como hombres de negocios (se especula, aquí, si hablarán de negocios o no), y ahora trabajarán juntos como presidentes. Ambos han tenido problemas similares: son acusados de tener conflictos de intereses y a ambos se los criticó -salvando las diferencias- por endurecer la política migratoria por decreto.
Macri llega en un momento tumultuoso para Trump, dos días antes de que se cumplan los primeros 100 días de su gobierno, durante los cuales no ha podido poner en marcha el plan prometido en campaña pese a gobernar con un Congreso republicano, o siquiera terminar de armar su administración.
Trump, un presidente insular cuyo mantra es "Estados Unidos, primero", todavía intenta asentarse en Washington. Su agenda doméstica es la prioridad. Muchos han descripto a su gobierno de "caótico", una etiqueta que la Casa Blanca ha rechazado de cuajo, pero no ha podido desterrar. El vínculo con el Capitolio dista de ser ideal: Trump no logró pasar ninguna de las 10 leyes grandes que prometió en 100 días, pero ninguna llegó a su escritorio.
Una diferencia: Macri es, aún, un presidente popular. No es el caso de Trump. La mayoría de los estadounidenses desaprueba su gestión, según Gallup. Su popularidad es la más baja de cualquier presidente de los últimos 60 años al inicio de su mandato. Trump goza de poca credibilidad y su gobierno quedó además teñido por escándalos por conflictos de intereses, nepotismo y el Rusiagate.