Si la poción mágica para arreglar todos los males de la Argentina llegara tras el acuerdo con los fondos buitre y con el regreso del país al mercado financiero internacional como prevén varios funcionarios del Gobierno, Mauricio Macri podría estar en severos problemas por una simple cuestión: el reloj de la política doméstica nunca marchó bajo las mismas coordenadas que el cronómetro del mundo de los negocios.
Una ola de optimismo inundó ayer la reunión de Gabinete que convocó Macri.
Desde el vértice del Palacio de Hacienda se remarcó la idea de que el inminente
acuerdo con los holdouts y su aval en el Congreso serán el puntapié inicial para
"salir del infierno de la economía kirchnerista", como dijo un ministro a LA
NACION.
Esta línea argumental de buenas ondas que emana de un sector de la Casa
Rosada sostiene que una vez que la Argentina salga del default lloverán los
créditos externos y las inversiones. El mismo optimismo se vislumbra entre
algunos empresarios y en varias embajadas extranjeras. Las visitas de Matteo
Renzi, Francois Hollande, Barack Obama y la jefa de la diplomacia de la Unión
Europea Federica Mogherini alientan este clima festivo del Gobierno.
Sin embargo, los tiempos de los mercados no son los que requiere con premura Macri para solucionar problemas domésticos inmediatos.
Los funcionarios más optimistas del Gobierno creen que una vez que se salga
del default se prevé un mecanismo rápido de la banca privada extranjera para
abrir líneas de crédito. También están aquellos que creen que los organismos
multilaterales como el BID o el Banco Mundial no tardarán más de tres meses en
aprobar nuevos fondos para la Argentina luego de 12 años de desierto monetario.
Por otra parte, en la Casa Rosada varios funcionarios alineados con Alfonso Prat Gay aseguran que el Banco Nación ya está trabajando en un plan inmediato para la búsqueda de crédito externo. Confían también en que las calificadoras de riesgo soberano no tardarán demasiado en modificar las bajas notas que tiene la Argentina. A la vez, están los que creen que ya hay varios países que darán respaldo estatal a sus empresas para invertir en el país.
¿Serán tan veloces como predicen algunos los tiempos de los mercados y los de los inversores externos? ¿Cuánto tiempo de luna de miel le resta al Presidente? ¿Cómo se compatibilizará el reloj del mundo con el de la Argentina real?
"La inflación está afectando a los sectores más pobres. Hay que hacer algo ya", dijo ayer un ministro en medio de la algarabía de la reunión de Gabinete que encabezó Macri. La bofetada de realismo se impuso ante varios funcionarios. Pero el problema no es sólo la inflación. En lo que va del año la recesión pegó fuerte en la economía: los despidos de 2016 llegan a 107.000, según la consultora Tendencias Económicas. Esta cifra sumará más de medio punto porcentual a la tasa de desempleo que ronda el 11 por ciento.
El empresario de una siderúrgica importante se lamentaba hace una semana: "Tenemos que alternar por semanas la reducción de operarios para evitar despidos", dijo a LA NACION. Algo similar ocurre en algunas empresas de la construcción, en el sector gastronómico y textil. Son los sectores más afectados por la recesión económica y la inflación.
Hay más. Los tamberos de Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires, provincias que concentran el 94% de la producción de leche en el país, amenazaron ayer con cortar rutas si no hay soluciones "urgentes" por la crisis de precios que atraviesan.
Según los datos recientes del Observatorio de la Deuda Social de la UCA existen más de 12 millones de personas pobres en la Argentina y hay 2 millones que están en situación de indigencia
El retoque de Macri al mínimo imponible del Impuesto a las Ganancias no calmó los ánimos de los sindicatos que amenazan con paros si el Congreso no aprueba cambios inmediatos y más profundos en ese gravamen.
El oficialismo del Parlamento acelera los motores para tener aprobado cuanto antes el proyecto de ley que habilite el acuerdo del Gobierno con los holdouts. ¿Qué ocurrirá el día después de esa victoria macrista?
Un destacado embajador europeo se sinceró ante LA NACION: "Las empresas podrán tener buenas intenciones y habrá más inversión. Pero todo esto no se ejecuta de la noche a la mañana", dijo.
La inversión extranjera y el crédito internacional podrán ser una ayuda para mejorar la alicaída economía argentina pero no una tabla de salvación. El pasaje de las bienaventuranzas a los libros de contabilidad lleva un tiempo que no es el que espera el argentino medio. A Colombia, Perú y Chile les llevó más de una década superar a la Argentina en los niveles de inversión directa extranjera. Las casas matrices de los bancos extranjeros se toman su tiempo para abrir líneas de crédito accesible. Y el Banco Mundial o el BID tienen una estructura burocrática muy pesada que tardará en moverse.
El reloj de Macri no funciona como el reloj del mundo.