El maíz ha sido sin duda el protagonista de esta campaña estival. En un primer momento, la intención de siembra era muy baja y se estimaba una reducción muy fuerte del área. Luego, tras la quita de las retenciones y el incremento en el valor del cereal, los productores decidieron apostar al cultivo a último momento. En total, se sembraron 3.300.000 hectáreas, según datos de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, una caída del 3% en relación a la campaña pasada.
Así, con este contexto, la superficie maicera cayó en casi todas las zonas productivas del país, salvo en el norte del país.
Continuando con los datos de la Bolsa, en el NOA se sembraron 242.000 hectáreas contra las 230.000 que se habían implantado en el ciclo anterior. Y en el NEA, se sembraron este año 378.000 hectáreas versus las 360.000 de la campaña 2014/15.
En estas dos regiones, a su vez, la ventana de siembra se extiende hasta
fines de enero y principios de febrero, lo que ayudó a revertir las decisiones a
los productores.
En particular, en el NEA, la situación de un año para el otro cambió considerablemente, según datos de la técnica del INTA Saenz Peña, Chaco, María Eugenia Quirolo.
En síntesis, el margen bruto en esta campaña pasó a ser positivo.En febrero de 2015 era negativo en $ 1.911 por hectárea y en febrero de este año, el margen bruto es de $2.279 por hectárea. Estos datos fueron obtenidos con rindes de 4.500 kilos por hectárea (promedio de la zona) a un valor de $ 2.275 por tonelada, menos los gastos de labores de siembra, cosecha y comercialización.
Un reflejo de esta coyuntura es Juan Pablo Goujon, quien produce junto a su familia en Colonia Elisa, ubicada en el centro oeste de Chaco. “Cinco años atrás, el maíz era parte fundamental de las rotaciones y particularmente en nuestra zona con fuertes adversidades ambientales. Pero el año pasado cambió: hicimos menos gramíneas tanto maíz, trigo y sorgo”, señaló.
Ante esta falta de rotación, en una región con altas temperaturas y lluvias, el consumo de rastrojo de los suelos fue elevado esta campaña. “Hubo manchones en los lotes y problemas de erosión. El pase de facturas de no haber hecho las cosas bien fue rapidísimo. Por eso, es fundamental que todos los años se incluya alguna gramínea para mantener los niveles de materia orgánica”, sostuvo.
Pero ahora, Goujon se entusiasmó con este nuevo escenario. En aquella zona, el rinde de indiferencia del maíz varía entre 4.500 a 5.000 kilos por hectárea.
Y para este año, en su caso particular, los números son muy positivos, porque estima un rinde de 7.000 kilos por hectárea y además, con la ventaja de haber comprado los insumos previos a la devaluación. Pero aclaró que no hay que pensar a futuro la siembra de maíz con estos valores actuales. “En esta última campaña no hicimos maíz de primera y solamente hicimos casi 100 hectáreas de segunda. La intención era aumentar la superficie más pero ya nos habíamos preparado la siembra de soja”.
Así, con estos números, planean modificar el esquema de siembra que cambia
totalmente para la campaña 2016/17: casi un 50% de la superficie con trigo, algo
impensado para su esquema, y la otra mitad, se reparte entre maíz y girasol.
“Estamos muy entusiasmados con la campaña que viene y con ganas de hacer cosas”,
se esperanzó Goujon.
Por otra parte, en la otra región del norte, el NOA, también volvió la rentabilidad en el maíz, según comentó Lisandro de los Ríos, gerente de Prograno, una entidad que reune a más de 250 productores líderes de Salta.
Pero explicó que todavía los números del cultivo son muy finos y la rentabilidad depende de la producción que obtiene cada productor, ya que el rinde de indiferencia, según datos de Prograno, es de 6.900 kilos por hectárea. “El maíz es el único cultivo que puede ser rentable hoy por hoy. Ni la soja da números positivos ya que el flete sigue teniendo una incidencia muy grande en los costos de producción”, alertó. Y agregó que tampoco el poroto y el trigo son rentables.
De todas maneras, a pesar de esta suba en el área, aseguró que la superficie maicera sigue siendo baja en relación a lo que era hace 5 años atrás: cada 3 hectáreas de soja, había una de maíz. “Incluir el maíz hace sustentable a la producción”, sintetizó de los Ríos. En esta línea, agregó que se reponen los nutrientes que extrae la soja y ayuda a bajar la presión para la próxima campaña del picudo negro y esto hace reducir las aplicaciones.