Ya ingresado en agosto, los avatares climáticos suscitados en el hemisferio Norte van tocando su momento cúlmine. Para el caso del maíz en los Estados Unidos, salvo un problema en cosecha, todo tiende a indicar que nos encaminamos, lenta pero inexorablemente, a una nueva producción récord, y van? En la soja, en cambio, el presente mes resulta decisivo para la determinación de los rendimientos, aunque al parecer, y a juzgar por los pronósticos de corto plazo, la oleaginosa también viene bien aspectada.
Sin embargo, un poco más al Sur, sobre estas latitudes, la situación dista de
ser la ideal, al menos para aquellos que han sufrido y todavía siguen sufriendo
los resabios de un fenómeno Niño que parece todavía no querer irse del todo. Es
que a criterio de muchos climatólogos, el enfriamiento de las aguas a la altura
del Pacífico ecuatorial y la determinación de un periodo neutral o Niña moderada
que podría traer cierto alivio ya estaría instalado. No obstante, para aquellos
productores que todavía tienen sus campos inundados no hay consuelo que alcance.
A los consabidos problemas productivos evidenciados en la cosecha gruesa (que aún persisten), se les agregan ahora los inconvenientes cada vez más palpables en la fina. En tal sentido, no resulta para nada extraño escuchar a productores hacer mención sobre las pérdidas registradas en el trigo, derivadas de las lluvias que, sin ser intensas, vienen a acumularse en los perfiles del suelo ya saturados.
Las copiosas precipitaciones ocurridas durante marzo y abril pasados han
dejado a muchas zonas de la pampa Húmeda en una condición extremadamente
delicada. En el sur de Córdoba, sur de Santa Fe y en algunas regiones del norte
de Buenos Aires hay pérdidas sobre los cultivos de trigo sembrados que llegan
hasta el 30%. Esto último se suma a la caída en la intención de siembra sobre
aquellos lotes que ni siquiera pudieron ser implantados.
Dentro de ese contexto productivo se desenvuelve el mercado del trigo en nuestro país. Tratando de empalmar una magra cosecha (como lo fue la del ciclo 2015/2016) con otra que "pintaba" para una cosa, pero cuyo resultado final todavía es incierto. Desde el punto de vista del mercado, la situación también resulta ambigua. Con una producción cercana a los 15 millones de toneladas, el saldo exportable dejaría cerca de 2 o 3 millones para colocar fuera de Brasil, en un mercado internacional que -en principio- resulta "pesado". Contrario sensu, con una cosecha menor, esta última etapa podría soslayarse de alguna manera y el saldo exportable "encajar" casi de manera perfecta con las necesidades de nuestro vecino país.
En cierta medida, algo de esto muestran las cotizaciones del trigo en el Mercado a Término de Buenos Aires. Mientras la posición enero 2017 se cotizaba al cierre de esta columna (anteayer) en 156 dólares por tonelada, el contrato julio 2017 se ubicaba en torno de los 179 dólares. El "pase" resultante entre ambas posiciones está cercano al 28% anual en dólares. Con tasas de interés que rondan el 5% anual para la divisa estadounidense, la diferencia entre financiarse y vender en julio versus vender en cosecha no resiste el menor análisis. Para seguir con atención.