No obstante, este proceso bien cumpliéndose a muy baja velocidad, por lo que es probable que el fenómeno, en lugar de finalizar su acción hacia comienzos del otoño, continuará teniendo cierto grado de influencia durante la mayor parte del año en curso.
Esto es normal en los episodios intensos, tales como los que afectaron a las temporadas 1982/1983, 1997/1998 y al que se está desarrollando en la presente temporada, fortaleciendo el riesgo de que, durante el próximo otoño, se observen fuertes lluvias sobre la Cuenca del Plata, reactivando las crecidas de los grandes ríos y los anegamientos de zonas bajas como la Cuenca del Salado, los alrededores de la Picasa, etc.
Asimismo, esta evolución podría favorecer los ataques de enfermedades de fin de ciclo, plagas y malezas, demorar la cosecha, generar gastos de secado y dificultar el almacenamiento y transporte de la producción.
Como aspectos positivos, puede señalarse que los puertos fluviales contarán con buen calado y que los suelos de gran parte del área agrícola quedarán con abundantes reservas de humedad, que favorecerán a la campaña agrícola 2016/2017.
Esta posible evolución hace poco probable la hipótesis, difundida por numerosos medios, en el sentido de que la campaña 2016/2017 sería afectada por una “La Niña” que causaría una merma productiva.
Por el contrario, las perspectivas más recientes señalan que, al menos, la primera mitad de la campaña 2016/2017 (Invierno y primavera 2016), observaría lluvias normales a superiores a lo normal.
Cabe reiterar que, si bien el presente episodio iguala el vigor de los más intensos observados hasta el momento, es poco probable que se convierta en la catástrofe climática del siglo, como difundieron muchos medios en el inicio de su desarrollo.
Fuente: Agroeducación