Recordemos que aunque haya una demanda inmensa por los productos que exportamos, especialmente los alimenticios, hay fuertes barreras y dificultades para exportar: hay temas logísticos, de capacidad de carga de puertos y barcos, de personal entrenado, de tiempos para lograr contratos, etc. Por lo tanto, los precios que los productores han recibido en estos días han sido menores al FAS (Free Alongside Ship) ya que, aunque muchos quieran exportar, no todos han podido llegar al puerto, o firmar un contrato, o eliminar sus stocks.
Asimismo, para los productos industriales, éste es un cambio cuántico; aun así, deben competir en un mundo donde hay muchísima oferta, y nuestro principal cliente y socio comercial, Brasil, está atravesando una crisis. Ni qué decir que las dificultades para exportar no son sólo de precio: hay que adaptar el producto al cliente, respetar las normas del país al que se venderá, etc. Es decir, aun cuando el precio ahora sea mayor, no es instantáneo el crecimiento de las ventas.
Lo que sí es instantáneo es la necesidad de distribuir ese mayor ingreso entre todos los participantes de la cadena de valor. Los salarios y el costo de los insumos, que hasta ahora tenían un límite dado por la supervivencia del productor, también podrán tener mayores ingresos.
Los mayores precios en toda la cadena de valor se adjudican erróneamente al aumento del dólar. En realidad, surgen de las archiconocidas leyes de oferta y demanda.
Si hay pocos oferentes, el precio sube… sobre todo ahora que el exportador puede pagar más. Costos y precios son temas diferentes. ¿O acaso no fracasan las cosechas y lo mismo hay que afrontar costos? Con un ejemplo más simpático, cuando un artista pinta un cuadro, ¿el precio está vinculado al costo de los pinceles y óleos que utilizó? En todos los casos el precio está dado por la cantidad de compradores, y su capacidad de pago. Es decir, por la demanda. No todos tienen mayor capacidad de pago. Sólo los que logren exportar tendrán realmente más capacidad financiera. Los demás… la tendrán, pero todavía no.
Es similar por el lado de la oferta: llevamos muchos años casi sin inversión, y la oferta no ha crecido a un ritmo razonable. No hay caminos ni camiones aptos para transportar una cosecha mayor, ni contenedores esperando en el puerto por nuestros productos. Hasta tanto esa capacidad crezca, los pocos oferentes recibirán un precio mayor.
Consideremos también que la eliminación de restricciones de diciembre 2015 tendrá beneficios fiscales: se cobrarán impuestos sobre precios mayores, y sobre producción y ventas que antes no existían. El Gobierno lo entiende bien.
Sorprendentemente, son los productores los que se confunden. No todo irá a sus beneficios. El mayor ingreso se distribuirá entre todos los que participan para crear valor.
Cómo se distribuye ese valor es realmente importante. Habrá una torta más grande, y los tamaños de las porciones variarán. La mejor forma que cada sector tiene para mejorar su participación relativa es aumentar su propia eficiencia. Podrán entrar nuevos participantes o gente joven o con ideas innovadoras. Ya no será el privilegio de los que ya estaban o el resarcimiento de los que lograron mantenerse a flote. El que no ofrezca mejor servicio perderá ante el más eficiente. ¡Ese sí que es un concepto revolucionario! Y muy bienvenido.
Fuente: UCEMA