No tiene nada de raro porque las herramientas centrales del kirchnerismo siguen siendo el dinero y el relato. El dinero usado para alinear y para castigar a los insubordinados. El relato le da sentido épico a la cara oscura del oficialismo, aquella en la que los militantes genuinamente convencidos prefieren ignorar.

La inmovilidad de los números de las encuestas puede estar diciendo que Scioli, Macri y Massa se diferencian menos entre ellos que entre ellos y el kirchnerismo. Sus apuestas no son muy distintas. Hay coincidencia en volver al crédito externo.

Kicillof se llena la boca con relatos de éxito pero no sobre las reservas del Central. Lanzó un festival de bonos pero a eso lo llama curiosamente desendeudamiento. También es curioso que siga acusando a todos de devaluadores cuando si hay alguien que devaluó fuerte ha sido su gobierno y no hace mucho.

Ahora los tres candidatos en punta hablan de pedir dólares afuera y eso significa arreglar con los buitres. Scioli mandó a Urtubey a que lo diga con claridad para demostrar que, si gana, necesitará financiamiento para pagar la fiesta que todavía anima Kicillof. Y apostar a atraer inversiones.

Los candidatos muestran que tienen equipos con carreras difíciles ya corridas. Hay tres jefes del Central: Scioli con Blejer, Macri con Prat-Gay y Massa con Redrado. Los tres sirvieron con Kirchner o Cristina. Y a los tres los limpiaron por plantear límites al uso indebido de las reservas.

El Gobierno continuó con el relato, haciendo política con los dólares de las reservas, después de haber calculado que podían llegar a las elecciones con cosmética contable made in China y retrasos de pagos por todos lados, aún no contabilizados en serio.

Resultado: prácticamente caja cero, que ahora se empieza a reconocer porque no hay milagros en la economía. Si los hay, no lo son porque se terminan pagando. Nos sobra historia en ese sentido, pero nos falta sentido para no volver a hacer la misma historia como si nunca pudiéramos aprender de las oportunidades históricas que, cíclicamente, desperdiciamos.

La herencia del Presidente que surja de las elecciones del próximo 25 –o de un eventual balotaje– será muy pesada y las cajas del Estado llegan exprimidas al máximo y prácticamente vacías. Otras cajas, sin embargo, llegan llenas y a salvo.