La inversión permite ocupar gente formalmente, que es lo que necesitamos en nuestro querido país.
Damos 4 reglas para atraer las inversiones:
1. Que la rentabilidad supere al riesgo. Sin rentabilidad no habrá ningún inversor, ni local ni extranjero, que quiera invertir en nuestro país. Por otro lado, todos los inversores comparan la rentabilidad con el riesgo. Por lo tanto, además de generar condiciones favorables para que se aumente la inversión y la ocupación, el Gobierno deberá bajar el riesgo país, el riesgo de que a su vencimiento no se paguen los bonos del gobierno. Hemos entrado en muchos defaults en los últimos años y esa es una muy mala historia para convencer a los inversores.
2. Capital institucional estable. Si no se protege a la inversión y la propiedad, nadie va a querer coagular ahorro líquido en el país. Los contratos deben cumplirse y, en caso de controversia, se espera que los tribunales actúen con independencia del poder político y se cumplan las sentencias. Este es uno de los puntos que indefectiblemente requiere que pase el tiempo y se vea la forma en que el país y sus instituciones están actuando. Los políticos argentinos son propensos a no pagar las deudas cuando llegan las dificultades, atribuyendo la cesación de pagos a la dificultad para prever situaciones económicas difíciles (teoría de la imprevisión). En el mundo, se parte del concepto y culturas morales opuestas, el acreedor debe cobrar siempre y si el deudor no puede pagar, aun cuando bajo algunas condiciones puede presentarse en convocatoria de acreedores, se puede transformar la deuda de esa empresa en capital y ser administrada por el nuevo dueño (Cramdown). Por estos motivos el 40 % del mercado de capitales de mundo está en EE.UU., en Nueva York. En nuestro país el mercado de capitales es muy pequeño, pues aquí se protege principalmente al deudor y se achicó aún más dicho mercado desde la estatización de las AFJP por necesidades de caja del Gobierno.
3. Distribución según la productividad. Atraen a la inversión aquellas naciones donde la riqueza se distribuye según lo que cada factor productivo genera y dicha riqueza se distribuye entre la personas de ese país según el aporte de cada uno a la producción. Los países populistas a los que les gusta la compradera de votos mediante la distribución del dinero de los otros pasado al Estado por los más arbitrarios métodos, como el extremo de poner impuestos a la exportación, no atraen la inversión y van quedando rezagados en el mundo y son cada vez más pobres, relativamente.
4. Estabilidad macroeconómica de largo plazo. La inversión se orienta hacia donde encuentra estabilidad de la moneda. Para ello se estudia el grado de monetización, los déficits fiscales y cómo se los financia a lo largo de muchos años. Hasta 3-5 % anual de inflación este factor es aceptado. De 5% a 10 % el país es mirado con reticencia (Caso de Brasil hoy con 12 % de inflación). De 10 % a 30 % anual, no hay interés inversor salvo casos excepcionales. Más de 30 % anual de inflación, el país no interesa como lugar para radicar inversiones físicas, está afuera de la línea de los países elegibles para invertir. En algunos casos, la inversión bruta interna fija es muy baja y apenas si cubre las amortizaciones, con lo cual la inversión neta es ínfima. En la Argentina, actualmente la tasa de inversión bruta en moneda nominal ($) es sólo de 15,8 % del PIB, una cifra que está muy próxima al nivel de las amortizaciones, por lo que la inversión neta interna es casi nula, o muy pequeña, con lo cual prácticamente no se puede crecer. En esas condiciones es fácil ver que aumentará el desempleo, el empleo informal y la pobreza. Como la legislación argentina está hecha para proteger al deudor y no al ahorrista -la inflación 1944-2004 fue de 70,3 % promedio anual- los ahorristas tratan de llevar sus ahorros donde encuentran que están protegidos (Uruguay, EE.UU., España, Suiza) y no los dejan en su país pues la legislación argentina, hasta ahora, ha sido expropiadora del ahorro (inflación alta o canje de todos los depósitos bancarios en 1990 y 2002 por un bono estatal a 10 años) una muy mala reputación. Es fundamental cambiar el modelo ético de nuestro país.