La más obvia: dio una conferencia de prensa, con algunos de sus colaboradores en la mesa. Por las formas, todo dicho. El fondo se manifiesta en tres definiciones sobre seguridad, política exterior y economía. Sin embargo, hubo un silencio que impide desentrañar la clave de su administración: cuál será su staff político. Dado el mapa de poder diseñado por las urnas, es la principal incógnita que se debe despejar.

Macri adelantó, con María Eugenia Vidal al lado, que declarará la emergencia en el área de Seguridad. Esa novedad revela algo que, tal vez por obvio, no ha merecido la atención debida: el voto por Vidal o, mejor dicho, el voto contra Aníbal Fernández fue un mandato inequívoco del electorado bonaerense para que se resuelva el problema de la criminalidad, ligado al del tráfico de drogas. Es el malestar que más inquieta según todas las encuestas. Es, además, la principal bandera de Sergio Massa, el opositor más visible de Cambiemos en la provincia de Buenos Aires.

Macri confirmó también que denunciará el acuerdo con Irán sobre el atentado contra la AMIA. Corregirá así el principal papelón en política exterior que realizó Cristina Kirchner. Ese pacto fue la semilla de una secuencia trágica: la denuncia y la muerte del fiscal Alberto Nisman.

El anuncio sobre el memorándum con Irán hace juego con otro adelanto: el pedido de suspensión de Venezuela como socio del Mercosur. Macri sería el segundo presidente latinoamericano en condenar la violación de los derechos humanos de Nicolás Maduro. El otro fue Juan Manuel Santos, de Colombia, que tiene con Maduro un agresivo problema de frontera.

El pronunciamiento se inscribe en un contexto interesante. El 6 de diciembre se realizarán las disputadísimas elecciones parlamentarias en Venezuela. Hoy llegan a Buenos Aires representantes de la oposición a Maduro para hacer campaña respaldados por los dirigentes de Cambiemos. Además, la definición de Macri pondrá en una encrucijada a la debilitada Dilma Rousseff: su alianza con el chavismo es parte de la crítica de la oposición y de su propia base aliada.

Estas declaraciones de política exterior no son inocentes. Enmarcan una nueva orientación para las relaciones internacionales que es indispensable para el regreso de la Argentina a los mercados de crédito. Sin ese regreso, que supone liquidar el default que deja como herencia la señora de Kirchner, es imposible pensar en la unificación del mercado cambiario, que Macri prometió también ayer.

La definición sobre la normalización cambiaria coincide con una versión que se afirma en el seno de Cambiemos: Alfonso Prat-Gay está muchísimo más cerca de ser el ministro de Hacienda y Finanzas. Es el profesional con mayor gravitación sobre el mercado de los que integran el nuevo oficialismo. Tanta, que inspira en Macri la necesidad de un antídoto político: la división de Economía y la advertencia de que "no habrá un superministro" son el envoltorio de esa designación.

Rogelio Frigerio, quien figura también en la lista de candidatos a Hacienda, podría ocupar Interior, donde se discutirá el reparto de recursos fiscales con los gobernadores, que ha sido durante años la especialidad de este economista. O Infraestructura: una posición clave para Macri, que sueña en un new deal a la argentina, con un plan de obra pública de 30.000 millones de dólares. Uno de los candidatos alternativos, Edgardo Cenzón, se encargará de esa tarea en la provincia.

Producción estará a cargo de Francisco Cabrera. Y a Transportes irá Guillermo Dietrich. En Trabajo la decisión final iría a favor de Jorge Triaca, sobre todo porque no está identificado con ninguna facción de la vida sindical. En cambio, a Diego Santilli le juega en contra su alianza con el voraz Hugo Moyano. Ezequiel Sabor, responsable de Trabajo en la ciudad, pasaría también a la provincia.

Para terminar de entender las relaciones del nuevo gobierno con la Economía hay que mirar a la Jefatura de Gabinete. Marcos Peña será secundado allí por dos profesionales destacados en la administración de empresas. Uno es Mario Quintana, titular del fondo Pegasus, que controla, entre otras compañías, Farmacity. Es decir, alguien que conoce como nadie las luces y sombras del mundo de los medicamentos.

El otro es Gustavo Lopetegui, quien se desempeña como gerente general de LAN. Es decir, un experto en aeronavegación. A propósito: Isela Costantini, CEO de General Motors, ¿se encargará de Aerolíneas Argentinas?

