El presidente electo argentino, Mauricio Macri, heredará un país quebrado que no ha crecido en los últimos tres años y está bastante aislado de la economía mundial, pero hay cuatro motivos principales por los que podría triunfar en su esfuerzo por reactivar a la Argentina.

En primer lugar, Macri es el primer presidente pro empresarial de su país en varios años, y la Argentina es el primero de los países grandes de América del Sur que girará hacia el centro después de más de una década de populismo rampante que empobreció al país. Esto ya está generando entusiasmo en los círculos empresariales nacionales y extranjeros.

Macri, un ingeniero que va a presidir un país tradicionalmente gobernado por abogados, ha dicho que una de sus prioridades tras asumir el cargo este jueves será restaurar la confianza para volver a atraer inversiones.

A pesar de que la economía argentina floreció a mediados de la década pasada gracias a los altos precios mundiales de las materias primas, las políticas populistas de la presidenta saliente, Cristina Fernández de Kirchner, ahuyentaron las inversiones. Cristina Kirchner gastó por encima de los ingresos del país en subsidios sociales insostenibles y falseó sistemáticamente las estadísticas económicas.

Pero el sorprendente caudal de votos que recibió Macri en la primera ronda electoral del 25 de octubre y su posterior victoria en la segunda vuelta del 22 de noviembre han creado un renovado optimismo sobre la Argentina. Macri prometió que restaurará la independencia del Banco Central y reformará el desacreditado instituto de estadísticas oficiales Indec, para que el país pueda volver a medir su economía con normas aceptadas internacionalmente.

En segundo lugar, Macri ha elegido un equipo económico muy respetado, lo que contrasta con los académicos teóricos de la izquierda setentista del gobierno de Cristina, que los economistas internacionales veían como unos neófitos. (Un alto funcionario de una institución financiera internacional me señaló una vez que el ministro de Economía saliente, Axel Kicillof, hizo su tesis doctoral sobre una teoría de la economía, y me preguntó: "¿Te someterías a una operación con un cirujano que hizo su doctorado sobre una teoría de la medicina?")

En tercer lugar, aunque Macri no controlará una mayoría en el Congreso, su coalición de gobierno controlará las tres entidades más ricas y poderosas del país: el gobierno federal, el gobierno de la provincia de Buenos Aires -que representa casi el 40% de la economía del país- y la jefatura de gobierno de la ciudad de Buenos Aires.

En un país presidencialista donde el jefe de Estado asigna una buena parte de los fondos provinciales, Macri tendrá más poder que el que muchos esperaban.

En cuarto lugar, Macri llegará al poder en un momento en que hay un vacío de estrellas económicas en el mundo en desarrollo. Wall Street siempre está en busca de alguna estrella del mundo emergente de la cual enamorarse, y actualmente no hay ninguna a la vista.

China se está desacelerando, Rusia está quebrada, la economía de Brasil se ha desplomado y México y la India no terminan de arrancar. Las economías de los llamados países BRIC -Brasil, Rusia, India y China- están tan deprimidas que el banco de inversión Goldman Sachs, que había acuñado el término "BRIC", cerró a principios de este mes su fondo de inversión en los BRIC que había iniciado hace nueve años.

El fondo estaba perdiendo dinero, y Goldman Sachs dijo que no vislumbraba "un crecimiento importante de sus activos en el futuro próximo". Aunque la Argentina es más pequeña que los países BRIC, podría llenar una parte de ese vacío.

Mi opinión: es cierto que Macri se enfrentará con enormes retos. Casi la mitad del país votó por el partido peronista, y el gobierno saliente le dejará un Banco Central vacío y pésimas relaciones con los acreedores y socios comerciales de la Argentina.

Pero, por otro lado, la victoria de Macri podría traer una recuperación de la confianza en la Argentina, lo que puede generar inversiones y crecimiento. A diferencia de la presidenta saliente, Macri parece entender que sin inversión no hay crecimiento y sin crecimiento no hay reducción sostenible de la pobreza.