Que el mundo sufre ciclos, no hay duda.

En el año 2015, Asia fue el gran foco de comentarios negativos por la caída en su actividad económica.

Recientemente, las Bolsas de China alarmaron a los operadores. Las bajas fueron visibles y así las predicciones sobre el futuro del gran demandante mundial de commodities agrícolas quedaron en el plano del escepticismo.

¿Realmente es tan grave la cuestión?

Un análisis sereno de la realidad muestra que los precios han bajado no precisamente por una cuestión estructural, ligada al consumo. No.

En rigor, lo han hecho por una cuestión más bien coyuntural, derivada de tres años de grandes producciones a nivel global, con las cosechas de EE.UU. a la cabeza.

En el último informe del USDA, se aprecia una baja en las estimaciones respecto a la cosecha de soja de EE.UU. para el ciclo 2015/16. El organismo calcula ahora que la producción allí sería de 106,95 millones de toneladas, por debajo de la proyección previa que hablaba de 108,35 millones.

A su vez, según el departamento norteamericano, la producción de granos del mundo totalizaría un volumen de 2467,50 millones de toneladas (2015/16).  Es decir que la estimación es menor a la del mes anterior que establecía la cantidad de 2472,80 millones.

Esta disminución -en definitiva, pequeña-  entonó inmediatamente el mercado mundial de la soja y puso otro clima de negocios en los demás granos.

Vemos, así, cómo los precios responden en suba cuando se prevé una baja en la producción, aunque sea muy limitada.

Y afirmamos que la debilidad de los precios está conectada con la oferta más que por la demanda. Porque no se nota que las importaciones de los países que más necesitan granos caigan, aún en un mundo con problemas económicos de consideración.

China, por ejemplo, aún con todos sus obstáculos provenientes de la baja en la tasa de crecimiento, muestra un comportamiento importador muy interesante.

Este país importó más de 9 millones de toneladas de soja en diciembre pasado. Se trata del segundo más elevado registro mensual.

Y respecto al año total, el 2015 la importación llegó a casi 82 millones de toneladas, un máximo histórico para este país. El aumento se aproxima a 15%.

Es obvio que si la situación económica afectara su capacidad de importación, en el rubro de alimentos decididamente no lo hará. Señores: los chinos no se resignan a bajar la calidad de su alimentación.

A las pruebas nos remitimos. Mientras la demanda de soja en el ciclo 2015 aumentó, la de carbón cayó visiblemente y la de cobre permaneció en el mismo nivel.

Agoreros: cuiden sus palabras. No es tiempo de alarmas. Es tiempo de expectativas relativamente favorables.