Para qué negarlo… la economía está en franco deterioro. Basta mirar el estancamiento en la actividad, la ausencia de creación de empleo privado, bajísimo nivel de reservas en el Banco Central y el inmenso déficit energético.
Por si ello no fuera suficiente, los granos han dejado su excelente posición de precios de otros años y las economías regionales agonizan.
Así las cosas, sólo cabe aguardar una devaluación.
Las políticas fiscal, monetaria y cambiaria deberán modificarse con la mayor premura y abandonar la intervención discrecional por sobre las reglas, y el gasto de consumo antes que la producción.
Deberán venir señales claras y firmes sobre las reglas de juego para que sepamos a qué atenernos.
El emprendedor agrícola y el empresario agrícola tienen todas las ganas de caminar. Sólo esperan un marco institucional firme y adecuado para los negocios con reglas claras y estables.
Ya se ha iniciado la cosecha de trigo. La cosecha avanza en el centro-norte del país y la mercadería comienza a ingresar en las plantas y puertos de la zona de Rosario, aunque a un ritmo inferior al de los últimos años. Las lluvias han demorado la trilla. Además la expectativa de cambio en la política económica más la incertidumbre en materia de calidad del grano -especialmente, el contenido proteico- han puesto en el freezer toda intención de venta.
Hasta el momento, las ventas de la cosecha nueva alcanzan apenas a un 15% de la producción esperada, frente a un 25% habitual para fin de noviembre.
Todavía se puede ampliar la superficie de maíz con la implantación tardía. Y también, mejorar el paquete tecnológico para aumentar el rendimiento unitario en la soja.
Quizás sea hora de trabajar con los municipios y demás oficinas del Estado para elevar la calidad de las vías de transporte. Las mejoras en los caminos de tierra deberían ser prioritarias.