Un millón de millones. Parece un trabalenguas. Pero el espíritu de su conflicto no es lingüístico sino matemático. Y resume de modo cabal el manejo discrecional que hizo el kirchnerismo de una caja paralela y monstruosa: en sus 12 años de gobierno, Néstor y Cristina Kirchner gastaron esa cifra, en pesos, por afuera del presupuesto. Llevado a días sorprende aún más: casi $ 230 millones cada 24 horas, que los ex presidentes distribuyeron de modo antojadizo. Incluyendo fines de semana y feriados.
El dato, en realidad muchos datos, constan en un informe basado en información oficial que compiló una economista de Coalición Cívica, Fernanda Reyes. El cuadro muestra como fue variando esa plata manejada arbitrariamente: en 2004 fueron "sólo" $ 8.441 millones, sobre un presupuesto que no llegaba a $ 60.000 millones. El clímax se alcanzó 10 años más tarde: en 2014, bajo la batuta de una Cristina que ya no tendría posibilidades de eternidad, el Gobierno gastó $ 305.110 millones por afuera del presupuesto. A esa altura, nadie dudaba que la previsión de ingresos y egresos de la administración nacional no era más que un dibujo para cumplir con una formalidad.
En este año, a poco de terminar y antes de que asumiera Mauricio Macri, la
señora de Kirchner dispuso erogaciones por casi $ 180.000 millones extra
presupuestarias. La mayoría fue blanqueada pocos días antes de dejar el poder
con un sonoro DNU.
La inflación, que el Gobierno ocultó conscientemente desde antes de que asumiera
Cristina, o más bien la dibujo oficialmente a través de un manoseado Indec,
rompió cualquier termómetro válido para calcular seriamente el presupuesto. Así,
el kirchnerismo fue perfeccionando una estrategia que diseñó con su mismo
desembarco: subestimar ingresos y gastos en la ley que pasaba por el Congreso,
para luego verse "obligado" a manejar discrecionalmente ese ingreso no previsto.
En promedio, en los 12 años de la década K, un 20% de los gastos se
distribuyeron por afuera de la norma.
La herramienta que usó el modelo para manejar esa caja paralela fueron los cuestionado "superpoderes". Esto, a diferencia de otras administraciones, le permitió gastar esos extras sin tener que pasar por el filtro del Congreso, violando el espíritu del presupuesto y leyes anteriores. Lo fue haciendo a través de los decretos de necesidad y urgencia (DNU), que por lo habitual bastardearon su nombre original, o con decisiones administrativas (DA).
"Durante la década K el uso de los superpoderes (DNU y Decisiones Administrativas) permitió manejar al gobierno de manera discrecional $ 1.007.390 millones", resume la economista Reyes.
"El presupuesto nacional desde el inicio de la gestión K fue un dibujo. Hasta el 2008 la subestimación de la recaudación fue una forma de manejar un ingreso mayor de recursos sin pasar por el Congreso, sumado a la estimación falsa de variables de crecimiento, inflación, y otras", agrega.
Y recuerda una modificación clave, en 2006, con Kirchner presidente y Alberto Fernández jefe de Gabinete, que justamente le dio al coordinador de ministros un poder de lapicera inaudito. Fue cuando se cambió un artículo de la ley de Administración Financiera y le permitieron "al jefe de Gabinete de Ministros disponer las reestructuraciones presupuestarias que considere necesarias dentro del total aprobado por cada ley de presupuesto, quedando comprendidas las modificaciones que involucren a gastos corrientes, gastos de capital, aplicaciones financieras y distribución de las finalidades".
Así, el kirchnerismo, no sólo concentró como nunca los fondos en la Nación, en detrimento de las provincias, sino que después usó a su antojo gran parte de esa plata. Y lo hizo, en muchos casos, para castigar a enemigos (la Ciudad, Córdoba) o premiar a aliados (Santa Cruz).
"El desafío de este nuevo Gobierno –concluye Reyes- es terminar con el manejo discrecional y volver a darle al Congreso, modificando la ley de administración financiera y respetar nuestra constitución".