El fenómeno El Niño-Oscilación del Sur (ENSO, por sus siglas en inglés) es la principal fuente de variabilidad climática conocida hasta el momento y sus efectos sobre las precipitaciones y el rendimiento de los cultivos en la Argentina son ampliamente conocidos: la fase El Niño produce precipitaciones y rendimientos superiores al promedio; La Niña, inferiores, y en los años neutros este fenómeno no ejerce cambios marcados en las precipitaciones y rendimientos.
Los últimos pronósticos indican una mayor probabilidad de La Niña para la
campaña agrícola 2016-2017. De confirmarse este pronóstico, hay una serie de
medidas que se pueden tomar para paliar sus efectos negativos. Jerarquizándolas,
la decisión técnica de mayor impacto en la rentabilidad del negocio agrícola es
la determinación de la proporción de cada cultivo. En este sentido, la soja se
comporta mejor que el maíz en la mayoría de los escenarios con limitada
disponibilidad de recursos. Cabe destacar que el girasol es el cultivo menos
afectado en años Niña, lo que sumado a otras cuestiones coyunturales lo
convierte en una atractiva opción para esta campaña, sobre todo en zonas como el
NEA.
Dentro del cultivo de soja, se suele sobrestimar la importancia de aumentar
el grupo de madurez, como herramienta defensiva.
Existe una gran dispersión en el comportamiento de las variedades de soja frente
a sequía dentro de cada grupo de madurez, aunque muchas veces esta información
no se conoce o no se utiliza.
En cambio, retrasos en la fecha de siembra de soja, de no más de 20 días indicativamente, podrían traer beneficios en ambientes desfavorables.
Si nos decidimos por el maíz, es bien conocido el beneficio que trae un retraso en la fecha de siembra, particularmente en ambientes restrictivos. De manera conjunta con el retraso en la fecha de siembra hay que considerar híbridos que tengan eventos de protección contra insectos, con probada eficacia.
En líneas generales, la densidad de plantas logradas debe ser menor que el promedio para el mismo ambiente, frente a un pronóstico La Niña. Sin embargo, si el rendimiento esperado es el mismo en años Niña que en años Niño por diferir la fecha de siembra, no se debería disminuir la densidad.
En cuanto a la protección de los cultivos, en años Niña es esperable contar con cultivos con menor habilidad competitiva frente a malezas adaptadas a condiciones extremas, como es el caso de Amaranthus sp. Habrá que prestar especial atención a esta y otras especies que vienen avanzando a pasos acelerados. Al respecto, hay que tomar decisiones proactivas, con un adecuado uso de herbicidas, de distintos modos de acción. Lo mismo vale para las plagas, en el caso de contar con cultivos menos resilientes. Respecto a las enfermedades, el déficit de precipitaciones disminuye la prevalencia de enfermedades de fin de ciclo que afectan el canopeo, aunque podría aumentar la incidencia de algunas enfermedades de raíz y del tallo.
Del mismo modo, los aspectos mencionados anteriormente son importantes para capturar los beneficios en años Niño. Tendremos que estar atentos a los pronósticos acerca del comportamiento del ENSO, que se consolidan hacia agosto-septiembre, justo a tiempo para actuar en consecuencia.