Las magras precipitaciones y las temperaturas extremas de las últimas dos semanas de enero mantienen en vilo a los cultivos de verano. Los pocos milímetros caídos el domingo 24 refrescaron la región, pero no fueron suficientes. En sectores puntuales de GEA, la soja de primera comienza a mostrar síntomas asociados al estrés termo hídrico. Las reservas de agua en el suelo están al límite justo en su período crítico de fructificación y formación de semilla por lo que, de no llegar las tan ansiadas lluvias, el potencial de rinde podría verse afectado. Las áreas más comprometidas son el noroeste bonaerense y sureste de Santa Fe, fundamentalmente donde la napa se vuelve inaccesible para la oleaginosa. Las altas temperaturas aceleraron el periodo de llenado en maíces temprano y puede afectar el peso de los granos, por lo que bajan las perspectivas de rindes del cereal.
Las condiciones extremas perjudican a la soja
Al este de la región núcleo, el marchitamiento del follaje en soja enciende una alarma. El 64% de los cuadros está fructificando y si no aparece una lluvia, hay riesgos de caída de vainas. El 9% de la región se califica en condición regular por la falta de lluvias y los primeros indicios de rindes marcan entre 2 a 6 qq/ha por debajo que la campaña pasada (43 qq/ha). Sin embargo, los mecanismos propios de compensación de la oleaginosa pueden atenuar las pérdidas de rinde, siempre y cuando se cumplan los pronósticos de lluvias a cortísimo plazo. Particularmente, en el noreste bonaerense, como resultado de la falta de agua, comenzaron a aparecer trips; plaga típica de campañas secas. La afectación se nota en el acortamiento de los entrenudos con la consecuencia directa de una baja altura de plantas. Los cuadros de soja de segunda aún no logran pasar la altura del rastrojo y presentan dificultad para alcanzar su índice de área foliar crítico. En contraste, en el oeste de la región, la alta demanda atmosférica fue beneficiosa para contraer los excesos hídricos. Esta vez, la cercanía de las napas está jugando a favor al amortiguar los efectos del golpe de calor. Los pocos milímetros caídos el domingo 24 fueron suficientes para los relieves altos.
Caen las expectativas en maíz
Las temperaturas por encimas de los 35°C afectan el normal desarrollo del cereal. Sin embargo, la intensidad del impacto dependerá de las condiciones hídricas del perfil y el estadio fenológico. El noreste bonaerense fue esquivado por las lluvias en el periodo crítico del maíz temprano (principios de enero), lo que, combinado con las altas temperaturas, resultó en una pérdida del número de granos, componente fundamental del rendimiento. En esa zona se reportan pérdidas importantes en maíz y los rindes estarían entre 60 y 80 qq/ha. El resto de la región, fue bien provisto de agua en el periodo crítico de floración y actualmente se encuentra en grano pastoso. Si bien las raíces consiguen extraer agua de las capas inferiores del suelo, las temperaturas extremas afectan el normal proceso de llenado de granos. La etapa se acelera y al mismo tiempo se acorta, dando como resultado un grano de menor peso. Con el quemado de las hojas basales, los pronósticos de rindes caen 2 qq/ha respecto a los 100 qq/ha de las semanas previas.
El Niño no cumple con lo prometido
La tendencia de moderadas a escasas precipitaciones de las últimas semanas en GEA continuará la semana entrante. Lejos de abastecer la demanda hídrica, los pronósticos indican lluvias inferiores a los 20 mm y se concentrarían el viernes (29/1).