El procesamiento de Cristina Fernández como heredera de la jefatura de una asociación ilícita es la peor noticia de toda la vida política de la ex presidenta, por más que ella y su impresentable abogado Gregorio Dalbón la quieran minimizar o transformar en un chiste. Y es, también, la poderosa razón que explica los innumerables ataques y descalificaciones que sufrimos, entre otros, Elisa Carrió, Margarita Stolbizer, Jorge Lanata, Alfredo Leuco, Nicolás Wiñazki y quien esto escribe, por haber anticipado y seguido los detalles de esta y otras causas y, cada vez que fue necesario, buscar y ampliar la información.
Si se prueban las acusaciones de los fiscales Gerardo Pollicita y Juan Ignacio Mahiques y se convalida la hipótesis del juez Julián Ercolini, la ex jefa del Estado será sometida a un juicio oral en menos de un año y quizá pueda ser privada de su libertad.
Los fiscales y el juez creen que Néstor Kirchner generó las condiciones para enriquecer al ex empleado bancario Lázaro Báez, inventarle una megaconstructora y después recibir los retornos correspondientes, en todos los casos multimillonarios. La acusación original por asociación ilícita la hizo Carrió en 2008 junto con la mayoría de los integrantes de su bloque de entonces, ante el propio juez Ercolini. Pero esta causa, la que terminó con el procesamiento de Cristina como jefa de una organización criminal, se activó porque los actuales funcionarios de Vialidad entregaron a los fiscales y al magistrado toda la información que el Estado les había negado hasta diciembre de 2015.
La ex presidenta puede seguir mezclando todo, instalarse en una realidad
paralela, distraer la atención haciendo hincapié en lo mal que está la economía
sin reconocer la bomba de tiempo que ella misma le dejó al nuevo gobierno o
hacer alusión a Milagro Sala como una presa política. Lo que no va a poder
hacer, a partir de ahora, es ignorar que se la considera una presunta
delincuente. Alguien que se aprovechó del cargo máximo de la política para
enriquecerse. Así, todo su relato, el político, el económico, el social, y toda
la argumentación ideológica que le sirvió de justificativo para ejercer el poder
de manera autoritaria y discrecional se empiezan a derrumbar por el peso de los
hechos.
El otro motivo que hace más potente y relevante la decisión de Ercolini son las
características del propio juez, tan criticado ahora por Cristina Fernández como
lo fue hasta la semana pasada por la propia Carrió. El magistrado es el mismo
que sobreseyó a Néstor Kirchner en el primer juicio por enriquecimiento ilícito
que se le realizó. Sin embargo, lo hizo con la salvedad de que lo hacía sólo por
el período que contemplaba la denuncia, como si hubiera intuido que más tarde
podrían ser condenados él o su mujer. Ercolini viene siendo acusado de tibio y
de lento por la diputada de la Coalición Cívica y de Cambiemos desde hace años,
porque ella consideraba que había elementos suficientes para procesar a Cristina
mucho antes. Lo cierto es que este funcionario judicial, designado por el
kirchnerismo, es uno de los más respetados por sus pares y el que se considera
más técnico y más prolijo en los escritorios de Comodoro Py.
Detrás de esta decisión, más tarde o más temprano, vendrán otras que complicarán aún más a la ex jefa del Estado, la decena de altos funcionarios que la acompañaron, sus hijos y los empresarios Lázaro Báez y Cristóbal López. Pero no será porque hay una ola de persecución, sino porque existen elementos incontrastables que lo prueban. De hecho, los empleados del zar del juego, que forman parte del conglomerado de medios que controla junto con Fabián De Souza, recibieron la orden inequívoca de plantear la idea de que el gobierno de Mauricio Macri está en proceso de desintegración.
López ahora mismo oscila entre la depresión y la ira, y De Souza lo está convenciendo de encabezar una cruzada para defender a Cristina y ayudar a esmerilar al actual Poder Ejecutivo. Es que no habrá buenas noticias para ellos en Comodoro Py. Al contrario: antes de las elecciones legislativas del año que viene, se desestimarán las denuncias más débiles que los "impresentables" de la ex jefa del Estado vienen presentando con el fin de equiparar los propios delitos de Cristina con los de otros dirigentes políticos y periodistas. "Lo hacen para hacerle creer a su militancia que todos somos lo mismo", explicó más de una vez Stolbizer, quien fue denunciada por "enriquecimiento ilícito" y escribió en su libro Yo acuso la descripción estética y exhibicionista más descarnada de Cristina Fernández. "No me visto a la última moda ni uso relojes de marca, pero puedo dormir bien y me levanto todos los días con alegría", aclaró, como si fuera necesario.