Poca argumentación valedera para sustentarlo. Subas y bajas significativas en la imagen de Scioli, Mauricio Macri y Sergio Massa. Muy poco de cambio real en la intención de voto. Una foto congelada y en blanco y negro desde el resultado de las últimas PASO hasta ahora. Es decir, el candidato del Frente para la Victoria, entre los 39 y los 40 puntos; el postulante de Cambiemos, apenas por encima de los 30 puntos, y el del Frente Renovador, alrededor de los 20. Eso es lo que muestra ahora la estadística electoral más seria, cuando falta apenas un mes para la primera vuelta del 25 de octubre. Pero ¿acaso la denuncia contra Fernando Niembro no le pegó a Macri en el centro de la campaña y lo hizo bajar en las encuestas? Parece que no. Por lo menos, no como pretendía el oficialismo. Lo único que registraron las consultoras serias, después del Niembrogate, es una caída de 4 o 5 puntos en la imagen de gestión del gobierno de la ciudad y también en la imagen del jefe de gobierno, pero no un impacto negativo en la intención de voto.
¿Tampoco hicieron mella en el voto del gobernador de la provincia las
inundaciones, su viaje a Italia, Tucumán, el clientelismo en las provincias
feudales ni su excesivo apego al kirchnerismo más recalcitrante? Parece que sólo
un poco, inmediatamente después de la elección. Tanto como para no haberse
beneficiado con el impulso residual que siempre recibe el candidato ganador.
Pero no lo suficiente como para bajar su caudal electoral después del primer
ensayo.
¿Y qué hay del notable crecimiento en la imagen de Massa, que presenta las propuestas más audaces y los equipos aparentemente más sólidos, con José Manuel de la Sota como coordinador político y Roberto Lavagna como coordinador económico a la cabeza? Que la suba de la imagen del ex intendente de Tigre resulta muy ostensible, pero todavía no se trasladó al voto.
Por todo lo anterior, las especulaciones sobre profundas modificaciones en la
"grilla" electoral hay que tomarlas con pinzas. Porque lo que se está librando
ahora es una de las más ruidosas batallas de la guerra de nervios que se inició
después de las PASO. Los integrantes más atentos de los equipos de campaña de
Scioli, Macri y Massa saben que el que se equivoca, pierde, y por eso miden cada
jugada como si fuera la última. La denuncia a medias de los hombres de Macri
contra Massa y el Gobierno se debe explicar en este contexto. ¿Por qué, si Macri
estaba tan seguro de que el Gobierno y Massa hicieron un pacto para sacarlo de
la cancha, no salió a gritarlo con todas las letras, en una conferencia de
prensa, junto a las figuras más importantes de Cambiemos, para darle a la
denuncia un impacto mucho más fuerte? ¿Por qué solo la hicieron pública la
diputada Patricia Bullrich y el secretario general del gobierno de la ciudad,
Marcos Peña? "Porque más que la denuncia institucional del pacto, fue una señal
para que Massa dejara de pegarnos", me explicó un ministro que suela hablar por
boca de Macri. "Y parece que hicimos bien, porque en las últimas horas se
calmó", completó.
Los estrategas de Pro suponen que el consultor peruano Sergio Bendixer intentó convencer a Massa de que por el camino del ataque a Macri se iba a quedar con la mayoría de los votos de la oposición, pero que "la denuncia a medias" del supuesto pacto con Aníbal Fernández lo habría hecho "recular". En la mesa del candidato de Cambiemos hay dos posturas. Una es la que lidera Peña. Es la que sostiene que no hay que desesperar ni entrar en pánico. Que los ataques de C5N demuestran que Scioli está nervioso porque no consigue superar los 40 puntos ni logra una clara diferencia de más de 10 como para asegurarse la primera vuelta. Que lo que importa es el dato duro de que el 60% de los argentinos prefieren un cambio. Y que esa tendencia va a terminar de consagrar a Macri como presidente en la segunda vuelta. A los compañeros de ruta que le piden una respuesta más contundente contra los ataques de la oposición, Peña les responde con datos estadísticos. Cifras que sostienen que más del 70% de los argentinos no está prestando atención a lo que dice ningún candidato porque se siente saturado de la política y de los políticos; números que afirman que hay más de un 35% del padrón que todavía no sabe a quién va a votar; respuestas que revelan que cerca de un 15% lo terminará de decidir el mismo día de la elección, horas antes de ingresar al cuarto oscuro. La otra pata de la mesa de Pro, la más política, se queja de la falta de propuestas, de la demora en mencionar a los futuros integrantes del gabinete y de la pobre respuesta después de las denuncias que hicieron bajar a Niembro como primer candidato a diputado por la provincia. "Nos tiraron con balas de cebita y nos dejaron paralíticos. Nos corrieron por izquierda los más truchos de todos y nosotros ni siquiera les pudimos responder. Si no reaccionamos ya, nos van a pasar por encima", me explicó un dirigente que habla con Macri de fútbol y de política, y que se jacta de ser recibido a solas por el líder de Pro.
Para los más ansiosos, los diseñadores de campaña tienen un par de respuestas a mano. La más importante: acaban de bendecir a Rogelio Frigerio como el vocero de la política económica del candidato. Consideran que es el que tiene el discurso más sólido y a la vez más social. La segunda novedad está vinculada con la campaña publicitaria. Van a usar los nuevos spots para presentar propuestas y medidas concretas. Ellos, igual que los técnicos del equipo de campaña de Scoli, creen que el mejor momento para comunicar será a partir de la última semana de este mes y la primera de octubre, cuando la campaña empiece de verdad. Coinciden en que sólo durante los 15 días previos a la elección se empezará a mover el voto hacia una y otra propuesta y se modificará la imagen congelada en el 40, el 30 y el 20% de intención de voto. Macri piensa que achicará la diferencia con el Frente para la Victoria. Scioli confía en que superará los 40 puntos y dejará a su adversario a más de 10. Los expertos de Cambiemos tienen una preocupación adicional: la de evitar que el FPV se proclame ganador en primera vuelta antes del escrutinio definitivo. "Además de mejorar la fiscalización, tenemos que lograr un porcentaje de votos suficiente como para evitar la posibilidad de que nos hagan trampa", aceptó uno de los responsables de la campaña de Macri.