"Han llegado al final dos sobrevivientes, aunque con distinta intensidad. Néstor Kirchner vapuleó a Scioli como vicepresidente semanas después de asumir. Cristina fue con Scioli peor que su marido." AFP PHOTO / FILIPPO MONTEFORTE
Daniel Scioli ya renunció a obtener el 45% y su ambición pasa por el 40% con 10 puntos porcentuales de diferencia sobre quien le siga.
Mauricio Macri se despidió -el día que rechazó el convite de Sergio Massa antes de las PASO- tener en su hoja de ruta más votos que Scioli en la 1ra. vuelta, y desde entonces su estrategia es apostar a que Scioli no llega a 40 y el estar a menos de 10.
Massa sabe que desperdició la posibilidad de repetir, en 2015, aquel 2013. Pero se aferra al milagro de superar a macri en el sprint final. Él ha logrado impedir la polarización aunque ¿le alcanzará?
Cristina Fernández de Kirchner se está alejando del poder pero mantiene su deseo de permanecer, si no es en el Ejecutivo, en el poder fáctico. Por eso, ella traba a diario a Scioli y obliga a las especulaciones.
En tanto, 5 recortes muy interesantes en las columnas dominicales:
N°1. Mariano Spezzapria en el diario platense El Día. acerca de la estructura sociocultural que hay en los votantes, en una campaña de vértigo y nerviosismo, quizá porque no hay definición:
"La escena tuvo lugar ayer (sábado 17/10) en Avellaneda. Daniel Scioli llegó en helicóptero al distrito del sur del Conurbano hacia las 11.35. Diez minutos después, ingresó a un local del programa Envión bonaerense, ubicado en medio de un barrio carenciado en el límite con Lanús. Y cinco minutos más tarde, salió rumbo a una combi que lo transportó en una caravana de sólo siete cuadras.
Desde ahí, de vuelta al helicóptero, hacia Florencio Varela. Y por la tarde, a La Matanza. La última semana de campaña hacia las elecciones presidenciales transcurre en un ritmo frenético, inmersa en una vorágine en la que los candidatos apuntan a torcer la voluntad popular en su favor con el esfuerzo de multiplicar su presencia a nivel territorial.
Envuelto en una marea humana -que incluyó a Carlos Zannini, Diego Bossio y el intendente Ferraresi-, Scioli no pudo acercarse a todos los que lo esperaban. La vertiginosa maquinaria electoral lo llevó rápidamente a otro lugar.
Unas treinta cuadras más allá, en la zona céntrica de Avellaneda, sobre la avenida Mitre, unos jóvenes aprovechaban los semáforos en rojo para pararse en medio de la arteria con unos enormes carteles en los que se promocionaba la candidatura de María Eugenia Vidal para la Gobernación bonaerense.
El clima político en esa zona de Avellaneda ya no era favorable al kirchnerismo.
Entre el centro y la periferia de ese municipio que está pegado a la capital se percibía, de hecho, una notoria distancia política y social que, según los encuestadores, tendría correlato en las urnas. Nada es del todo lineal, pero las encuestas muestran una mayor fortaleza del oficialismo en las zonas más vulnerables en términos socio-económicos. (...)".
N°2. Eugenio Paillet en La Nueva Provincia bahiense, acerca del fantasma que acecha a Scioli:
"(...) Las encuestas, la mayoría de ellas, sostiene en la recta final que Scioli no logra salir del fatídico 38 y pico de intención de voto que lo condenaría -porque para voceros de su equipo sería eso, una condena de final absolutamente incierto- a una segunda vuelta, del mismo modo que Macri no logra subir del 30% y Massa batalla con lo que puede apenas por encima del 20%.
