A medida que pasan los días y faltando cada vez menos para que el domingo 22 de noviembre los argentinos decidan quién será el nuevo Presidente de todos los argentinos, el sector agropecuario mira atento a las posibilidades de los resultados posibles, intentando estimar que ocurrirá con el futuro del campo. Porque lamentablemente, en el fragor de las campañas que se reiniciaron luego de la primera vuelta, la información de las propuestas de cada candidato están siendo desordenadas, obscuras, cambiantes y acomodaticias de acuerdo a lo que piensen los asesores de turno y las encuestas internas de cada partido. Por eso, estamos siendo testigos de discursos con propuestas que antes no habían aparecido, con candidatos que no realizan definiciones concretas, eludiendo respuestas con afirmaciones esperables y elaboradas arteramente tan sólo en búsqueda de algún voto más.
“Salga pato o gallareta, el que asuma va a tener que tomar medidas que modifiquen el estado del sector” decía un veterano productor agropecuario bonaerense.

Y esto es lo que piensa la mayoría de los partícipes del sector agropecuario, siendo el principal generador de divisas, generador de ingresos al fisco a través de las retenciones a las exportaciones, movilizador económico en forma directa e indirecta de tosas las ciudades, pueblos y localidades del interior de nuestro país. El productor nacional espera la definición del próximo 22 de noviembre, esperanzado de que verdaderamente ocurra un cambio que beneficie con sus decisiones del próximo gobierno. Hoy estamos atiborrados de información donde ambos candidatos ofrecen y prometen todo tipo de cosas –hasta las que todos sabemos nunca cumplirán-. Pero las expectativas y esperanzas han renacido con la posibilidad de que ocurra un cambio de gobierno, luego de 12 años de estar al mando el mismo signo político. Quizás algunas medidas que se tomarán no serán las suficientes como para solucionar la terrible problemática del chacarero argentino, pero al menos, se espera que aquel que se siente en el sillón de Rivadavia, considere al sector como se debe considerarlo. Y como se lo considera en otros países del mundo a los que les va bastante mejor que a nosotros.

Cabe aclarar, que el productor argentino no se encuentra a las espera de saber quién ganará las próximas elecciones para seguir trabajando. El hombre de campo de nuestro país continúa trabajando todos los días, invirtiendo su capital, poniendo en riesgo su dinero, apostando al futuro para el bien suyo, de su familia, de su país, sin considerar si gana Fulano o Sultano. Todos los días se ordeñan las vacas, se juntan los huevos, se fertiliza, se siembra, se cosecha, se fumiga, se recolecta las frutas y las verduras, y se realizan todas las tareas inherentes a la producción agropecuaria, sin considerar lo que digan los políticos para tratar de ganar algunos votos. Y esto ocurre desde siempre. Basta con mirar la historia de nuestro país, el único sector que no cierra sus fábricas, o entra en suspensiones de personal o cierra sus comercios a la espera de alguna mejora de escenario económico, es el sector agropecuario.

Y basta con ver lo que ocurrió en el 2001/2002, cuando reaparecieron las retenciones a las exportaciones como única salida de una de las peores crisis que vivió nuestro país. Gracias al esfuerzo que realizó el campo aceptando dicho impuesto distorsivo y anti productivo, el país pudo repechar la cuesta y salir de la mencionada crisis.

Ya falta menos para saber quién gobernará la Argentina en los próximos 4 años. Todos esperan que quién sea, mire al sector con otros ojos, al menos diferentes a los actuales, esperando que se tomen las medidas suficientes y necesarias para poder cambiar el estado de letargo en que se encuentra el campo argentino.

Ya falta menos.

Por Alejandro Ramírez - Analista Agropecuario
Fuente: De todo un Poco Agro