El futuro está en manos de un factor tan omnipresente como
impredecible: el clima.
Hoy, ya podemos descontar entre 200.000 y 300.000 hectáreas de maíz que
no podrán recuperarse, lo que recortará la producción potencial a 35,5
millones de toneladas; algo más de 1 millón por debajo de lo que se
preveía el mes pasado.
En el caso de la soja, el panorama aún luce muy incierto para hacer
proyecciones. Por un lado, si las condiciones atmosféricas fuesen
ideales en lo sucesivo, lloviendo donde se necesita y dejando secar los
campos donde hay excesos, las altas temperaturas del verano y las
fuertes exigencias hídricas del cultivo en este momento podrían
colaborar con la recuperación de los lotes encharcados.
Además, si bien será a costa de rindes, algunos campos podrán terminar
de sembrar (o resembrar) donde se precisa más humedad.
Por otro lado, debe hacerse notar que las zonas no afectadas por
inundaciones, incluídos los lotes más altos, han sido en realidad
beneficiados por un buen régimen de lluvias que impulsa el rinde
potencial del cultivo.
De cualquier modo, que algún recorte de superficie deberá, por fuerza,
hacerse esta campaña ya está descontado. Se estima hoy que se trata de
alrededor de medio millón de hectáreas que están en riesgo, lo cual
daría lugar a un notable recorte de la producción.
Si tomamos una estimación de 19,4 millones de hectáreas sembradas, a un
rinde tendencial promedio, podríamos estar hablando de una cosecha
sojera de entre 53 y 54 millones de toneladas, el menor volumen en 3
años y un 12% por debajo del máximo obtenido en 2014/15.
Como contracara de la realidad productiva, o técnicamente como
consecuencia de ella, el precio de la soja se recuperó en el mercado
durante la última semana.
Ayudó también el reporte mensual de estimaciones de oferta y demanda
del Departamento de Agricultura estadounidense (USDA, por sus siglas en
inglés) que ajustó en baja la estimación de producción para Estados
Unidos, dando lugar a una caída de los stocks proyectados para finales
de la campaña disparando los precios a la subida.
Así, el principal foco de atención en lo inmediato será, por lejos, el
clima. Según muestra la Oficina de Riesgo Agropecuario del gobierno,
casi la mitad de la provincia de Buenos Aires sobre el suroeste tiene
una probabilidad de déficit hídrico en la etapa crítica de desarrollo
de la soja de primera que supera el 50%, con zonas por arriba del 80%.
Del lado opuesto, en el centro de Santa Fe, y parte del norte de Entre
Ríos, si bien totaliza un área mucho más acotada, hay lotes con
probabilidades superiores al 50% de sufrir excesos en el pleno período
crítico.
Peor aún, los reportes meteorológicos oficiales están confirmando el
peor escenario para este fin de semana: más lluvias en zonas de excesos
y nada donde se resquebraja la tierra.
Entre otros puntos de interés, en lo inmediato, se destaca la evolución
del dólar en Argentina por la fuerte incidencia que tiene sobre las
cotizaciones agrícolas.
Al respecto, el viernes próximo asumirá Donald Trump como 45°
Presidente de los Estados Unidos, quien dió algunas definiciones
durante su campaña que permiten intuir un cambio nada despreciable en
el rumbo de la política monetaria estadounidense y potencialmente
también en la relación con China.
Por las turbulencias que ello podría generar a la economía
internacional en general, y en los commodities en particular, ambos
aspectos deberán seguirse con máxima atención.
Finalmente, no debe descuidarse que junto con el ingreso de la cosecha
gruesa los precios internacionales de estos granos tienden a
debilitarte, y si bien se espera que la producción argentina resulte
menor a lo que se esperaba en un principio, no sucede lo mismo con la
brasileña.
En efecto, la mayoría de los estimadores han levantado sus proyecciones
de oferta paulista para la campaña 2016/17.
Por Agencia Telam