El domingo vamos a votar.
Con seguridad, muchas cosas van a cambiar.
Los votantes tenemos la posibilidad de definir, en su mayor parte, la dirección de las políticas económicas.
Estos son días de lluvias desmedidas que dañan los cultivos y demoran las tareas. Sólo una cosa tienen a favor: nos permiten hacer un alto en nuestra actividad para reflexionar sobre el futuro de nuestro postergado país. Y sobre su economía, en gran medida, sustentada en la gran ventaja comparativa de la naturaleza, y competitiva desarrollada por los agentes agrícolas.
El gobierno K ha sido durante los últimos 8 años un decidido obstáculo en el desarrollo de la cadena agropecuaria. En rigor, lo ha sido básicamente sobre el avance del eslabón de la producción primaria en granos y carnes vacunas.
La superficie de soja ha crecido visiblemente. Es cierto. Pero lo ha hecho en desmedro de la de trigo y maíz, y en consecuencia a contrapelo de las prácticas conservacionistas fundamentadas en la rotación agrícola.
Sin lugar a dudas, la peor medida ha sido la aplicación de los ROE´s que redistribuye los ingresos de la cadena cerealera a favor de la exportación o de la industria de la molienda, y en contra de la producción, y así abre la puerta a las corruptelas que anidan en la oscuridad. También, se ven favorecidos las granjas avícolas, los productores porcinos y los feed lots.
Y lo peor es que no se tiene del todo claro en qué dimensión llega el beneficio a cada uno de los favorecidos. Las intervenciones del Estado cuanto más abarcan más espacios brindan a los oportunistas.
Sí, sabemos claramente que el pato de la boda es el eslabón agrícola. Las consecuencias se advierten en la caída de la superficie dedicada a los cereales.
Este año estamos castigados por El Niño. Ahora recordamos con amarga frustración la ausencia de obras hidráulicas que, en caso de haberse realizado, habrían amortiguado los efectos dañinos.
Canales inactivos, caminos deteriorados y, en consecuencia, campos inundados y siembras demoradas, son los principales males que vive el productor.
Quienes trabajan en las ciudades se mueven alejados de esta problemática. Y votan sin tomar en cuenta ello.
No saben que todo aumento de competitividad en el eslabón agrícola, no sólo depende del tipo de cambio y de los derechos de exportación. También está estrechamente ligado a la logística. Esta es, en gran parte, una función del Estado. Porque mucho más que tener una línea aérea, el país debe contar con adecuada infraestructura vial, portuaria y de energía. Más todavía: también de seguridad, educacional y aún sanitaria. Y resulta, justamente, en todo esto donde falla.
Se acerca la hora; y es responsabilidad de los agentes del eslabón tomar conciencia de la situación y apoyar a quienes parecen ser los más idóneos para gobernar el país.
Ejercer nuestra condición de votantes no sólo es un derecho; es una obligación, sobre todas las cosas, moral.