Si bien la obra más conocida de Juan Bautista Alberdi es “Bases y puntos de partida para la organización política de la República de Argentina”, otro de sus libros de gran relevancia sobre el espíritu de la Constitución Nacional de 1853 es el “Sistema Económico y Rentístico de la Confederación Argentina según su Constitución de 1853”. En rigor, con la destrucción que hubo en nuestro país de la historia y de la educación, lo chicos actualmente no saben quién fue Alberdi, qué libros escribió y mucho menos van a conocer El Sistema Económico y Rentístico.
Se enaltecieron asesinos como el Che o usureros como Néstor, pero se ignoraron celebridades como Juan Bautista Alberdi. Hecha esta molesta aclaración, vuelvo al punto que me interesa resaltar.
En el Sistema Económico y Rentístico, dice Juan Bautista Alberdi: “Hasta aquí el peor enemigo de la riqueza del país ha sido la riqueza del Fisco. Debemos al antiguo régimen colonial el legado de este error fundamental de su economía española. Somos países de complexión fiscal, pueblos organizados para producir rentas reales. Simples tributarios o colonos, por espacio de tres siglos, somos hasta hoy la obra de ese antecedente, que tiene más poder que nuestras constituciones escritas. Después de ser máquinas del fisco español, hemos pasado a serlo del fisco nacional: he ahí toda la diferencia. Después de ser colonos de España, lo hemos sido de nuestros gobiernos patrios: siempre estados fiscales, siempre máquinas serviles de rentas, que jamás llegan, porque la miseria y el atraso nada pueden redituar”. Y agrega unos párrafos más adelante: “El modernos régimen está en nuestros corazones, pero el colonial en nuestros hábitos, más poderosos de ordinario que el deseo abstracto de lo mejor”.
Han pasado 160 años desde que Juan Bautista Alberdi escribiera el Sistema Económico y Rentístico y seguimos siendo un país de complexión fiscal. Somos máquinas serviles de rentas. Después de ser máquinas del fisco español, hemos pasado a serlo del fisco k. En nombre de la santa recaudación impositiva se violan los derechos más elementales de los ciudadanos. Y, como decía la semana pasada, el que no acepta ser tratado como un esclavo al cual se le confisca casi todo lo que produce y uno se revela contra esa violación de los derechos humanos, resulta que el que viola los derechos humanos se pone en acusador y el esclavo que se rebela contra la opresión del estado k es acusado de evasor impositivo y de no tener sentido de la solidaridad porque, según el discurso de moda, nos esclavizan en nombre de la solidaridad social.
Lo cierto es que con esta locura “distribucionista” en la que los políticos han decidido que solo ellos tienen sentido de la solidaridad y el resto de los ciudadanos somos unos cretinos a los que nos tienen que sacar la plata por la fuerza vía impuestos, al sistema tributario se le pide 3 cosas. A saber:
1) Que genere recursos para el fisco
2) Que asigne los recursos productivos
3) Que redistribuya el ingreso.
Dejemos el punto 1) de lado porque no requiere de demasiadas explicaciones. Hay que pagar impuestos para mantener al barril sin fondos que es el estado.
Respecto al punto 2), el sistema tributario asigna recursos cuando, por ejemplo, aplica impuestos altos algún insumo y menos a otros. Cuando el estado, en nombre de la solidaridad social, pone muchos impuestos a la nómina salarial, lo que logra es hacer artificialmente caro el trabajo en blanco, por lo tanto la gente prefiere trabajar en negro o bien el empresario opta por reemplazar mano de obra por máquinas, las que por cierto, no le hacen huelgas.
Otro ejemplo que podría darse sobre el punto 2) es el caso de los aranceles de importación. Cuando el estado pone derechos de importación altos para los bienes de consumo y bajos para los bienes de capital, lo que hace es intentar sustituir importaciones de bienes de consumo y no de bienes de capital. Con el sistema tributario intenta forzar la producción de bienes de consumo y no tanto la de bienes de capital.
Respecto al punto 3) el ejemplo más categórico es el del impuesto a las ganancias. Un impuesto que castiga al que más gana como si ser más eficiente y abastecer mejor las necesidades de los consumidores tuviera que ser castigado.
En mi opinión, el sistema tributario solo tiene que abastecer al estado de los recursos para financiar los gastos derivados de defender el derecho a la vida, la libertad y la propiedad de las personas. El sistema tributario no tiene ni que reasignar recursos ni redistribuir ingresos. Si quieren redistribuir los ingresos que lo hagan vía el presupuesto y digan con nombre y apellido a quién se le va a dar dinero de los contribuyentes, por qué razón, en qué monto y por cuánto tiempo. Para eso está el presupuesto.
Si bien no existe el impuesto que sea absolutamente neutro, debe buscarse el impuesto que genere la menor distorsión de precios relativos y que casi no influya en la asignación de recursos y en la distribución de la riqueza.
Pero, al mismo tiempo, la carga impositiva va a depender del nivel de gasto público. Cuando los políticos, en su carrera populista, aumentan el gasto en nombre de la solidaridad social, más temprano que tarde terminan inventando impuestos para financiar sus aventuras populistas. Es en ese punto en que empiezan a subir los impuestos vigentes y a crear nuevas gabelas, haciendo de los contribuyentes máquinas serviles del fisco, como decía Juan Bautista Alberdi.
La diferencia entre las máquinas serviles del fisco que denunciaba Alberdi en nuestra relación con España era porque en esa época la corona tenía que financiar sus guerras. Recordemos que, por ejemplo, la revolución por la independencia americana se produce por la mayor carga impositiva que quiso imponer el rey de Inglaterra a los colonos para financiar los gastos de guerra con Francia. Curiosamente, luego Francia va a ayudar a las fuerzas continentales a combatir contra el ejército inglés.
Actualmente, en particular en Argentina, los impuestos no suben para financiar acciones de guerra o conquistas territoriales, sino que suben para financiar el populismo. Lo que se conoce como el estado de bienestar. Es, de alguna manera, otra forma de conquistar el poder. Antes los reyes acumulaban poder conquistando territorios mediantes guerras que exigían cobrar más impuestos y ahora conquistan el poder con populismo que ellos llaman solidaridad social. Y para eso también hace falta cobrar impuestos.
Soy de la idea que Argentina necesita de una profunda reforma tributaria, con impuestos sencillos de liquidar, alícuotas bajas y una base imponible ancha (cantidad de gente que pague impuestos). Es decir, creo que muchos deben pagar impuestos, pero muy poco. De esta forma se quita uno de los estímulos para evadir.
Como contrapartida el gasto debe ser eficiente y, por supuesto, mi propuesta de simplificar y bajar la carga tributaria es inviable si paralelamente la gente no deja de votar políticos que lo único que saben hacer es aumentar el gasto público en nombre de la solidaridad social, que no es otra cosa que el interés de ellos de retener el poder.
En definitiva, y siguiendo las palabras de Alberdi, dejamos de ser colonos de España y pasamos a ser esclavos de nuestros políticos, ya que trabajamos para sostener, vía impuestos, sus conquistas políticas.
Fuente: Economía para Todos