CÓRDOBA.- Son varios los pueblos del sudeste de esta provincia donde caminar
por las veredas es una aventura. Es que, por efecto de los anegamientos que
llevan semanas, empezaron a ceder los pozos negros y, de pronto, un paso se
puede convertir en un viaje a la profundidad. A Pozo del Molle, se sumó ahora
Noetinger. Las napas freáticas están a la vista y las lluvias -aunque leves- no
paran.
En Noetinger -en el departamento Unión, a una dos horas de la ciudad capital- se multiplican los edificios con rasgaduras y que empiezan a quedan entre cinco y diez centímetros más bajos de las veredas.
La Municipalidad pidió señalizar los pozos ubicados en las veredas para prevenir accidentes. La zona rural está anegada y la urbana, con hundimientos.
En Pozo del Molle la situación sigue complicada y los reclamos de los vecinos van en alza. En la mitad de la ciudad las calles son ríos; en la otra parte, las construcciones ceden. La iglesia está cerrada y hay trabajos en marcha, aunque todos saben que son parches que durarán poco porque las napas no dejan de subir.
Mientras tanto, los problemas para moverse de un punto a otro de la provincia siguen: está totalmente cortada la ruta nacional 19 a la altura del kilómetro 185 (entre El Tío y La Francia). La interrupción es por tiempo indeterminado; depende de cómo sigan las inundaciones en los departamentos San Justo y Río Segundo.
El campo
La Provincia estima en 400 mil la cantidad de hectáreas bajo el agua, con pérdidas millonarias en la producción. No hay un panorama claro sobre cuándo podrá acelerarse la cosecha de soja ya que no hay piso para que las máquinas puedan entrar a los campos. Por supuesto, a medida que pasa el tiempo, aumentan las pérdidas.
Los productores reclaman asistencia financiera y obras. Los caminos rurales prácticamente dejaron de existir hace unas semanas; quedan muy pocos transitables con precaución por lo que la logística de traslado de la producción triplicó sus costos.
A los problemas del sudeste el fin de semana se le sumó -en el sur de la provincia- una tormenta con fuerte viento y caída de granizo con epicentro en Huinca Renancó, que también castigó a los campos.
El viento derribó casi 500 metros del tendido eléctrico y volteó algunas casillas de obradores, provocando heridos leves.