Existe un decisivo factor que, recién ahora, comienza a vislumbrarse claramente. Se trata de la tendencia del dólar a debilitarse frente a las demás divisas.

El dólar ya lleva una baja de casi 5% en los últimos meses. Hoy se coloca en su nivel más reducido en un año frente a una canasta de monedas.

Por su preponderante peso en la formación de los precios agrícolas, la cuestión no es menor. Vale detenerse en ella.

No es casual el registro de acentuadas subas en las acciones y las materias primas, de los últimos tres o cuatro meses, en los mercados internacionales.

El fenómeno se advierte especialmente a partir de marzo pasado.

El caso del petróleo es llamativo. Luego de la abrupta baja del año pasado, en los últimos meses acumula un incremento del 22%.

Estos hechos están guiados por un patrón común: la debilidad del dólar.

El gráfico de abajo es elocuente. Allí se nota claramente la tendencia a la baja del dólar (línea marrón), en tanto que los otros valores caminan en alza.

Evolución de precios desde 1 de enero de 2016

Fuente: Fact Set. The Wall Street Journal

El crudo y los commodities en general llevan la delantera.

En el caso de la soja, desde marzo la cantidad de contratos abiertos pasaron de 700 mil contratos a un volumen próximo a 850 mil contratos.

Por el retorno de los fondos especulativos y considerándose los problemas de cosecha y calidad en nuestro país, podría afirmarse que el precio mínimo hasta junio, por lo menos, sería de USD315.- (FOB, Up-river), es decir de USD 210.- para el mercado doméstico. Y con alta probabilidad de que el FOB gire en torno a USD350.-

Vale recordar que, a medida que el dólar pierde valor, los precios agrícolas, denominados en la moneda estadounidense, tienden a la suba. Por supuesto, ello es así siempre y cuando no se produzca un aumento excesivo en la oferta proveniente de la producción de los principales países de suministro.

Simultáneamente, las monedas de los mercados emergentes se aprecian. Tal hecho permite que el pago de sus deudas externas se hagas más fácilmente. En tal caso, dispondrían de mayor capacidad de importación de commodities agrícolas.

El riesgo que afrontan, hoy por hoy, los productores agrícolas es que la Reserva Federal decida incrementar las tasas de interés algo que empujaría al dólar a fortalecerse.

Pero no debería alarmarnos tal posibilidad.

Es cierto que Reserva Federal, al inicio de este año, propuso un plan de aumento en las tasas de interés a lo largo del año. Sin embargo, en marzo pasado, el organismo decidió postergar sin aviso previo cualquier aumento al respecto.

La realidad es que, de acuerdo a cómo está evolucionando la economía estadounidense, nada hace pensar en un aumento de la tasa. Al menos hasta mitad de año.

Los inversores internacionales suelen usar los futuros de la tasa de referencia de fondos federales, como instrumento para para apostar sobre el comportamiento futuro de la tasa de interés. Según CME Group, existe una probabilidad de tan sólo 13% de que se verifique un aumento de la tasa en para junio próximo. Y una probabilidad de 61% de que se aplique un aumento en diciembre próximo.

Así están las cosas.

Pero el aliciente a la suba de precios -como sabemos muy bien- no proviene sólo de la tendencia del dólar.

Desgraciadamente, los valores agrícolas están empujados por el cuello de botella derivado del clima y de los consecuentes problemas logísticos en nuestro país.

Algo que también afecta la situación brasileña.

También inciden los terribles problemas de calidad de los granos de la soja.

La situación de gran parte de la producción en nuestro país es alarmante. Es una pena que la sociedad no haya tomado nota de ello.

En tanto la demanda china sigue firme. Pese a todo lo dicho, sigue registrando aumentos, sobre todo de harina de soja.