Desde la última década y a nivel global la lechería vive bajo el signo de la volatilidad con momentos de precios excepcionales y caídas abruptas. En términos de mercado, el valor para la leche en polvo trepó en más de una oportunidad a 5000 dólares la tonelada, casi cuatro veces el valor de la década de los años noventa, pero también se cayó en más de una ocasión como esta última vez por ejemplo a menos de US$ 1700 en menos de un año. En esta ocasión las menores compras de China, el gran protagonista de los últimos años, y la sobreoferta global de leche por los altos precios tranqueras adentro y convenientes relaciones con los granos, fueron los impulsores de esta última fase del ciclo.
La actual crisis de precios está teniendo fuerte impacto en los tambos a nivel mundial y la oferta empieza a resentirse.
Paralelamente, la Argentina lechera inmersa en un marco de regulaciones comerciales, permisos de exportación y amenazas de intervención mediante, nunca pudo aprovechar la bonanza de los precios que sucedieron en más de una ocasión en la última década. Los tamberos argentinos se han sentido como aquel chiquilín del tango que miraba con "la ñata contra el vidrio", la fiesta que otros tamberos, como los uruguayos, aprovecharon.
En medio de la fase de malos precios del actual ciclo global y mientras nuestros competidores devaluaron y otorgaron créditos a sus tamberos para sortear este período, la lechería argentina queda descolgada. Con un dólar congelado, la capacidad exportadora argentina sólo se puede recuperar a partir de dramáticas bajas de precios.
Es cierto que el 80% de la remisión de leche tiene como destino las góndolas locales y que en los primeros meses del año -los más bajos en volumen-, el mercado local absorbió todo lo que produjeron los tambos, pero a medida que las semanas transcurren los volúmenes de leche vienen creciendo y el peso exportador es cada vez mayor.
Es un momento de mucha disparidad de precios entre los productores. SanCor mantuvo hasta julio los 3,32 pesos/litro ($/l) de promedio con un piso de 3,25 $/l mientras que Mastellone cerró agosto con 3,04 pesos y septiembre con 2,90 pesos. El resto de las industrias se va alineando detrás con valores más bajos y mensajes muy dispares.
Algunas industrias siguen amenazando con un mayor derrumbe de precios mientras que otras intentan contener a los tamberos sabiendo que el próximo otoño el precio de la leche puede ser muy costosa.
Cambia la tendencia
Pero como todo ciclo, una nueva fase parece emerger. Las últimas operaciones comerciales en el Global Dairy Trade de Fonterra, el mayor operador de lácteos en el mundo y el mejor termómetro para entender hacia dónde va el mercado, permiten prever un nuevo cambio de tendencia. Con subas del 19,1% en la operación del 18 de agosto y de otro 12,1% en la del martes pasado, hay expectativas de que lo peor ya pasó al alcanzar los 2078 dólares la leche en polvo y lo es mejor en el caso de los contratos a futuro, para este mismo producto, los valores superarían los 2400 US$/T para comienzos del 2016.
Este cambio positivo sobre una tendencia que parecía no tener piso, empieza a tener sentido al considerar lo que está ocurriendo con la remisión de leche a nivel global frente a los quebrantos económicos de los tamberos en muchas regiones. Es que el mundo no puede producir a estos valores. "Los precios al productor en el mundo pasaron de 0,45-0,55 US$/litro a principios de 2014 a 0,25-0,35 US$/litro en la actualidad", asegura Juan José Linari, secretario ejecutivo de la Fundación PEL. Y agrega con cierto optimismo "pero se calcula que los precios de largo plazo para la leche en polvo deben estar entre US$3300 y 4000 para que haya inversiones que permitan crecer."
Según el Ifcn, una centro de investigación que mide competitividad de diferentes modelos productivos a nivel mundial, el costo de producción por litro en los quince países exportadores estaría cerca de 0,43 US$/l, con un mínimo de US$0,35 /l, en los más competitivos.
Al observar los precios de los lácteos a nivel mundial durante estos últimos años, queda claro que los que perdurarán en el negocio y crecerán serán los que aprendan a "surfear" las olas de buenos precios y los valles de los bajos. "El Dakar es una maravillosa carrera en la que además de intentar ganar, el piloto tiene que tratar de sobrevivir. Exactamente igual que cualquier productor", señala el consultor Fernando Ravaglia.
Los tamberos se encuentran en la encerrona de la inflación de los costos y los precios en baja.
Por ahora y a pesar de la baja en el precio -en los últimos dos meses cayó entre el 10 y el 25% promedio-, la remisión nacional de leche en las fábricas no parece aflojar. Mucho tiene que ver el buen clima y la relación entre el precio de la leche y los concentrados que aún con la baja sigue siendo muy buena. Con márgenes de alimentación aún interesantes sólo queda estimular la producción para diluir costos fijos. "El ánimo de los productores no es bueno, pero pensé que iba a ser mucho peor", afirma Lucas Rizzi, asesor de tambos en Villa María. "En muchos casos llaman preocupados con la idea de hacer algún recorte en la alimentación, pero cuando les muestro las alternativas y los costos, en general las reuniones terminan con la conclusión de no tocar nada o hacer ajustes menores."
La clave sigue estando en la gestión, pero también en el sentimiento que se comprometa. Como asegura Miguel Scolari, productor de Marull, Córdoba. "Los tamberos argentinos tenemos un master en cintura empresaria y eso ayuda mucho a superar las crisis. Trabajamos para ganar plata pero eso sólo no alcanza. La lechería es una actividad en la que juega el sentimiento. Los tambos que van a quedar serán aquellos cuyos hijos se entusiasmen y tomen nuestro legado", explica el tambero.