Puede aceptarse como válido el siguiente escenario: Scioli está a un paso de ganar en primera vuelta, pero no logra que la diferencia con Macri sea de diez puntos. Se estancó en siete u ocho esa brecha y salvo sorpresas o cataclismos impensados no parece que vaya a cambiar. Massa espera el milagro que no debería ocurrir, aunque en política todo es posible, de descontarle al segundo los 6/7 puntos que hoy los separan para colarse en el balotaje. Un pronóstico de segunda vuelta, vale remarcar, que abonan la mayoría de las consultoras que midieron a los candidatos en la última semana.
Los mentideros de la política están a full. Decir se dice mucho. Que habrá que ver cuál es el destino final de los casi cinco puntos de Margarita Stolbizer; que Adolfo Rodríguez Saá “podría mover sus votos” hacia Macri, como si los votos fuesen de los dirigentes y no de la gente; que la izquierda de Del Caño tiene un voto duro y consolidado que no irá para ningún otro lado.
En cada campamento le cuentan al confidente lo que ellos quieren que se escuche y no lo que saben y no cuentan que les marca la realidad. Anticipar nombres y más nombres de futuros ministros, directores de bancos y hasta embajadores, como ha ocurrido en modo catarata en esta última semana, denotaría aquella incapacidad de los candidatos para buscar el voto que les falta con algo más que futuros e ilusorios gabinetes.
Esa oquedad quizá haya llevado a Scioli a confesar sin sonrojarse durante la visita del viernes a la redacción del diario más odiado por Cristina´: “Hablan de cuidar cosas y corregir otras. ¡Para eso vótenme a mí que soy el original!”. Antológico. (...)".
N°3. Sergio Crivelli en el porteño La Prensa, profundiza el dilema de Scioli:
"Daniel Scioli no puede crecer porque necesita del voto no kirchnerista para superar el 40% y ganar en primera vuelta. Pero no tiene éxito en la caza de ese voto porque la presidenta Cristina Fernández, que lo eligió como su candidato forzando a renunciar a sus competidores en la interna peronista, al mismo tiempo ha decidido asfixiarlo con una campaña de autoreivindicación y un nivel de exposición pública sin antecedentes para un jefe de Estado que se va en menos de dos meses.
La Presidenta ha intentado -y en buena medida consiguió- mostrarse como una candidata que ejercerá una suerte de poder bicéfalo a través de seguidores propios que ubicó en el Poder Legislativo, el Banco Central y los Tribunales. A eso hay que atribuir su maratón de cadenas nacionales que representan un récord aún para los estándares del oficialismo. También a eso debe ser atribuido el hecho de que Scioli no consiga remontar vuelo. Compite contra CFK y Macri al mismo tiempo.
La Presidenta no sólo no le dejó a Scioli espacio para presentar una propuesta que atraiga a quienes creen que la última década fue a pérdida -que a esta altura han probado constituir la mayoría absoluta del padrón-, sino que manda a sus voceros a hostigarlo por cualquier desviación del "relato". Aníbal Fernández, Kicillof y Zannini ejercen públicamente esas funciones correctivas.
De allí que haya trascendido en La Plata que tres consultoras -Poliarquía, Aurelio e Ipsos- le informaron al gobernador que sus sondeos lo ubican más cerca del 37-38% de intención de voto que del 40%. Una de ellas publicó hace poco más de una semana en un centenario matutino que no es "La Prensa" una encuesta en la que debió recurrir a la proyección de indecisos para que Scioli arañase el 41%,
Pero los votantes no son los únicos que dudan del potencial liderazgo de Scioli. También lo hacen los dirigentes peronistas que sigue disciplinadamente obedeciendo a una Presidenta cuyo poder institucional se extingue. A esta altura Scioli debería estar proponiendo desde todas las paredes, pantallas y carteleras "Síganme" y lo único que atina es a enredarse en una ambigüedad enervante para sus chance de ganar en una sola votación. (...)".
N°4. Ricardo Kirschbaum, en el porteño diario Clarín, plantea el escenario de balotaje pero también el logro de Massa de lograr permanecer hasta el final con su universo de electores:
"La alarma se encendió en el campamento de Scioli cuando se conocieron los últimos números que arrimó Julio Aurelio : 39,3 % para el candidato oficialista contra 29,7 de Macri y 22 para Sergio Massa, quien se sostiene contra todo pronóstico.