En la AFIP sería designado Alberto Abad. Y para la Aduana se ratifica a Juan José Gómez Centurión.

Si Prat-Gay termina siendo titular de Hacienda y Finanzas, y no canciller -cómo él tal vez preferiría-, para la política exterior se menciona cada vez con más frecuencia a Rogelio Pfirter. Lo impulsaría Peña. Pfirter es un diplomático profesional, experto internacional en política nuclear, que se desempeñó como embajador en Londres. Y un detalle menos conocido: está entre los mejores amigos del Papa, desde que Jorge Bergoglio enseñaba literatura en el colegio de la Inmaculada de Santa Fe.

En la ex SIDE estará José Torello, quien con Nicolás Caputo pertenece al círculo más íntimo del nuevo presidente. Como Caputo, y como Pablo Clusellas -confirmado para la Secretaría Legal y Técnica-, Torello es un ex Newman.

El multimedios oficial estaría presidido por Hernán Lombardi. Y en la Secretaría de Cultura sería designado Pablo Avelluto.

La composición del gabinete incluye un capítulo radical. Es el más complicado. Sobre todo desde que Ernesto Sanz terminó de tomar una decisión que venía meditando desde hacía meses: no hacerse cargo de ningún cargo público para atender prioridades de su vida familiar. Sanz dejó vacante así el Ministerio de Justicia. ¿O la Jefatura de Gabinete? Macri habría revelado la designación de Peña, supuesto secretario general de la Presidencia, el lunes de la semana pasada, después de enterarse de que no podría contar con el senador radical. Ese detalle alimenta la especulación.

En reemplazo de Sanz irá el ex fiscal de la ciudad, Germán Garavano. Y Laura Alonso estaría a cargo de un organismo anticorrupción. Sanz debe reunirse con Macri para definir la designación de varios dirigentes radicales. Julio Martínez iría a Defensa. Es el líder de la UCR de La Rioja, provincia en la que Cambiemos ganó el domingo. Menos seguro es el destino de José Cano, nominado en un comienzo para Salud. Se sabe, en cambio, que al PAMI irá el médico macrista Carlos Regazzoni.

La incorporación del radicalismo al gabinete es crucial para enfrentar el cuadro de poder que quedó diseñado antes de ayer. Emilio Monzó desde la presidencia de la Cámara de Diputados, y Mario Negri, como jefe de un interbloque oficialista, serán los responsable de conseguir las mayorías que se necesiten en Diputados.

Esa función recaerá en Gabriela Michetti, Federico Pinedo y Ángel Rozas en el Senado. Ese equipo, coordinado con el ministro del Interior, será el encargado de negociar con el peronismo.

La transfiguración de esa fuerza se producirá en cámara lenta. La derrota no fue un desastre. Muchos gobernadores e intendentes bonaerenses salvaron sus distritos con bastante dignidad.

El mapa de Buenos Aires está plagado de curiosidades. Una de ellas es que a Daniel Scioli le fue bastante mal y no sólo en el interior de la provincia. En el conurbano ganó por sólo 10 puntos. Una diferencia pequeña respecto de la performance de 2007, 2011 y de la primera vuelta. Y, si pudo obtenerla, fue porque lo salvaron los intendentes de los distritos más pobres. Donde predomina la clase media hizo una mala elección. De modo que Scioli ya no podrá cargar la culpa en Aníbal Fernández ni en los caudillejos más desprestigiados. El problema fue él. Un dato a tener en cuenta si es que pretende seguir en la política y no mudarse a Italia.

El otro fenómeno llamativo es que a Massa el peronismo lo mide por los votos de Cambiemos. Por lo tanto, no le fue tan bien en Tigre: Macri ganó por 51,39%, contra 48,61% de Scioli. Massa se sostiene hoy en una liga de 10 municipalidades. Desde esa base deberá iniciar la conquista de un peronismo que lo identifica como un agente central de su derrota.

Hay una tercera figura a la que habrá que reubicar en el tablero: Cristina Kirchner. El tema más importante de la reunión de hoy a la tarde con su sucesor tal vez sea ése: qué lugar le asignará Macri en su diálogo con la oposición. Será una definición tácita, por supuesto.

Esta dispersión peronista es estratégica para Macri y, sobre todo, para Vidal. Mientras los rivales tramitan su duelo, ellos pondrán entre paréntesis toda ambición electoral. El nuevo presidente tiene una sola forma de acumular poder a partir de un ballottage muy ajustado: asegurarse durante el primer año la calidad de la gestión.