Con los rindes bastante definidos en muchas zonas, la pregunta clave es cuál será el resultado económico esperable después de las medidas anunciadas por el Gobierno nacional.
La primera lectura de la nueva realidad indica que el maíz y la soja en campo
propio de la zona núcleo emparejaron su resultado económico luego de la quita de
retenciones y de la eliminación de los ROE Verdes. También se observa que ambos
cultivos podrían dar renta positiva si se alcanzaran los rindes promedio en esa
región, de mantenerse los precios del Mercado a Término.
La situación descripta contrasta con lo que se avizoraba a fines de 2015, cuando el margen esperado en la soja era 2,4 veces más alto que el del maíz, en dólares, según calcula el consultor Julio Lieutier.
Estos resultados previstos, de concretarse, podrían llevar a retomar, en la
próxima campaña, una rotación agrícola nacional más diversificada, luego de
abandonarla por políticas en contra. La mayor alternancia de cultivos generaría
claros beneficios, como más fácil control de malezas resistentes a herbicidas,
insectos y enfermedades. La diversificación permitiría hacer mejor uso de la
maquinaria a lo largo del año y comercializar la producción en diferentes
destinos, sin tener que estar pendientes diariamente de la cotización de la soja
en Chicago y en las fábricas locales.
Analicemos primero la situación anterior. "En la época previa a las medidas gubernamentales, sólo la soja podría generar alguna ganancia antes de impuestos en campo propio", observa el profesional. Ese comportamiento estaba asociado a los rindes para cubrir los costos: 31 quintales por hectárea para la oleaginosa y 95 para el maíz. "Era mucho más factible alcanzar el rinde de indiferencia de soja que el de maíz en los campos de la zona", define el consultor. Con esos números, hacer maíz era equivalente a bailar el mambo frente a un precipicio.
Luego de la quita de retenciones y de la eliminación de los ROE, la soja y el
maíz podrían generar un resultado económico positivo similar si se alcanzan
rindes históricos. Este fenómeno estaría asociado a una reducción de los rindes
de indiferencia de maíz a 72 quintales por hectárea, mientras que la soja
mostraría pocos cambios en ese ítem.
Las cuentas finales en pesos por hectárea serían aparentemente más favorables para los agricultores porque los costos de producción se pagaron en pesos, con el tipo de cambio anterior, y los ingresos por la cosecha recibirían el beneficio del ajuste establecido recientemente. Sin embargo, gran parte de esa supuesta ganancia será neutralizada en el momento de pago del impuesto a las ganancias, al no poder efectuarse el ajuste por inflación.
Otro elemento negativo que licuará el efecto del aggiornamento del tipo de cambio y de la quita de retenciones será el encarecimiento de los agroquímicos y de los fertilizantes de la campaña 2016/17, cotizados a 13-14 pesos por dólar, que se llevará gran parte de la ganancia en pesos de la cosecha 2015/16. También "esfumará" beneficios el aumento del precio del gasoil y de las labores, y el incremento en el costo de vida del empresario y de su familia. Los salarios y otros costos pesificados no podrán ignorar la evolución de inflación de los próximos meses.
"Otro elemento por considerar en el balance de la actividad agrícola será la mayor inmovilización de capital que exigirá el maíz, respecto de la soja, en los campos en lo que se aumente su área sembrada", observa Lieutier.