Eso es lo que dicen las encuestas más serias. Y es lo que preocupa tanto al gobernador. Debido a esa preocupación es que envió a uno de sus hombres de mayor confianza a pedirle a los dueños de algunos medios que disciplinen a sus periodistas más críticos, de la misma manera que lo hacía Néstor Kirchner cuando leía, veía o escuchaba una crítica o una denuncia que lo mencionaba o lo afectaba. Scioli necesita ganar en la primera porque tiene miedo de perder en segunda vuelta.
Esta incertidumbre le está haciendo perder su olfato político. Incluso parece haber abandonado su habitual tolerancia. Ahora trabaja junto a su actual jefe de gabinete, Alberto Pérez, para romper la barrera de los 40 por un lado, y atacar directamente a Mauricio Macri por el otro, con el objetivo de que el jefe de gobierno de la Ciudad no supere, en octubre, los 30 puntos. Para subir su propio techo el candidato del oficialismo debería volver a transformarse en el Daniel de siempre. Al mismo tiempo debería despegarse de todos los males del kirchnerismo y el gobierno. Es que son muchos y hacen demasiado ruido. Desde los sucesos de Tucumán, Formosa y Jujuy hasta la causa Hotesur, las denuncias contra Aníbal Fernández y el precio del dólar paralelo.
El gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey, y el jefe de la CGT oficialista, Antonio Caló, le acaban de ofrecer sus servicios. Se trata de una especie de escudo protector formado por los gobernadores peronistas y los sindicatos dialoguistas para que Scioli se transforme en la verdadera cabeza de la campaña. Sin embargo, su compañero de fórmula, Carlos Zannini, ha tomado debida nota de la movida y tiene otros planes: erigir a la Presidenta Cristina Fernández en la nueva protagonista de la elección, a partir de ahora mismo. Los hombres de Scioli, desde el publicista Eduardo Savaglio hasta quienes trabajan en la comunicación, Jorge Telerman, Juan Courel y Carlos Gianella, creen que el candidato se debería deskirchnerizar. "Sin la mochila del gobierno pasamos los 40", me dijo un integrante del equipo. "Para superar los 40 hace falta más Cristina", interpretó sin embargo un dirigente de La Cámpora que habla todos los días con el candidato. Si el propio gobernador de la provincia no resuelve rápido y de manera eficaz semejante contradicción estratégica su temor a no alcanzar la presidencia puede transformarse en realidad. Pero si Daniel, por ahora, no puede, también se debe concluir que Macri no se anima. El jefe de gobierno sabe que, en el final de la campaña para las PASO, perdió por lo menos 5 puntos por no explicar, de manera clara y contundente, qué es lo que piensa hacer.
También comprende que una buena parte de ese voto lo perdió a manos de Sergio Massa, quien está obligado a hacer propuestas audaces, aunque sabe que quizá no las pueda cumplir. Pero la teoría de los estrategas del PRO de no hacer olas y sentarse a esperar los errores del adversario también pareció llegar a su techo. "Nos deja al borde de perder en primera vuelta, sea por la posibilidad de que Scioli se vaya acercando al 45% de los votos, cosas que creemos imposible, o por la de bajar, nosotros, a menos de 30, y que no ganen con el 40%, más uno; lo que bien podría suceder, con semejante sistema electoral y la presente volatilidad del voto" me explicó uno de los hombre más políticos del espacio. Agregó: "A partir de ahora Mauricio va a ser más claro y más concreto". Igual, el expresidente de Boca está exultante porque supone que la foto conjunta después de la escandalosa elección de Tucumán, lo va a terminar de colocar en el lugar de líder de la oposición. Junto a Massa, Ernesto Sanz, en su carácter de presidente del radicalismo, y Margarita Stolbizer, esa imagen produjo un hecho político de relieve. Se supone ahora que cualquiera de los votantes de esos candidatos, en una eventual segunda vuelta, podrían hacer cualquier cosa, menos convalidar las prácticas kirchneristas con el apoyo a Scioli.
"Margarita estuvo maravillosa. No especuló en lo más mínimo. Y se puso del lado en que tenía que estar: en contra de la mafia y a favor de la República", sentenció Macri en una reunión privada, con un lenguaje muy parecido al de su socia Elisa Carrió. El ingeniero completó una semana casi perfecta con la visita de la legisladora Graciela Ocaña, quien coincidió en la estrategia de la oposición de fiscalizar juntos donde se pudiera y tratar de evitar que les roben los votos desde Ushuaia a la Quiaca, incluida la apetecible provincia de Buenos Aires. La moneda, todavía, está en el aire. Y es por esa indefinición, entre otras cosas, que el clima político se está enrareciendo.
En el medio del escenario, además, cada vez cotizan más las acciones del líder del Frente Renovador. Massa parece conservar la mayoría de sus votantes. Y su existencia misma le sirve tanto a Scioli como a Macri, porque su eventual renuncia histórica podría romper el delicado equilibrio que todavía muestra la competencia electoral. Pero el exintendente de Tigre no duda de qué lado está. "Si gana Daniel gana Cristina y ellos, a mí, me quieren ver preso", contó ante sus amigos. ¿Y si gana Macri?. "Me voy a asegurar, a través de los acuerdos que hagamos, que Mauricio no mueva un dedo para evitar que los fiscales y los jueces metan presos a los grandes corruptos de esta administración", explicitó. Un periodista le recordó que él fue jefe de gabinete del primer gobierno de Cristina Fernández. El respondió con una pregunta: "¿Por qué te creés que me rajé espantado?".