La típica receta populista consiste en incrementar el gasto público para aumentar el clientelismo político. Ese aumento del gasto público suele ir acompañado de una suba en la carga tributaria, (destacando que el kirchnerismo batió todos los récords al respecto) que, encima, normalmente no alcanza para financiar todo el gasto público y el estado termina endeudándose y/o emitiendo moneda para financiar parte del gasto público con el impuesto inflacionario. Cuando la inflación se hace insoportable y alguien quiere poner un mínimo de orden en del desbarajuste de las cuentas públicas, siempre salta algún populista diciendo: quieren aplicar un salvaje ajuste.
Además, hay mucha hipocresía en los populistas. Por ejemplo, en estos 12 años el kirchnerismo se la pasó desplazando y forzando la renuncia de gente que trabajaba en el estado. La embestida de Moreno en el INDEC en 2007 fue realmente de un comportamiento mafioso. Como caso emblemático podemos dar el ejemplo de Graciela Bevacqua, que por no querer dibujar el IPC para que diera a gusto del matrimonio, fue perseguida y despedida del INDEC.
Literalmente le quitaron su trabajo por querer cumplir con los deberes de funcionario público que era. Es decir, la echaron por querer hacer bien su trabajo. Ahora bien, si uno propone mandar a trabajar a todos los ñoquis de La Campora que viven del trabajo ajeno en puestos públicos que no producen nada, entonces a uno lo acusan de ajuste salvaje. A una persona decente que cumplía con su deber de funcionaria pública la echan por hacer bien su trabajo, al que “roba” el sueldo no se lo puede tocar porque es un ajuste salvaje. Por eso sostengo que no hay que dejarse extorsionar moralmente por el populismo k.
La realidad es que el gasto público no se financia de la nada, los recursos siempre salen del sector privado. El estado puede financiar el gasto cobrando impuestos, tomando crédito en el mercado interno o en el mercado externo, emitiendo moneda o consumiendo stock de capital.
En estos 12 años de desenfrenado populismo k se usaron todos los mecanismos de financiamiento. Se tomó deuda externa (caso el swap con China o deuda colocada al gobierno chavista), se colocó deuda interna (caso LEBACs, NOBACs, etc.), se consumió el stock de capital (rutas destruidas, sistema energético colapsado), se subió la carga tributaria hasta expoliar al contribuyente y se emitió a marcha forzada generando un agudo proceso inflacionario.
Hoy la gente reclama que le bajen los impuestos, que se frene la inflación y que no haya cortes de luz y las rutas estén en condiciones. Eso exige poner orden en el sector público. ¿Qué implica esto? Que la legión de gente que vive del trabajo ajeno y del impuesto inflacionario tiene que ir a trabajar. Eso quiere decir gastar menos y bajar impuestos. El mayor poder de demanda que va a tener la gente por pagar menos impuestos se traduce en que se venden más camisas, comida, celulares, turismo, etc. Es decir, aumenta la demanda de los contribuyentes que antes eran expoliados, hay más actividad, inversiones y más puestos de trabajo. En rigor, lo que los populistas llaman ajuste no es otra cosa que devolverle poder de demanda al contribuyente y dejar de cobrar el impuesto inflacionario. Eso tiene como contrapartida que los que viven a costa del trabajo ajeno tienen que empezar a trabajar. A producir. Por eso los populistas enseguida salen a denunciar ajuste cuando se habla de bajar el gasto público. El ajuste es una palabra que inventan ellos para poder seguir robando y denunciar falta de sensibilidad social. Para ellos la sensibilidad social es robarle el trabajo a la gente decente para darle el fruto del robo a los que quieren vivir sin producir.
Si no empezamos a desenmascarar a los populistas, que detrás de la denuncia de ajuste lo que esconden es su pretensión de seguir dilapidando los recursos de la gente con ñoquis en el sector público, subsidiados, Fútbol para Todos, periodismo militante como 678 y funciones que no deben cumplir el estado, entonces nunca vamos a poder salir de esta larga decadencia, porque a los pocos que producimos somos insuficientes para sostener este aparato de clientelismo y vagos, sí vagos, que viven del trabajo ajeno.
Es falso que poniendo orden en el sector público se produzca una recesión o “ajuste”. Insisto, el contribuyente que antes podía comprar menos bienes porque pagaba muchos impuestos ahora podrá comprar más bienes y servicios al pagar menos impuestos creando actividad económica genuina. Y, paralelamente, los que consumen sin producir tendrán que ponerse a producir con lo cual crece la cantidad de bienes en la economía y hay más riqueza. Eso implica que todos estarán mejor. Claro que los ñoquis estaban mejor cuando consumían sin trabajar, pero en algún momento les iba tocar volver a hacer algo productivo.
Claro que los que vivieron sin trabajar podrán decir que no están mejor porque ahora tendrán que ganarse la vida sin saquear a los contribuyentes. Pero el conjunto de la sociedad sí estará mejor y eso es lo que cuenta.
En definitiva, los que denuncian ajuste cuando alguien dice que hay que bajar el gasto público y reducir la carga tributaria son aquellos como, cual parásitos, pretende vivir chupando la sangre de la gente decente.