Córdoba. La empresa argentina Castor Oil Argentina sale a buscar inversores para un proyecto de desarrollo de aceite de ricino en el país. El objetivo es, en unos cinco años, producir unas 70.000 toneladas anuales (equivalente al 10% del mercado mundial) y, más adelante, usar el cultivo para biodiesel de segunda generación.
La iniciativa surgió hace unos cuatro años en el marco de la búsqueda de la
empresa Terminal 6 -del grupo de Aceitera General Deheza (AGD)- de reemplazos
del aceite de soja para la producción de biodiesel.
La compañía desistió del ricino por la escala pero cedió los derechos a Gabriel
Ríos, gerente general del complejo agrícola industrial Terminal 6 y a Carlos
Torre, gerente de Agro de AGD. A cambio mantiene la opción preferencial para la
compra de aceite.
Mañana Castor Oil hará su presentación institucional en la Bolsa de Comercio de
Córdoba; aspira a reunir un millón de dólares para el proceso de investigación y
desarrollo que insumirá tres años. Después, para la instalación de la planta, la
cifra es mayor.
En diálogo con LA NACION, Ríos explicó que la oportunidad surgió por los
contactos con la empresa israelí Evofuel -subsidiaria de Evogene- líder en el
mundo en genómica y biotecnología. "Desarrollaron una variedad genética que
permite que el ricino crezca en 120 o 150 días y que se siembre y se coseche de
manera mecanizada".
Señaló que, hasta ahora, todo el proceso es muy artesanal en los líderes mundiales del cultivo India (principal productor de granos), China (primer industrializador de aceite) y Brasil. En Argentina sólo crece de manera silvestre.
El arbusto requiere de climas cálidos y es apto para zonas marginales como Santiago del Estero, Chaco y Formosa. Ríos estima que les llevará entre dos y tres años ingresar a una escala industrial con el cultivo.
El mercado mundial del ricino es de entre 700.000 y 800.000 toneladas; tiene 700 usos. Los principales son en las áreas oleo-quimicas, cosmetológicas, farmacéuticas y de fabricación de nylon. Los países que más demandan el aceite son Francia, Estados Unidos y China.
"Se trata de un proyecto que incluye innovación agrícola; es integrado porque vamos a industrializar y aporta al desarrollo regional ya que está orientado a zonas marginales, donde también se instalará la planta", agrega Ríos.
Como la expectativa es que los rindes crezcan a medida que se avance en el desarrollo genético, en una segunda etapa el ricino podría ser un insumo para producir biodiesel de segunda generación.