Ya se sabe cómo funcionan las encuestas para los candidatos que tienen los números más finos en sus manos.
Estas cifras que arrimó Aurelio ponen a Scioli en el umbral del ansiado 40 %, pero muestran a Macri luchando por llegar a menos de 10 puntos y forzar la segunda vuelta.
La encuesta que ayer publicó Clarín cantó 38,3 para Scioli contra 29,2 de Macri y 21 de Massa, proyectando los indecisos.
El fenómeno quizá es que hay bastante voto que oscila entre Macri y Massa y que se decidirá a última hora.
Tanto estos números como los que maneja Scioli muestran que el “voto útil” por el que clama Macri ha conseguido algún progreso.
Paradójicamente, la posibilidad de una segunda vuelta no sólo impacta en el cambiante ánimo del macrismo, que varía entre la euforia sobreactuada y la depresión que provocan los números, sino también en el interés objetivo de la Presidenta de que Scioli llegue desgastado al lugar que Cristina debe dejar inexorablemente.
No es un secreto que el experimento de cohabitación en el oficialismo tiene dificultades objetivas y que el interés del kirchnerismo es que el gobierno que surja en estas elecciones sea sólo una transición hacia otro período de Cristina.
Kicillof ya se apresuró, con esa modestia que lo pinta de cuerpo entero, a decirle a Scioli que si gana será gracias a Cristina y, sobre todo, a las políticas que instrumenta como ministro de Economía.
Esa arrogancia, reflejo de la soberbia de su jefa que descalifica en privado a Scioli y a sus colaboradores más íntimos, deberá explicar en el Congreso el acuerdo que el sciolismo se propone con los holdouts si es que los resultados le son favorables en octubre o noviembre. (...").
N°5. Joaquín Morales Solá, en el porteño La Nación, se enfoca en Scioli y Macri, no Massa, y algunas dudas que le provocan ambos al porvenir argentino:
"(...) Estos viejos amigos – Scioli y Macri - han hecho un paréntesis en su relación.
Ninguno nació para ser un príncipe de la política. Pero ahí están.
Son los dos principales candidatos presidenciales para las elecciones del próximo domingo y los dos que competirán el 22 de noviembre si hubiera segunda vuelta.
Ninguno de los dos se detiene demasiado en hablar mal del otro, pero ambos subrayan los riesgos de un gobierno de su principal adversario.
La irremediable dependencia cristinista de Scioli, según Macri.
Los eventuales problemas de gobernabilidad de Macri, según Scioli.
(...) Han llegado al final dos sobrevivientes, aunque con distinta intensidad.
Néstor Kirchner vapuleó a Scioli como vicepresidente semanas después de asumir.
Cristina fue con Scioli peor que su marido.
Ahora tiene la costumbre de convocarlo a última hora a sus actos.
"Daniel va a hablar", conceden los mensajeros de la patrona.
¿ Y ? ¿ Por qué lo decide ella ? ¿ Acaso no es Scioli el candidato a presidente ?
Scioli mira para otro lado. Así sobrevivió.
Macri, en cambio, se siente el político más perseguido por el kirchnerismo.
"Durante diez años viví bajo una lluvia permanente de difamación. Desde 6,7,8, desde Télam y ahora también desde los medios de Cristóbal López ", se crispa.
En una semana reciente, el cristinismo le plantó 16 denuncias penales en cinco días.
En efecto, los dos sobrevivieron.
Ambos estaban condenados por el kirchnerismo a morir en el camino de la política.
Lograron durar, aunque con consecuencias electorales.
Uno decidió quemarse en el fuego de la cercanía sin condiciones.
Al otro, flagelado por la distancia, el cristinismo lo convirtió en una caricatura ideológica y política. (...)".
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